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Según prevé la Aemet, junio llega a Asturias con una promesa clara: temperaturas suaves, muy agradables, y cielos libres de tormentas y nubes de agua. Además, tras las lluvias primaverales, el paisaje está asombroso, resplandeciente de verdes, frondosidad y agua corriendo en los ríos.
La Agencia Estatal de Meteorología también anuncia un tiempo ideal para los cuatro fines de semana del mes: un clima estable, sin lluvias a la vista, con días largos perfectos para adentrarse en el bosque, seguir el curso de los ríos, pasear junto al mar o coronar cumbres con vistas infinitas.
Teniendo en cuenta estas buenas previsiones, este artículo quiere ser una guía para planear cuatro excursiones para los cuatro fines de semana de junio en Asturias. Una selección de rutas perfectas para esta época, que recorren lugares íntimos, salvajes y necesarios de la geografía asturiana: senderos entre bosques, cumbres de vistas inmensas, paseos sobre acantilados, cascadas escondidas…
Son rutas variadas, llenas de contrastes, pensadas para caminar sin prisa, con tiempo para el silencio, la contemplación o el picnic improvisado. Caminos que celebran lo mejor del mes de junio en el norte: esa mezcla mágica de verdor, agua helada, altura, mar y calma.
En definitiva, cuatro rutas para aprovechar este mes en el que la montaña se muestra amable y exuberante, el bosque resulta un refugio y el sol calienta sin quemar.
Cuatro caminos para disfrutar de todos los encantos montunos de Asturias, desde la orilla del mar hasta las alturas cumbreras, pasando por profundos hayedos, bosques viejos y caudalosas cascadas escondidas. Cuatro planes de montaña —uno por cada fin de semana de junio— para hacer de este mes un pequeño gran viaje por la mejor naturaleza de Asturias.
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Esta es una ruta sencilla, de las que dejan buenísimas sensaciones. Un paseo sin complicaciones y cien por cien restaurativo por un bello recodo boscoso de Amieva conocido como Beyu Pen.
Entrar en este bosque es como abrir un paréntesis: como apretar el botón de pausa para sumergirse en un remanso de tranquilidad protegido de mundanales ruidos. Ahí adentrodomina el ruido del agua, la humedad brillante, la abundante floresta, los múltiples trinos… y todo lo que hay que hacer es caminar sin prisa, dejándose llevar por el sendero empedrado –muy viejo- que recorre el trayecto entero.
Luego, cuando concluye la garganta y el bosque empieza a dispersarse, la ruta recala en Pen, guapo pueblo lleno de casas tradicionales, hórreos y buenas vistas a la redonda. Desde aquí, en lugar de voltearse, este periplo avanza un trecho más poniendo rumbo a Argolibiu, buscando una traza del Camín de la Reina que progresa a la vera del Sella con agradables vistas hacia las montañas.
En total, unos 10 kilómetros de marcha, con menos de 400 metros de desnivel acumulado, para un recorrido circular que además de recrearse con el bosque también disfruta de la etnografía y del ruido constante del agua clara, todo ello adornado con panorámicas perfectas hacia los Picos de Europa y hacia el Pierzu, además de con esa soledad y ese encanto que caracteriza al montaraz concejo de Amieva.
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Esta ruta es maravillosa: visita dos grandes cascadas, transita por bosques autóctonos, camina por calzada antigua, atraviesa vetustos hayedos, cruza puentes de madera, bebe en fuentes bien cuidadas, acapara buenas vistas, se imbuye de tranquilidad y ambiente rural… y culmina coronando el Coalnegro, un monte imprescindible.
Además, no se trata de un trazado complicado, sino de una circular asequible de 13 kilómetros que transcurre en ligero sube y baja durante su primer tramo. Luego, se hace al bosque, siguiendo el curso del agua hasta dos cascadas. Desde ahí, comienza a subir, primero por una calzada vieja de piedra y luego sumergiéndose en hayedos y tramos de espesura autóctona para encaramarse a un alto a 1200 metros, otear el paisaje y regresar –dando un paseo tranquilo por pista- al punto de partida.
Tradicionalmente, la subida al Coalnegro se realiza desde la Pola del Pino, pero este recorrido la alarga partiendo de Felechosa, aprovechando para visitar más pueblos, etnografía, senderos rurales, fuentes, molinos… un alargamiento sin apenas esfuerzos que se adentra por recodos encantadores y es un entrante perfecto a los profundos bosques y las grandes vistas que esperan más arriba.
En definitiva, que desde los primeros pasos esta ruta regala un precioso paseo por los territorios de bosque y montaña de Aller, proporcionando una escapada senderista perfecta y tranquila, apestada de buenos paisajes, recodos encantadores y un aura inolvidable.
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En la zona oriental de Asturias, en el concejo de Ribadesella, hay una línea de costa llena de ariscos y afilados acantilados conocida como los Acantilados del Infierno.
El lugar, más que un paisaje, es todo un espectáculo: un recorrido por una especie de galería escultórica natural, esculpida por el vaivén del mar –golpe a golpe- con azarosa maestría.
Para conocer bien este sitio, lo mejor es pasearlo, dibujando con pasos una estría por el borde abierto de los salvajes acantilados. No hay pérdida: se trata de deambular, hacia delante, por un terreno amplio, alfombrados de hierba y repleto de balcones naturales desde los que disfrutar de las caprichosas formas exhibidas por los declives, los islotes y los arcos de roca.
La senda que aquí se recomienda está marcada con indicadores de color azul, no contiene dificultad ninguna y concluye en Guadamía, muy cerca de la playa homónima y con magníficas vistas hacia los Bufones de Pría. Una ruta preciosa, impresionante, bañada de mar y aroma a salitre que nos acerca a arenales apartados a través de acantilados enormes sobre un mar inmenso. Un recorrido para toda la familia que en esta época resulta perfecto para concluir la caminata con un chapuzón restaurativo.
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Esta ruta tiene dos propósitos: conocer el precioso pueblo casino de Caleao, una acogedora aldea de casas de piedra y callejuelas estrechas que se cuelga de las laderas a más de 700 metros de altitud, en plano Parque Natural de Redes; la otra, caminar hasta los altos de este sitio, hasta una enorme peña caliza que se levanta a la espalda de Caleao. La llaman Peña Riegos, se alza a más de 1.300 metros y desde ella se abarcan vistas hermosísimas.
La excursión, sencilla y sin pérdida, conlleva una caminata de aproximadamente media jornada (ida y vuelta) y discurre casi entera por caminos ganaderos hasta alcanzar la collada Isorno, punto en el que abandona la pista. Esta guapa collada está situada entre el pico la Frayada y la peña Riegos y es zona de paso habitual de caminantes ya que comunica la ruta del Alba con Caleao.
A partir de ahí, la ruta avanza por ladera, ganado metros cuesta arriba y asomada cada vez a más terreno verde intenso, de bosques, montaña, agua y praderías fértiles, hasta encontrar una preciosa cima sobre la que es un placer sentarse a otear los paisajes.
Una excursión sencilla, bonita, solitaria y accesible, que puede recorrerse entera en menos de 5 horas y deja ese buen sabor de boca que siempre deja el andar por el Parque Natural de Redes.
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Ivia Ugalde, Josemi Benítez e Isabel Toledo
Óscar Bellot | Madrid y Guillermo Villar
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