Los primeros de les Piragües ya toman posiciones

Que no hay fiesta más alegre, ni más movida y galana, ni con más bello paisaje, ni esencia más asturiana». Cada vez queda menos para que Ribadesella y Arriondas vuelvan a disfrutar de su día grande, el de les Piragües. Después de dos veranos sin celebrarse, los balcones se engalanan y el Sella acoge, nuevamente, a los piragüistas que terminan de prepararse para darlo todo el sábado en el Descenso, convirtiendo a la zona, una vez más, en la capital de la fiesta. Pero algunos no han podido esperar al sábado y han decidido coger sus tiendas de campaña, sus cajas de sidra y sus colchones hinchables y llegar unos días antes a Ribadesella para ser los primeros en disfrutar de la romería y los últimos en abandonarla.

Para Paula Darriba, Óscar Villaverde, Laura Morrero y todo su grupo de Madrid -unos treinta y cinco en total- «venir al Sella es una tradición, llevamos haciéndolo ocho años, aunque algunos, más». Es el caso de José Luis Peñaranda, quien lleva acudiendo a este encuentro «desde hace quince años, cuando venía con mi familia a la fiesta». Todos ellos, expertos en acampadas, coinciden en que es «la mejor fiesta, y nosotros empezamos viniendo cuando éramos adolescentes. Es una fiesta barata, hay mucho ambiente y la gente es majísima», confirmaba Villaverde, a quien todo el grupo denominó «el organizador oficial». Y es que ha sido él quien ha convencido al resto para volver, un año más, a la vera del Sella. Un año que, en palabras de Darriba, «posiblemente sea el de despedida, así que con más motivo para disfrutar». De lo que no cabe duda es de que tienen ganas, pues «desde las diez de la mañana estamos aquí. Fuimos a desayunar y dejamos las tiendas y todo sin montar para coger sitio. Aquí nos ponemos todos los años», contaba Laura Torrellas.

No tan veteranos como sus compañeros de parcela, aunque sin nada que envidiarles, Anyelina Brito, Mario Ramos, Diego Muñoz, Daniel de la Roja y Alberto Miguel, de Guadalajara, repiten la experiencia riosellana al completo, volviendo un año más al camping. «Algunos llevamos tres años viniendo y para otros este es el segundo. La pregunta no es qué nos gusta de esta fiesta. La pregunta es qué no nos gusta», bromeaba Diego Muñoz.

Otros, en cambio, viven la fiesta más tranquilamente. Como Román Heras, quien se echó una pequeña siesta en su tienda para cachondeo de sus amigos, Chus y Mikel García e Iván Barco, quienes llevan viniendo a Asturias desde La Rioja desde hace ocho años. Ellos lo tienen claro: «Lo que más nos gusta son las asturianas». Y mientras unos duermen, como Heras y el madrileño Luis de Lama, otros, como su compañero Roberto Almoguera, sufren tratando de hinchar el colchón que les servirá de cama en estos cuatro días: «No puedo más». Aún así, las expectativas -en palabras de su amigo Luis- «son pasárnoslo genial y sobrevivir, que ayer salimos pensando que no iba a haber nadie y volvimos a las seis de la mañana. Nos encanta el ambiente».

Con mayor o menor cansancio, lo que es seguro es que, este año, nativos y foráneos cantarán más fuerte que nunca el himno de las Piraguas.

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