Diecinueve insumisos y una mayoría de objetores
Miles de jóvenes realizaron la Prestación Social Sustitutoria. Una minoría optó por la insumisión, castigada con penas de cárcel
A. COLLADO
GIJÓN.
Domingo, 28 de marzo 2021, 03:12
Veinte años no es nada. Y todo lo contrario. Hubo una época, tan lejana, tan cercana, en la que los varones españoles sabían desde la más tierna infancia lo que les esperaba cuando se convirtiesen en hombres. Pero no todos, no siempre, estaban de acuerdo. Y durante los años, sobre todo los últimos, que duró el servicio militar obligatorio las voces disidentes fueron alzándose hasta plantar cara al discurso dominante. Hubo quien se negó a hacer la mili. La mayoría, optó por declararse objetor de conciencia y realizar la Prestación Social Sustitutoria. Otros, con un fortísimo compromiso ideológico, se negaron a legitimar un sistema que les restaba libertad ofreciendo esta misma a cambio.
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En Asturias, hubo 19 insumisos. Las condenas de cárcel podían superar los dos años. Los últimos que las cumplieron en segundo grado -sin pase pernocta- entraron en Villabona en 1996. De la pena de dos años, cuatro meses y un día, cumplieron más de catorce meses. Fernando González, Xuan Lluis Gutiérrez y Paco Álvarez entraron, previa noche en el calabozo, en el módulo 2 de la cárcel asturiana, donde «había presos desintoxicándose. Era el módulo más llevadero, sin los episodios de violencia habituales en otros. Su responsable, Faustino, siempre reclamaba a los insumisos», recuerda hoy Álvarez.
Aún así, estaban en la cárcel. «Hubo momentos duros», pero se apoyaron en los cientos de cartas que recibieron desde todo el mundo, se mantuvieron ocupados impartiendo clases de alfabetización a otros presos, organizando un curso de asturiano, echando a rodar una revista que aún hoy existe. Paco Álvarez, hoy reconocido escritor, alumbró allí sus dos primeros libros. Eran pocos y luchaban «no solo por la supresión del servicio militar, sino por la reducción progresiva hasta la desaparición de los gastos militares». Su discurso sobre la influencia de la insumisión en el final de la mili es ponderado: «Al Estado le interesaba tener un Ejército profesional». Pero la lucha mereció la pena.
Otros, es el caso de Hugo Montes, defendían desde la Asociación de Objetores de Conciencia «una prestación social, real, sin que estuviese vinculada a la mili». Este trabajador social había estado trabajando en Proyecto Hombre y, al final del contrato y de varias prórrogas, «tenía claro que no iba a hacer el servicio militar». Hizo la PSS en el centro de salud de Pumarín y pasó la mayor parte ayudando a un hombre con alzhéimer y a un chaval con parálisis cerebral. El último murió al final de su servicio y aún hoy mantiene cierto contacto con sus padres. Porque la camaradería no era exclusiva de la vida castrense.
A la asamblea local de la Cruz Roja de Siero se incorporó a los veintitantos y a tres asignaturas de acabar Biología Benigno Braña. Reparto de alimentos, ayuda a domicilio... «Un tiempo que, al final, damos por bien invertido». De hecho, él y muchos de sus compañeros, después, se hicieron voluntarios. El mismo trabajo, pero una gran diferencia: su entrega, ahora, partía de la libertad.
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