Los secretos que ocultaba el Templo Mayor de Tenochtitlan
El Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales, Eduardo Matos Moctezuma, fue fundador y director de 1978 a 1982 del Proyecto Templo Mayor, en el que se emprendieron las tareas de excavación arqueológica del recinto sagrado de la antigua Tenochtitlán, antigua capital de los mexicas
El 21 de febrero de 1978 obreros de la Compañía de Luz y Fuerza localizaron la escultura monumental de Coyolxauhqui, la cual fue excavada por un equipo de Salvamento Arqueológico del INAH. El hallazgo de este monolito marcó un parteaguas en el estudio de la cultura mexica. Esto ocasionó que el plan original del INAH para crear el Museo de Tenochtitlan se transformara en el Proyecto Templo Mayor, gracias al cual se llevó a cabo la exploración del edificio principal de los mexicas, así como de otras importantes estructuras que componían el centro ceremonial de Tenochtitlan, conocido como el Recinto Sagrado.
Publicidad
Eduardo Matos Moctezuma es el fundador de este proyecto de investigación que cuenta con la participación de los más diversos científicos y que a la fecha cuenta con siete temporadas de excavaciones, las tres primeras de ellas dirigidas por el propio Matos y las cuatro restantes por Leonardo López Luján. La creación del Museo, la actualización de sus contenidos y la presentación de exposiciones temporales se ven enriquecidas por los trabajos realizados en lo que se ha constituido como un centro de investigación de la cultura mexica.
Entre los hallazgos más importantes del Proyecto Templo Mayor están las ampliaciones del Templo Mayor, la Casa de las Águilas, el Cuauhxicalco y por supuesto el monolito de la diosa de la tierra, Tlaltecuhtli.
MUSEO DE TENOCHTITLAN
Sala 1: Antecedentes Arqueológicos
Esta sala tiene por temática los trabajos realizados en el centro de la Ciudad de México, en el área que ocupó el Recinto Ceremonial de Tenochtitlan.
Los hallazgos van desde finales de la época colonial hasta los realizados por el Programa de Arqueología Urbana.
En esta sala, el visitante podrá conocer los artefactos y esculturas encontradas a lo largo de la historia de las exploraciones en el centro de la Ciudad de México. Destacan la cabeza en basalto del dios Xólotl encontrada en Las Escalerillas, el Águila Cuahxicalli, localizada en la Casa del Marqués del Apartado, los recientes hallazgos realizados en la Catedral Metropolitana, así como tres ejemplos de los principales tipos de ofrendas encontradas en el edificio más importante de los mexicas: el Templo Mayor.
Publicidad
MUSEO DE TENOCHTITLAN
Sala 2: Ritual y Sacrificio
Toda la actividad humana entre los mexicas estaba impregnada por un profundo sentimiento religioso, por lo que el ritual formó parte inherente e indisoluble de la vida del hombre que quería comunicarse con sus dioses. Los rituales se celebraban conforme lo dictaba el calendario Tonalámatl y variaban en forma, contenido y duración dependiendo de la divinidad invocada. El ritual guardaba la esencia primigenia de morir para nacer; de morir para satisfacer a los dioses.
Estos rituales se caracterizan por la presencia de una urna o recipiente que contenía los restos óseos cremados, huesos de fauna, así como artefactos, algunos de los cuales fueron cremados junto con el difunto. Los objetos mexicas más antiguos, localizados en la etapa constructiva II del Templo Mayor (1375 a 1427 d.C.), son precisamente dos urnas en cuyo interior había restos de huesos cremados; una de ellas hecha en obsidiana y otra en piedra tecalli: ambas corresponden a un mismo contexto funerario.
Publicidad
Otro de los temas abordados en esta sala es el ritual del autosacrificio, que consistía en perforarse ciertas partes del cuerpo, con navajillas de obsidiana, puntas de maguey o punzones de hueso. Una vez ensangrentados se colocaban en unas bolas de heno llamadas Zacatapayoli, como una ofrenda a los dioses.
También pueden observarse objetos relacionados con rituales como el sacrificio humano, como por ejemplo, los cuchillos-rostro, así como las impactantes máscaras-cráneo. Así mismo, se exhibe un grupo de cráneos de decapitados, los cuales presentan las características perforaciones en el temporal por las que se cruzaba una estaca para colocarlos en el altar Tzompantli. Además, estos cráneos presentan huellas de haber sido desollados, antes de ser exhibidos en dicho altar.
Publicidad
Sacrificio humano
Este tipo de rito se realizaba de diversas maneras y una de ellas era el empleo de una piedra de sacrificios, un cuchillo de pedernal y un recipiente para ofrendar los corazones, llamado Cuauhxicalli.
Revestía gran importancia ya que era la manera en que a la muerte siguiera la vida, tal como ocurría en la naturaleza, en la que a lo largo del año había una temporada de secas donde las plantas morían y una temporada de vida, en que la lluvia hacía renacer los frutos de la tierra, como parte de un ciclo constante.
Publicidad
A través del sacrificio humano se ofrendaba lo más preciado, la sangre y la vida misma, para que a través de la muerte surgiera la vida. Los rituales funerarios
Ofrenda 17
La ofrenda 17 contenía múltiples objetos que probablemente fueron obtenidos como botín de guerras y tributos, así como cráneos de decapitados en los rituales de consagración del Templo Mayor.
En términos generales esta ofrenda era la representación del universo a escala humana. Por ejemplo, los objetos marinos, como son los corales, correspondían al inframundo acuático y el espadarte de pez sierra era la superficie de la tierra. Los cuchillos de sacrificio, los cráneos decapitados y los braseros decorados con un moño al frente, nos remiten a Huitzilopochtli.
Noticia Patrocinada
Presidiendo la ofrenda estaban las imágenes del dios del fuego Huehuetéotl-Xiuhtecuhtli y de Tláloc.
MUSEO DE TENOCHTITLAN
Sala 3: Tributo y Comercio
En esta sala se pueden apreciar objetos producto del tributo, impuesto a través de la guerra y también del comercio que los mexicas mantuvieron con diversos pueblos y que fueron depositados en las ofrendas por su valor simbólico. Algunas regiones fueron muy importantes para la actividad económica mexica, como por ejemplo, los yacimientos de obsidiana de la Sierra de las Navajas, en el actual estado de Hidalgo, y la zona de Otumba, en el Estado de México, principalmente.
Con la obsidiana se fabricaban numerosos objetos: cetros, cuentas, orejeras, narigueras, bezotes, cuchillos, puntas de proyectil, navajillas, etc. La piedra blanca conocida como tecalli, provenía del actual estado de Puebla. La calidad de este material y su transparencia permitió elaborar objetos de gran belleza artística, entre los que destaca una máscara antropomorfa con aplicaciones de concha, figuras en miniatura y representaciones del dios Xiuhtecuhtli.
Publicidad
En esta sala se exhiben, además, objetos provenientes de la zona mixteca, como es el grupo de figurillas de piedra verde, conocidas como penates, y que representan, en su mayoría, al dios Tláloc. De la actual Oaxaca es un grupo de joyas hechas en oro y plata. Los objetos de coral, caracoles y concha, trabajada en relieve, son originarios del océano Pacífico, del Golfo de México y del Caribe mexicano. En esta sala, resulta sumamente relevante un enorme grupo de piezas llegadas de la zona de Mezcala, en el actual estado de Guerrero, que representa máscaras, cabezas y figuras humanas de cuerpo entero. Es importante señalar que en esta sala se exhiben objetos de culturas anteriores a la mexica, entre los que destacan las máscaras teotihuacanas y una máscara olmeca, esta última es el objeto más antiguo encontrado hasta el momento en el Templo Mayor.
Máscara teotihuacana
Publicidad
Esta magnífica máscara teotihuacana, hecha en una piedra color verde intenso, fue encontrada en la ofrenda 82, junto con el par de orejeras que la acompañan. Conserva sus incrustaciones de concha y obsidiana, tanto en los ojos, como en los dientes. Teotihuacan fue la primera gran metrópoli de Mesoamérica y su gran cultura destacó en todos los ámbitos. Las máscaras y rostros teotihuacanos son particularmente reconocidos en todo el mundo, por su calidad expresiva y extraordinaria manufactura. Esta máscara tendría cuando menos ocho siglos de antigüedad cuando los mexicas la depositaron en una de sus ofrendas.
Máscara olmeca
Esta magnífica obra tiene unos tres mil años de antigüedad y puede provenir del área limítrofe entre Guerrero, Oaxaca y Puebla, zonas de influencia olmeca. La máscara mide 10.2 cm. de alto y muestra los clásicos rasgos olmecas que evocan al jaguar, además de la característica hendidura en forma de V en la parte superior de la frente. Los mexicas evidentemente reconocieron el valor artístico de esta máscara y la depositaron en la ofrenda 20, dos mil 500 años después de su elaboración, como uno de sus objetos más preciados.
Publicidad
Xipe-Tótec
El oriente es la casa por donde nace el sol, se identifica con el color rojo, con el glifo Ácatl o caña y está presidido por «Nuestro Señor el desollado», Xipe Tótec. Es el lado masculino del universo. La fiesta a esta deidad se llamaba Tlacaxipehualiztli, que quiere decir «desollamiento de hombres» y se celebraba durante los días de marzo en que se efectuaban las siembras.
Este dios participa en el proceso en el que intervienen también el agua, la semilla y el sol. Xipe-Tótec simboliza la regeneración de la tierra y por ello se le relaciona con la fertilidad, la renovación y el cambio.
MUSEO DE TENOCHTITLAN
Sala 4: Huitzilopochtli
Huitzilopochtli o «Colibrí Zurdo» es el dios de la guerra, advocación solar y patrono de los mexicas. Bajo su tutela, este pueblo se convirtió en el más poderoso del ámbito mesoamericano durante el periodo Postclásico.
Era hijo de Coatlicue, hermano de Coyolxauhqui, la Luna, y de las estrellas, los Centzonhuitznahua, todos ellos dioses de inspiración mexica. Su sitio tan relevante en el Templo Mayor, da cuenta de la importancia que Huitzilopochtli representaba para los mexicas: la guerra y el tributo como parte del sustento económico.
Publicidad
En esta sala se exhiben diversos objetos relacionados con Huitzilopochtli. Destaca entre ellos la escultura conocida como el «Guerrero Águila» encontrada en La Casa de las Águilas, edificio religioso ubicado al norte del Templo Mayor. Los estudios del doctor Leonardo López Luján dan otra interpretación a estas figuras, llamándolos Hombre Águila, que representan al sol ascendente, o al Tlatoani que nace después de su elección como gobernante. Asimismo, la representación del dios de la muerte, Mictlantecuhtli, destaca entre las piezas exhibidas.
Otras esculturas relacionadas directamente con esta deidad son los Portaestandartes, que representan a los Centzonhuitznahua, hermanos de Huitzilopochtli. Además, se puede apreciar una colosal cabeza de serpiente hecha en basalto, que representa a la serpiente de fuego, la Xiuhcóatl, misma que es el arma con que la deidad guerrera derrotó a su hermana.
Otros objetos relevantes de esta sala, y que fueron encontrados del lado correspondiente a Huitzilopochtli, son: la representación de Mayahuel, diosa del pulque; uno de los varios relieves del «Señor de la Tierra», Tlaltecuhtli, varias esculturas del dios del fuego, Xiuhtecuhtli-Huehuetéotl, e, indudablemente, el gran monolito de Coyolxauhqui que se asocia con el mito de nacimiento de Huitzilopochtli, diosa lunar que yace desmembrada y que fue hallada el 21 de febrero de 1978.
MUSEO DE TENOCHTITLAN
Sala 5: Tláloc
En este punto nos encontramos a la mitad de nuestro recorrido por el Museo del Templo Mayor: en el mundo agrícola, de la fertilidad de la tierra -junto con sus implicaciones económicas- que permitía al hombre alimentarse y en el que intervenían muchas deidades presididas por Tláloc.
Publicidad
El dios Tláloc, «el que hace brotar», era la representación del agua divinizada y de la fecundadora de la tierra, que residía en las más altas montañas donde se forman las nubes. Era una deidad benéfica que tenía también su lado negativo al enviar rayos, heladas, inundaciones y granizo, todo lo cual podía destruir las cosechas. Su más importante adoratorio se ubicaba en el Templo Mayor de Tenochtitlán, al lado de Huitzilopochtli y su culto era muy importante ya que de él dependía el sustento de las sociedades agrícolas.
Con toda seguridad Tláloc es la deidad más representada en el Templo Mayor. Por su carácter acuático, se le asociaban diversos objetos como son: representaciones de remolinos de agua y rayos; caracoles, conchas, corales, peces y ranas, infinidad de jarras de piedra con su efigie, entre otros, muchos de los cuales provenían de diversas regiones tributarias y que se pueden apreciar en esta sala.
De este gran grupo de objetos encontrados en el lado correspondiente a Tláloc, destacan la conocida olla con la efigie de esta deidad, la representación de un Chac Mool, la escultura de un caracol marino y un relieve de Tláloc-Tlaltecuhtli.
Olla Tláloc
Tláloc guardaba el agua en ollas, como si fueran una matriz plena de líquido vital. Esta olla de cerámica policromada, muestra los rasgos iconográficos más sobresalientes y característicos de esta deidad. Porta grandes orejeras rectangulares con un pendiente al centro. Lleva sobre su cabeza un tocado con salientes en color blanco, que al parecer representan los cerros, donde el dios guardaba el agua. El color azul, presente en casi toda la vasija, es atributo del agua y en particular de este dios. En su interior se encontraron conchas de madreperla y cuentas de piedra verde, símbolos del agua preciosa.
Publicidad
Tláloc-Tlaltecuhtli
Este relieve nos muestra la asociación del agua con la tierra. Se trata de dos imágenes superpuestas, por lo que se ven dos caras y dos cuerpos en la misma posición. La figura de abajo, es decir Tláloc, tiene el cuerpo en forma de corrientes de agua, lo que recuerda el mito nahua según el cual la Tierra se formó a partir del cuerpo de Tlaltecuhtli, cuando esta deidad se desplazaba sobre las aguas originarias. La imagen de arriba, Tlaltecuhtli, tiene el símbolo ollin, que significa movimiento, a la altura del vientre. Los pechos y la falda con cráneos y huesos cruzados la identifican como figura femenina. Esta forma de representación no es extraña, ya que Tláloc estaba relacionado también con la Tierra y el Inframundo.
MUSEO DE TENOCHTITLAN
Sala 6: Flora y Fauna
Recientemente remodelada, esta sala está dedicada a la flora y a la fauna encontradas en diversas ofrendas provenientes del Templo Mayor y de otros edificios del Recinto Sagrado. Muchos de sus objetos de dedicación eran animales y plantas, rasgo que nos habla de la aguda percepción que los mexicas tenían de su propio entorno y el valor que le daban en relación a su mundo religioso. De hecho muchos de los dioses prehispánicos tenían cualidades y rasgos de animales, producto de esa observación minuciosa del ecosistema del cual el hombre forma parte.
Fueron diferentes los ecosistemas de donde procedía la fauna encontrada en las ofrendas del Templo Mayor: del ambiente templado de la Mesa Central eran originarios el águila, el puma, el lobo, las tortugas y las serpientes, entre otros; de las selvas tropicales: el jaguar, el cocodrilo, el tucán, el armadillo, etcétera; de las zonas de esteros, lagunas costeras y de los arrecifes coralíferos eran los pelícanos, diversos peces como el tiburón, barracuda, pez aguja, pez erizo, mantarraya, caracoles, conchas, corales y erizos, por mencionar sólo algunos ejemplares.
Los restos de fauna y flora encontrados en las excavaciones del Templo Mayor, nos proporcionan un panorama más amplio sobre los ecosistemas y el modo de vida de los mexicas. Este trabajo se realizó gracias a los biólogos especialistas que se incorporaron al equipo de investigación interdisciplinario.
Publicidad
Sin duda, destacan los objetos que fueron descubiertos en la Ofrenda 102 dedicada a Tláloc, dios de la lluvia, en el año 2000 en el predio Las Ajaracas. En ella se hallaron materiales orgánicos únicos (que hasta el momento no han vuelto a registrarse) como fibras de maguey, papel, textiles y flores de yauhtli —que según el Códice Florentino eran utilizadas comúnmente en rituales a dicha deidad—, correspondientes al mandato de Moctezuma II (1500-1520).
Una temática que se integró al guión es el tratamiento que los mexicas debieron realizar en animales como un tipo de taxidermia, según lo que se infiere por las evidencias de cortes en los cráneos o la deposición de esqueletos incompletos, tal como se ha podido observar en águilas reales, colibríes, pumas, serpientes y cocodrilos ofrendados.
MUSEO DE TENOCHTITLAN
Sala 7: Agricultura
Los mexicas lograron un gran desarrollo agrícola-urbanístico, por ejemplo, agrandaron el islote original por medio del sistema de chinampas, lo que les permitió una producción agrícola intensiva, la construcción de casas y edificios en estos terrenos ganados al lago. También trazaron calzadas, canales para el tránsito de canoas y construyeron caminos que entrelazaban distintos poblados con la Ciudad de Tenochtitlan.
La agricultura era una actividad que se regía por un sistema calendárico. Las ceremonias a los dioses tutelares de cada mes o veintena se regían por dicho calendario; muchas de esas fiestas estaban dedicadas a Tláloc y a los dioses de la fertilidad. Además de Tláloc, había muchas otras deidades relacionadas también con la actividad agrícola. Una de ellas era Chalchiuhtlicue, compañera de Tláloc. Otras deidades eran: Chicomecóatl, diosa de los mantenimientos; Xilonen, la diosa del maíz.
Publicidad
El comercio organizado era otra de las importantes actividades económicas del pueblo mexica. Los comerciantes, llamados pochteca, eran personajes que, en general, se tenían en gran estima y su nivel social era suficientemente elevado. La principal actividad comercial se llevaba a cabo en el mercado de Tlatelolco, el cual impactó a los conquistadores, tal y como lo dejan ver en sus narraciones.
En esta sala también se exhiben numerosos objetos utilizados por las comunidades indígenas actuales, con el fin de ejemplificar los utensilios de labranza que debieron emplear los mexicas para la agricultura, así como para su sostenimiento económico.
Chalchiuhtlicue
Chalchiuhtlicue, «La de la falda de jade», es la diosa del agua de ríos, lagos, lagunas y del mar. Según la Leyenda de los Soles, ella alumbró al mundo en el cuarto Sol, en la era Cuatro-Agua. Durante su reinado el cielo era de agua y cayó sobre la tierra, precipitándose un gran diluvio.
Chicomecóatl
Diosa de los mantenimientos y del sustento, por lo que era la patrona más importante de la vegetación, presidiendo el culto al maíz de manera preponderante. El nombre de Chicomecóatl se traduce como «Siete-Serpiente«. Esta olla efigie, con influencia de la cerámica tipo »códice« de Cholula, Puebla, muestra dos dioses íntimamente relacionados con la fertilidad; Chicomecóatl, la diosa de los mantenimientos y el dios de la lluvia Tláloc, uno en cada lado y éste último pintado también en la tapa.
MUSEO DE TENOCHTITLAN
Sala 8: Arqueología histórica
A pesar de la conmoción producida por la destrucción y la muerte que acompañó a la Conquista española, la línea que marca el final de la época prehispánica y el inicio de la novohispana es tan sutil, que es posible observar en esta sala cómo algunos aspectos culturales netamente mexicas sobrevivieron por algún tiempo entreverados con el nuevo pensamiento europeo desarrollándose, con el tiempo, en nuevas formas y estilos que hicieron desaparecer poco a poco el mundo antiguo. Los objetos aquí exhibidos abarcan desde esos inicios de la colonia, hasta el siglo XX.
En las excavaciones del Templo Mayor, fueron encontrados muchos objetos correspondientes a la ocupación española. De los inicios de esta ocupación es una basa de columna colonial que muestra la reutilización de esculturas prehispánicas con contenido religioso para la construcción de edificios novohispanos. También se hallaron escudos heráldicos usados por los nobles, tanto criollos como peninsulares, con el diseño correspondiente al apellido, mismos que eran colocados en las fachadas de las casas, con lo que se distinguía a una familia de otra.
A partir de 1541, los mexicas conquistados fueron aprendiendo diferentes técnicas de alfarería europea como el vidriado, además del empleo del torno. Así la cerámica indígena adquiere nuevas formas y estilos. Por otro lado, la técnica del vidrio soplado se comenzó a trabajar en Puebla en 1542, y el vidrio plano para ventanas y vitrales se elaboró hasta el siglo XIX. El mosaico de azulejo es otra de las técnicas de origen árabe utilizadas durante la Colonia y no son pocos los ejemplares que se encontraron en las excavaciones del Proyecto Templo Mayor y del Programa de Arqueología Urbana.
En las excavaciones del Templo Mayor y del Programa de Arqueología Urbana, fueron encontrados muchos objetos de metal que corresponden a diversas etapas de nuestra historia. Entre los hallazgos destaca una ofrenda colonial encontrada en la capilla de ánimas, la cual tenía labrada la fecha de 1721.
Basa de columna
La basa tiene en la planta inferior la imagen del «Señor de la Tierra«, Tlaltecuhtli. Los antiguos mexicanos colocaban las representaciones de este dios en contacto directo con la tierra; por eso durante los primeros años de la Colonia, los indígenas las seleccionaban subrepticiamente para hacer la columna colonial que les ordenaban, con lo que el dios quedaba en la parte inferior de la columna, en su posición original como en los tiempos antiguos y así le rendían prohibido culto.
1 año por solo 16€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión