Cigarreras de la Fábrica de Tabacos, en 1909.
Historias de Asturias

El escrito de la polémica

Un artículo jocoso sobre las cigarreras provocó la protesta de las mismas. Se reunieron en una comisión para mostrar su enfado con el escrito

Viernes, 12 de mayo 2023, 00:15

1898. Hace 125 años.

Hasta Fabriciano González, Fabricio, que estaba por ser cronista oficial de la ciudad, cometió en su vida algún traspiés. De lo más sonado fue el que, hace hoy 125 años, puso en pie de guerra a las cigarreras de la Fábrica de Tabacos. «Créense las pitilleras con mucho lustre y más dinero para que ninguna que de la aguja tire tenga nada que decir de ellas», comenzaba el escrito: comparando a las obreras de la Fábrica de Tabacos con sombrereras, chaqueteras o todo tipo de costureras, en general, que en Gijón abundaban, y que, según él, tenían «gran orgullo en no oler a tabaco» y se las daban de «distinguidas» frente a las otras.

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Fabricio aseguraba que la pitillera modelo era «honrada y laboriosa, y por lo común, morena; de asaetados ojos y de muy fresco lenguaje» -ojo ahí-, «da una desencantada al primero que se presente, si lo hace con educación y no es un calavera. Porque los calaveras, eso sí, son el chocho codiciado de las pitilleras». Vivían en Cimavilla y en el Práu de Don Gaspar; algunas, también, «bajo de villa», «pero estas pasean en el Tacón y les da vergüenza salir con el cesto de la fábrica, por lo que tienen encargado que se lo lleven a casa, distinguiéndose, además, por su mayor lujo en el vestir, y por sus atildamientos». Todas, con la uña negra de tanto liar tabaco, dadivosas y jugadoras.

«En ninguna parte como en la fábrica hay tanta industria y especulación», afirmaba Fabricio. «Rifas, subastas, turrón por navidad, bollos por Pascua, alhajas en todo tiempo, muebles y ropas para pagar al mes, dinero prestado a peseta mensual en duro; en fin, la mar y los siete ríos». Y no sentó bien. Una comisión de cigarreras protestó, vía misiva, por el sarcasmo. «Con sentimiento hemos sabido que algunas de las laboriosas operarias de nuestra fábrica de tabacos se mostraron ofendidas por (....) el artículo que en estilo jocoso dedicó a las pitilleras nuestro colaborador Fabricio», se dijo, para intentar arreglar el entuerto; al día siguiente, González se vio obligado a denunciar las «malignas interpretaciones a su artículo» y a asegurar que tenía una hermana en el gremio vilipendiado. ¡Menuda marimorena!

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