La muerte de un genio
Tal día como ayer falleció Pablo Picasso. La noticia llegó a nuestra portada al día siguiente, centrada en la incógnita del entierro
1973. Hace 50 años.
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Picasso murió en Mougins, Francia, el 8 de abril. Nosotros lo sacamos en portada: «A las 11.40 horas ha fallecido en su domicilio de Mougins, barrio de Notre Dame de Vie, Pablo Ruiz Picasso, nacido en Málaga (España), el 25 de octubre de 1881, pintor artista, hijo de José Ruiz y de María Picasso». Así rezaba, según contamos, el acta de fallecimiento levantada tras la comparecencia en el Ayuntamiento de Paul Ruiz Picasso, el hijo del genio. Pero más incluso que la muerte del artista, sorprendía -y por ello la noticia se centró en este particular- que no se hubiera fijado aún «fecha alguna para el entierro del gran pintor español». Solo se sabía que la familia había decidido celebrar la inhumación «en la más estricta intimidad» y que los funerales no se llevarían a cabo «en la provincia de los Alpes Marítimos, donde se encuentra la propiedad» donde murió.
Se fue Picasso y el mundo paró. «Todas las fuentes informativas del domingo rompieron el curso de sus emisiones normales para dar la noticia de la muerte, acompañándola del mayor número de datos posible, más o menos exactos, pero reveladores de la personalidad del artista español», contamos.
La televisión improvisó una emisión por la que los espectadores «pudieron ampliar sus conocimientos sobre el pintor desaparecido», y maldito también en un franquismo agonizante, pero aún vivo, «y compartir el sentimiento de sus amigos que vinieron a comunicar sus impresiones». La propia crónica de las agencias de noticias excluía el hecho de que el malagueño hubiera militado en el Partido Comunista Francés o que su 'Guernica' se hubiera inspirado en los horrores de la Guerra Civil y del bombardeo de la Legión Cóndor sobre la localidad vizcaína. Sí recalcaba, en cambio, la muy elevada fortuna personal de Picasso, quien, «además de sus propiedades de Mougins y Cannes, tenía colecciones de magníficos cuadros, conjuntos excepcionales de Renoir, de Cezanne, de Rousseau, de Modigliani» y de otros tantos. Aún mayor fue la valía del artista, a quien esa noche velaron, además de su familia, decenas de gendarmes. Con él terminaba una época.
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