Sin música, pero con mucha fe
San José reunió a un millar de feligreses el día de su patrón. Sin embargo, extramuros se extrañó la ausencia de la banda municipal
Miércoles, 22 de marzo 2023, 03:13
1898. Hace 125 años.
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La de San José de hace 125 años fue una fiesta populosa... pero sin música. Andaba el Ayuntamiento, como recordarán nuestros lectores, racaneando el sueldo a la banda municipal, «no obstante estar pagando dos directores y de figurar 16.705 pesetas con tres céntimos para música en el presupuesto». ¡Se dice pronto! «La fiesta profana dejó que desear», dijimos, «pues el gentío que llenaba el paseo contiguo a la iglesia y los alrededores de la misma, cuya avenida estaba engalanada con gallardetes, echó mucho de menos una banda de música que amenizase la romería y solo los pianos de manubrio entretenían en diferentes sitios a los romeros».
Un sindiós. Menos mal que, olvidando los extremos menos agradables de la celebración, tal día como hoy contamos que días atrás, el último sábado, la fiesta religiosa sí brilló. Se celebró, por un lado, en San Pedro, donde al excelso patriarca le honraron las palabras del orador P. Pérez, quien pronunció, durante el novenario, «una serie de sermones de moral práctica para el buen cristiano, y de provechosas enseñanzas que tendían a atraer al que erróneamente se halla distanciado de nuestra religión, y hacerle entrar en la senda de la virtud».
A las siete de la mañana
¿Cuántas personas hubieran madrugado en nuestros tiempos para recibir la comunión a las siete de la mañana? Hace 125 años lo hicieron, al menos, todos los socios del Círculo Católico; hubo misa tres horas después, con panegírico a San José «como padre nutricio del verbo y esposo de la Virgen». En el nuevo templo de San José, más visitado por los obreros, «como lo fue el santo patrono», que vivían al derredor, se remató la fiesta, con comunión general a «unas mil personas, según cálculos aproximados» y misa cantada. El presbiterio de la nueva iglesia, «que tanto agradece la ornamentación, estaba adornado con sencillez y con mucho gusto, imprimiéndole ese carácter que revisten siempre las solemnidades religiosas en nuestra villa, y el templo era ya insuficiente, sobre todo por la tarde, para el concurso de fieles que asistió este año a los solemnísimos cultos celebrados en honor de su titular». No se dio mal, a pesar del silencio.
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