De El Natahoyo a Poniente
Con presencia del alcalde y del presidente del Principado, comenzó el derribo para dejar suelo libre a la operación urbanística
Arnatza Margolles
Sábado, 1 de julio 2023, 03:25
Teresa y Argentina sabían bien que no había que echar la vista atrás, pero no podían evitarlo. Eran 65 años viviendo allí, en lo que hasta entonces se llamaba El Natahoyo, entre la calle de Mariano Pola y la plaza de Máximo González. Aquella etapa no se olvidaría fácil, pero estaba a punto de finalizar. Hace hoy 25 años se demolieron los edificios como aquel en el que vivían ambas mujeres desde antes de la guerra. El desarrollo urbanístico y los planes para el lugar que, a partir de ahora, se llamaría Poniente, apretaban las tuercas. «Lloro mucho estos días. No lo puedo evitar», nos decía Teresa, que había conocido «la fábrica de Moreda, el pleno apogeo de los astilleros y, sobre todo, el paso de los trenes bajo su ventana». Ahora llegaba el último capitulo: la expropiación.
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Ellas no -era mucha la pena- pero Areces, alcalde a la sazón, Sergio Marqués, presidente del Principado, y Juan José Tielve, el consejero de Fomento, acudieron a los primeros derribos. «La recuperación del área de Poniente forma parte de las piezas de la política municipal de mejora de la fachada marítima de la ciudad», dijo Areces en un acto al que no asistió ningún miembro del PP gijonés. Las del partido conservador, en plena crisis entre el Principado y el vicepresidente del Gobierno, Álvarez-Cascos, «casi fueron las únicas ausencias, porque no faltaron a la celebración ni los trabajadores del Ciata» En la Sociedad de Gestión y Promoción del Suelo (Sogepsa), encargada de los trabajos, hubo malestar por aquella falta, pero no sería por políticos presentes: estuvieron allí desdelos miembros del comité de empresa del astillero hasta Xuan Xosé Sánchez Vicente, del PAS, pasando por destacados constructores como «Francisco Cascos, sin Álvarez».La ironía endulzaba el momento, tenso para los viejos vecinos. «'No sé qué hacemos aquí sin cascos'», dijo, con sorna, Sánchez Vicente «cuando las máquinas empezaron a derribar paredes». Ciertamente, no los hubo ese día para los invitados. Pero desde entonces hasta que finalizó la construcción de los edificios previstos, cuyas maquetas se exponían ya bajo una carpa del nuevo Poniente, no faltarían, no.
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