En vivo y desde el mar
Lo último en internet llegaba a Gijón: ya era posible ver en directo la ciudad a través de una cámara de vídeo situada en el Muro
1998. Hace 25 años.
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Hace cinco lustros, la moda de las videocámaras que retransmitían en directo los avatares climatológicos y el lento transcurrir del tiempo pegaba fuerte. Y, claro, aquí no tardó en llegar. Sucedía, además, que precisamente por entonces andaba el Ayuntamiento en pie de guerra contra ciertos meteorólogos que daban pronósticos a nuestro entender exagerados para la ciudad, con todo lo que aquello podía significar para el turismo. De modo que la cámara de vídeo del Muro llegó a la red con un pan bajo el brazo. «Se trata», explicábamos, «de una ventana al Cantábrico, desde la que se puede contemplar en vivo, por lejos que esté la mirada, la verdadera cara de la atmósfera, el color del cielo y la imagen fiera, revoltosa o mansa del mar, cuyo horizonte corona el 'Elogio' de Eduardo Chillida».
Se sonreirán los más jóvenes, pero lo cierto era que pocos años antes de la llegada de la videocámara del Muro todo eso nos hubiera sonado más bien a ciencia ficción. Ahora era posible «gracias a la tecnología de internet y a los esfuerzos por atrapar el futuro de la empresa Netcom, que dirige Jorge Suárez, y que, con la colaboración de EL COMERCIO, desde hace un par de semanas procesa para todos los ordenadores conectados a la red las imágenes captadas por una cámara de vídeo de control remoto situada estratégicamente en el Muro de San Lorenzo».
No era un vídeo, eso sí, lo que se retransmitía exactamente, sino una sucesión de imágenes que se renovaban cada 20 minutos. «En un futuro cercano», leemos, el sistema «recibirá una panorámica en la pantalla del ordenador, ofreciendo secuencias diferentes que comunicarán con la realidad visual en periodos cada vez más cortos. 'Llegará un día en que la imagen sea móvil, ya que podrán ser procesadas todas las capacidades de grabación del vídeo que ahora actúa solo como una cámara fotográfica', comenta Suárez». Hoy, en tiempos en que todo se mide en 'streaming', esta nos parecerá casi, casi la Prehistoria digital. Pero en 1998 no quedó gijonés por contemplar el mar, de 20 en 20 minutos, en aquellas imágenes pixeladas desde el ordenador.
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