Adiós al guardameta Lerín
El histórico portero del Sporting, por entonces Real Gijón, murió en Zaragoza a los 84 años, víctima de una insuficiencia renal
Lunes, 20 de noviembre 2023, 01:00
Todos los aficionados al fútbol en Gijón que lo eran en 1944 -y aún quedaban algunos hace 25 años, cuando murió el protagonista de esta dolorosa anécdota- recordaban lo que había pasado el aciago 30 de enero. Lo contó EL COMERCIO del 1 de febrero. Ese día fueron dos las noticias principales: un cáustico discurso de Hitler, envalentonado en no importa qué aniversario del Reich, y el choque de Lerín con Alfonso en el partido Real Gijón-Murcia. Había ocurrido que Alfonso, delantero del equipo murciano, remató a gol sobre la puerta defendida por Lerín y este se lanzó a sus pies para detener el tiro. El delantero no consiguió parar a tiempo y tropezó su pierna, «fuertemente sujeta al suelo, con el codo de Lerín», que no lo vio venir. La lesión fue brutal. A Alfonso, días más tarde, hubo que amputarle la pierna. La desgracia nunca se olvidó.
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Esta era, tal vez, la anécdota más recordada de Andrés Lerín, portero del Sporting -por entonces Real Gijón, por estar prohibidos los anglicismos- entre 1943 y 1945. Tal día como hoy, pero de 1998, anunciábamos en EL COMERCIO la muerte, a los 84 años, del guardameta. No había podido superar una insuficiencia renal que le mantenía ingresado en un hospital de Zaragoza desde principios de mes. Navarro de nacimiento (1913), Lerín había debutado en 1927 en el Tudelano y se retiró del fútbol activo en Zaragoza, en 1952. Entre medias pasó por Perpignan, Murcia y Gijón, y desde que dejó de ser futbolista hasta su jubilación, en 1978, fue ayudante del entrenador, masajista y delegado de campo en La Romareda.
Fue una carrera sólida, pero difícil, y que hubo de sobreponerse a la Guerra Civil. «Yo era republicano», dejó dicho, «y nunca lo negué». Cuando estalló la contienda, en 1936, él ya era una estrella, pero no importó. Temeroso de lo que pudiera ocurrir al enterarse, ya en septiembre, de que el ejército sublevado había comenzado a dominar la zona, se exilió a Francia.
Conoció la vida en los campos de concentración y, a pesar de todo, pudo volver, tal era su prestigio como jugador. Hubo quien le siguió señalando, pero en 1944 consiguió llevar al Gijón a Primera División. Grande entre los grandes.
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