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Primera entrega de Crónicas femeninas.

Crónicas para la mujer

Con la aparición de una sección dedicada exclusivamente al público femenino, EL COMERCIO declaraba estar «a la moderna»

Miércoles, 15 de noviembre 2023, 01:25

Pasaron 45 años desde la aparición de nuestro primer ejemplar para que EL COMERCIO dedicase una sección en exclusiva a la mujer, Entendida, eso sí, como se entendía que era por entonces el 'target' de interés para las 'hijas de Adán'. 'Crónicas femeninas', una breve sección semanal que se mantendría hasta agosto de 1924, comenzó a publicarse tal día como hoy. Firmada por 'Aida', fue aquella, más bien, para nuestro ojo actual, una sección de modas. Pero así era como se pensaba en la femineidad en 1923. «EL COMERCIO es un periódico a la moderna», declarábamos en nuestra portada, y no nos sobraba razón, porque pocos ejemplos más había de contenidos pensados para la mujer en diarios generalistas.

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Cuidábamos de que en nuestras páginas «no falte nada que a su público pueda interesar. Si esto es así, ¿cómo había de olvidarse de sus distinguidas lectoras? ¿Cómo no publicar algo que encaje dentro de sus gustos y aficiones?». A lo largo de las semanas, 'Aida' fue desgranando los entresijos de los 'looks' de moda y, de cuando en cuando, hablando también «de otra infinidad de cosillas que indirectamente afectan a la 'mujer de una casa'». Arrancábamos con las 'Crónicas' en portada y la propuesta de un «gorro de mañana, en crepé de seda blanco o en 'linón', guarnecido de encaje, completando su adorno una cinta de seda, lavable, del color que más agrade a cada cual».

Una prenda que hoy se conocería como 'de fondo de armario': «es (...) sencilla y elegante, que debéis adoptar, y, seguramente, no habrá de pesaros, pues vuestros espejos se encargarán de deciros: 'estáis encantadoras'». Trascendiendo al estilismo, a la semana siguiente 'Aida' dio a nuestras lectoras la receta de los panecillos irlandeses, hechos de harina de trigo, manteca y leche. Pero poca broma. Entre masas y sedas, las 'Crónicas' llegarían, entre líneas, a sugerir la necesidad de que fuera una mujer quien tomara el bastón de mando de la ciudad. ¡En 1924! La política, decíamos entonces, no era un juego propio de hombres. «Lo juegan mal. Es más bien 'juego de damas'». Ahí es nada. ¿Estábamos o no 'a la moderna'?

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