El extraño bólido 'fantasma'
La llegada de un coche de carreras alertó a las autoridades. Los ocupantes resultaron ser dos excéntricos industriales gallegos
Martes, 21 de noviembre 2023, 01:09
Los ánimos, háganse cargo, estaban pelín alterados en el Gijón del otoño de 1923. Hacía solo dos meses del atraco de los pistoleros anarcosindicalistas al Banco de España, y, además, no abundaban los coches aún en nuestras calles. Aún menos los bólidos de carreras que, a principios de noviembre, habían saltado a la prensa nacional por lo curioso del campeonato celebrado con motivo de la inauguración del Autódromo de Sitges. Así que fue aparecer uno... y magnificarse todo. El 19 de noviembre llegó a la redacción de EL COMERCIO el rumor «de que un coche misterioso había entrado en la ciudad, y que no pasó desapercibida su presencia para los encargados de vigilancia de la población». La anécdota no podía ser más noticiosa. Y comenzamos a investigar.
Publicidad
Lo hicimos, o lo hizo, más bien, un intrépido reportero de nuestro periódico, que hasta la fecha sigue en el anonimato. El método, artesanal pero efectivo, fue recorrerse, uno por uno, todos los garajes de la ciudad. La pista se encontró en uno de la calle del Marqués de Casa Valdés, donde se decía que los ocupantes del vehículo se habían dirigido al Centro Obrero Socialista de la calle de Benito Conde. «¿Serán comunistas?», se preguntó el periodista, que estaba a punto de conocer que en el tercer piso de aquel mismo bloque había una casa de huéspedes sin relación ideológica con el centro. Los encontró allí: ambos vestidos de negro... y con un fuerte acento gallego. «Ya sabemos a qué vienen ustedes», sonrió uno de los sospechosos. «A enterarse de si somos pistoleros, ¿no es eso?».
Eso era, en efecto. Y no. José L. y Andrés L., gallegos, amigos y prósperos industriales del sector de la salazón, se habían agenciado el coche que acababa de ganar el cuarto premio en Sitges, por puro capricho o, si se prefiere, afición. «Le cambié de carrocería, y en él hicimos el viaje a Gijón», respondió, divertido, José L., a nuestras preguntas. Ya lo había hecho a las de la Policía, a la que había dado mala espina el que, viniendo en tan buen vehículo, los gallegos se alojasen en un hotel humilde. Tuvo tanta gracia lo del bólido 'fantasma' que los industriales prometieron comprarse, al día siguiente, EL COMERCIO para recortar y guardarse la curiosa crónica. ¡Hay que ver!
1 año por solo 16€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión