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En 1973 ya advertíamos de la dependencia a las máquinas.
Viejo Gijón

El fiasco del año 2000

A cinco lustros del cambio de siglo, los expertos decían que se trabajaría menos, se cobraría más y habría mucho tiempo libre

Miércoles, 13 de septiembre 2023, 01:54

Arriesgada cuestión la de adivinar el futuro. Aunque en 1973 la llegada del siglo XXI ya no se veía como una cuestión de ciencia ficción (quedaban, a fin de cuentas, menos de 27 años para el 2000), sí se sabía que el mundo iba a cambiar, y que ese cambio vendría, entre otras cosas, de «una progresiva expansión científica, susceptible de constantes renovaciones». Cosa aparte era saber en qué medida las máquinas, que ya comenzaban a sustituirnos en el trabajo, nos beneficiarían o perjudicarían. Los cálculos eran más optimistas de lo que quiso ser, terca, la realidad, y tal día como hoy, hace medio siglo, asegurábamos que en el siglo XXI «tendremos más tiempo libre que nunca».

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Cuatro generaciones

«Se cree que en un futuro no lejano convivirán normalmente cuatro generaciones como mínimo. En la actualidad somos tres las que nos disputamos el aire que respiramos. La mortalidad de los niños se verá reducida e incluso las personas adultas vivirán más tiempo». Era cierto en parte, porque no contábamos con la caída en picado de la natalidad, ni con que en lo laboral las máquinas tampoco iban a ser de gran ayuda. En 1973 se preveía que en el siglo XXI la 'semana laboral' sería «de 40 horas», tal y como preveían los preacuerdos de Bruselas entre sindicatos y patronos. Hoy sabemos que no se llegaron a cumplir. A pesar de la mecanización de las industrias o de la dependencia de la fábrica.

También más felices

«En el año 2000 el hombre trabajará menos, ganará más, tendrá mucho tiempo libre, empleará más su inteligencia que su fuerza, pero ¿será más feliz?». También a eso tenía respuesta el estudio, del que llegaban noticias por Saphan Press: en España seríamos, decían, más religiosos y más felices; se integraría a la mujer en el mundo de los negocios y en los puestos deportivos y estaríamos a un tiro de piedra de la curación del cáncer. Pero también habría menos solidaridad, y que nos mataríamos menos. «El hombre tendrá que acabar dándose cuenta de que la violencia nunca engendrará la paz ni dará paso a la felicidad». Medio siglo después, aún andamos dándonos cuenta de eso. Por no hablar de todo lo demás.

1973. Hace 50 años.

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