Infanticidio en el Cervigón
En las inmediaciones de los merenderos de Casa Blanca apareció el cadáver de un niño recién nacido, muerto con gran violencia
Domingo, 19 de noviembre 2023, 01:27
Era, lo sigue siendo, el peor de los crímenes. El más contra natura: matar a un niño. Y, sin embargo, de los más habituales de la criminalidad de principios de siglo. Los infanticidios causaban horror en el Gijón del primer tercio del siglo, pero no se pregonaban tanto como otros sucesos. Primero, por evitar el famoso 'efecto llamada'; en segundo lugar, porque no tenían fácil resolución; y por último, por su habitualidad en un mundo en el que había mucha miseria pero pocos métodos de contracepción. Sea como fuera, lo cierto es que hace hoy un siglo EL COMERCIO informó de que Isidro Álvarez, un vecino de Somió que solía recoger algas en las inmediaciones de los merenderos de la Casa Blanca para utilizarlas de abono, había encontrado el cadáver de «un feto de todo tiempo», es decir, de un recién nacido, con señales evidentes de haber sufrido una muerte violenta.
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Estaba en el sitio denominado de La Salmoriera. Hasta allí se desplazó el Juez de Instrucción, Carlos Batalla, acompañado de Ricardo Costales, el secretario, y el médico forense Alfredo Pico. Sabían que había poco que investigar 'in situ'. Que era habitual que las infanticidas -en aquel caso, en aquellos tiempos, la estadística decía que estas solían serlo en femenino- se deshicieran de los cuerpos de los críos aprovechando la cercanía del mar, aunque los hubieran matado antes. El feto, que era de varón, fue de este modo trasladado al hospital, y allí se le autopsió.
El resultado: el horror. El niño, que tenía el cordón umbilical seccionado, presentaba «una profunda herida en el cuello», dejando al descubierto «todo el paquete vascular de la región carótida». Para qué especificar más. Había sufrido, además, un fuerte golpe en la cabeza, y todo ello, como mucho, tres días después de haber nacido. «Se han dado órdenes para la busca y captura de las personas que han intervenido en tan repugnante delito», dijimos, incapaces de sustraernos al horror, y poco más. A los pocos días se supo que las evidencias habían llevado a las autoridades a indagar en la zona de La Catalana, aunque centraban sus esfuerzos en cierta casa del Tejedor, un barrio donde la prostitución tenía mucho peso. Era, de puro triste, una noticia para olvidar.
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