Perdidos, pero a salvo, en San Isidro

Fue un amigo de J. L. A. O., de 43 años, y M. V. Á. L., quien dio la voz de alarma de su ausencia después de haber partido a hacer una ruta a través de la pista de Wamba, al inicio de la cual se encontró la furgoneta de la pareja gijonesa. Fue hace cinco lustros. La noticia llegó en plena angustia por la desaparición, esta en los Picos de Europa, de J. M. P. M., un excursionista valenciano de 22 años al que se le perdió el rastro en las inmediaciones del Colláu Gamonal, la misma zona donde se había perdido, años atrás, el niño Germán Quintana. Ni uno ni otro aparecieron nunca, pero por fortuna, los gijoneses sí, y bastante animados: «Volveremos a repetir el próximo fin de semana», aseguraron tras haber sido localizados por los efectivos de rescate. Sobrevivieron al temporal pertrechados por sacos térmicos, a techo en una cabaña de pastores y dando cuenta de «un kilo de lentejas, tres morcillas rancias y unas patatas almacenadas por los pastores en época de bonanza» en aquel lugar. Nunca temieron por su vida, pero sí sufrieron por la incomunicación. La montaña, tan bella, a veces también es cruel.

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