Los muchos pocos que suman
TUS DERECHOS ·
Cómo reconducir nuestra economía doméstica y ajustar gastosUno de nuestros proverbios favoritos es ese que asegura que más valen muchos pocos que pocos muchos. Es la reflexión clave para entender que cada pequeña acción o gesto suma, que un grano no hace granero pero ayuda al compañero y que, si le damos la vuelta, no prestar atención a cuestiones que nos parecen sin importancia por su escaso valor puede generarnos pérdidas interesantes a largo plazo.
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Y ahora estamos en un momento en que todo cuenta. Las subidas constantes de artículos que son básicos y de los que no podemos prescindir nos obligan necesariamente a replantearnos muchos esquemas que dábamos por sentados en nuestra vida diaria. Desgraciadamente cada vez más personas se encuentran en una situación en que les «sobra demasiado mes al final del sueldo» como reza otra de las frases que se están volviendo habituales en los hogares de nuestro país.
La guerra, el elevado precio del combustible, la electricidad y el gas, la escasez de determinados recursos, el aumento de precios generalizado de productos esenciales... nos exige parar a pensar y reconducir nuestra economía doméstica. Si no podemos prescindir de aquellos productos que son necesarios, contamos con la opción de darle una vuelta a aquellos en los que podemos ajustar. Un pequeño recorte en algunos de ellos puede significar, al final de mes, un ahorro que, hoy en día, puede ser más que interesante. Veamos algunos ejemplos en cinco consejos clave:
1.- Realizar un seguimiento y una revisión periódica de nuestros gastos es, más que recomendable, necesario. De esta forma podemos darnos cuenta de los que son imprescindibles, de si se nos va el dinero en productos o servicios superfluos de los que podemos fácilmente prescindir, en los que son habituales o recurrentes o en los que son esporádicos o que atienden a circunstancias extraordinarias. Esto nos va a permitir también planificar y organizarnos mejor y, por supuesto, eliminar aquello que no usamos o que es fácilmente sustituible. Pongamos un ejemplo: si vas muy de tarde en tarde al gimnasio, ¿para qué mantienes una cuota mensual? ¿y si lo cambias por una actividad física al aire libre? Si pagas una suscripción de una publicación y ni la abres cuando te llega o apenas la lees, ¿por qué no apuestas por eliminarla e invertir ese dinero en algo que realmente te aporte?
2.- Los gastos fijos requieren una especial atención. Algunos son inamovibles o no dependen en gran medida de nosotros como, por ejemplo, el importe mensual de los gastos de comunidad de propietarios o de la devolución del préstamo hipotecario o del alquiler... pero otros muchos sí que son revisables y mejorables. El cambio de compañía de luz o de teléfono o de seguros puede significar un ahorro mensual cuando menos interesante y, en muchas ocasiones, no lo hacemos por pereza o por mantener prestaciones que realmente, en gran parte de los casos, no utilizamos.
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Hay que revisar los contratos, estudiar muy bien esa «letra pequeña» que tanto nos cuesta leer y ver en qué medida podemos mejorarlos. estudiar el mercado, comparar y no tener miedo de cambiar si el servicio se ajusta más a lo que realmente precisamos y resulta más económico.
3.- Esta misma idea es aplicable a la entidad bancaria con la que trabajamos. Pensar en cambiar de banco, casi siempre, se nos hace muy cuesta arriba porque implica gestionar un conjunto de domiciliaciones que, para muchos, es una tarea complicada y, para casi todos, sumamente engorrosa. Hay que tener en cuenta que muchas entidades, si les planteas que vas a ser su nuevo cliente, te ayudan con esta tramitación. Al igual que lo que comentábamos antes, es importante comparar en función de nuestra situación económica y cambiar si las condiciones que nos ofrecen son mejores. Luego, con el tiempo, como todo, esas condiciones se modificarán y, si vuelven a dejar de interesarnos, será el momento de hacer un nuevo cambio.
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4.- Incluir un consejo relativo a las compras puede suponer introducir tantos supuestos como productos podemos adquirir. Vamos a mencionar tan solo algunos de los básicos. Si hablamos de alimentación, una de las recomendaciones clave, además de las ya conocidas relativas a estudiar las ofertas, visitar varias tiendas o supermercados, utilizar las marcas blancas, etcétera, es la de planificar las comidas a lo largo de la semana. Un buen plan, con las cantidades adecuadas, implica un buen ajuste. No tirar comida es básico si pensamos en el ahorro.
Si hablamos de cualquier otro producto no hay que olvidar que hay una realidad que se impone cada vez más y que ciertamente nos permite mejorar nuestra economía: la compraventa de segunda mano. Tanto vender las cosas que no usamos como comprar las que necesitamos a través de estos canales puede implicar un ahorro importante. Ahora bien, hay que controlar bien qué compramos, en qué condiciones, qué garantías tenemos, qué precauciones debemos tomar... Obviamente no es lo mismo comprar un pantalón, un móvil o un coche.
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El último consejo respecto a las compras es básico pero cuántas veces lo olvidamos: evitar comprar de forma compulsiva. Pensar qué necesitamos realmente y adquirir solo aquello que encaje en esta premisa es difícil por eso es importante hacer una lista y un presupuesto y tratar de no extralimitarnos. También hay algunas compras que se pueden fácilmente sustituir por algo más diferente e imaginativo, ¿has pensado que tal vez sea más emotivo un regalo personal y personalizado que algo simplemente adquirido en una tienda? También en esto se pueden cambiar los hábitos.
5.- Claro que hay excepciones a la regla de controlar las compras porque, en ocasiones, el gasto en alguna de ellas o en ciertas obras, compensa con el ahorro que nos van a implicar en el futuro. Pongamos ejemplos: cambiar a bombillas de bajo consumo, comprar electrodomésticos energéticamente más eficientes, hacer una revisión periódica de las instalaciones y bienes, efectuar arreglos que mejoren rendimiento o eficiencia... Todo ello implica un coste pero, a medio y largo plazo, el ahorro que puede conseguirse puede ser más que interesante.
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Estas son solo algunas ideas pero, por supuesto, se puede añadir infinitas más. De todas ellas vamos a cerrar este artículo con una que, sin duda, es un gasto totalmente prescindible y evitable: el pago de multas o sanciones, por ejemplo, por infracciones en la conducción.
Siempre es complicado cambiar nuestras rutinas pero se puede hacer, poco a poco, en la medida de nuestras posibilidades, y, de este modo, ir consiguiendo resultados que, si vamos sumando, pueden alcanzar esos «muchos pocos» por los que apostábamos al principio.
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