«Soy un afortunado, ya lo sabía antes de romperme la rodilla»
«Ver la cicatriz de la lesión un año después me recuerda un poco todo, incluso cómo pasa el tiempo. Me mantiene en el suelo» Nacho Méndez Futbolista del Sporting
JAVIER BARRIO
GIJÓN.
Jueves, 28 de septiembre 2023, 01:09
«Vivir con miedo no ayuda, nunca sentí temor a recaer. Meto la pierna sin problema, voy a los duelos... Si no fuera por la ... cicatriz, no sabría cuál es la rodilla operada». Pasado mañana, Nacho Méndez (Luanco, 1998) cumplirá un año de aquella triste noche en Tenerife, cuando se destrozó la rodilla en un encontronazo con Aitor Sanz. Hoy, tras una remontada ejemplar e inspiradora, es capital para 'MAR'.
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-¿Supo al momento que era una lesión grave?
-Es que no era algo que pudiera comparar con una sensación del pasado. Fue una entrada que no me esperaba. No sabría describir la sensación. Me asusté, sí. Tuve una sensación rara y, sobre todo, cuando vi la cara del doctor, que ya pedía el cambio. Pero no sentía un dolor que me impidiera seguir en teoría.
-¿Quería seguir?
-Hice el amago, pero ya no podía apoyar. Al ver las caras de todos, la preocupación, intuí qué podía ser. Quise agarrarme a si sería un esguince, que fue lo que me dijeron en principio para tranquilizarme. Pero Maestro me vio al volver y ya me dijo que, al 99%, sin falta de la prueba, sabía que me iba a tocar un proceso largo y una operación.
-Esa noche, en la zona mixta del Heliodoro, estaba muy tocado.
-Se me juntó todo, la incertidumbre... Me aferré a la mejor posibilidad. Pero se me juntó un momento particular: lo que había pasado en el verano, todo lo que hice para que llegara ese momento, estaba disfrutando de titular. Pero volví a la casilla de salida, esa era la sensación. Veo todavía el vídeo de la zona mixta y me da un poco de vergüenza (risas). Todo esto me ha servido para mejorar en varios aspectos, madurar en otros y conocerme más.
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-Algún deportista se tatuó esa zona con un dibujo especial para recordar lo que pasó.
-¡Me mata mi padre! (Risas). Bastante tatuaje me quedó con la cicatriz (sonríe). Ver esa cicatriz cada día me recuerda todo, incluso cómo pasa el tiempo. Me mantiene un poco en el suelo. Estoy a punto de cumplir un año y es una forma de recordarlo.
-¿Se acuerda con frecuencia?
-No. En la recuperación me acordaba, pero tampoco lo tenía muy presente. Esa parte psicológica siempre la llevé muy bien gracias a personas que me ayudaron muchísimo. Eso me permitió no tenerlo presente las veinticuatro horas. Durante el proceso intenté no pensar mucho, solo ejecutar. Tenemos unos profesionales magníficos y fue una suerte para mí. Llegaba cada mañana con la mejor cara para afrontar lo que tocaba: el Pico del Sol, las raquetas para ir a la nieve, abrir el 'Metropolitan' a las siete de la mañana para ir a la piscina. Siempre lo hicimos con una sonrisa.
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-Habla en plural.
-Por César (Castaño), por Lorenzo (del Pozo), por 'Cipri', por Carlos (Castroagudín). Todos me ayudaron mucho. Hicieron que no me sintiera un lesionado.
-La suyo sí que fue una remontada. ¿En sus mejores pensamientos llegó a pensar que sería un fijo en el once este año?
-No creo que sea titular ahora, como tampoco, cuando jugaba menos, me sentía suplente. Hay que entrenar bien para ponérselo difícil al míster y, luego, aceptar las decisiones. A lo que me pregunta, no me esperaba jugar tan pronto. Si le soy sincero, no era ni mi objetivo. Me había marcado uno a medio plazo. Quizá no para Navidad, pero sí ir sumando minutos y sensaciones. No pensaba encontrarme así tan pronto. Eso quiere decir que el trabajo que hicimos sirvió para acortar un poco los plazos.
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-Mucha gente del club siempre se ha referido a usted como un portento físico. ¿Esperaba coger la forma tan rápido?
-Era una incógnita. Mi madre dirá que es gracias a su genética que recupero tan bien (risas). Le vamos a dar el mérito a ella.
-Su madre corría, ¿no?
-Sí. Tengo mucha suerte con mi madre y mi madre. Doy gracias a mi familia por tener un entorno así, tan espectacular. Me lo han hecho todo muy fácil. También mis amigos.
-Y usted, ¿ha cambiado mucho?
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-Esta lesión me ha ayudado a conocerme. Venía de momentos en los que no había encontrado la continuidad. La renovación y todo lo que pasó tampoco me ayudó. Estaba con demasiadas cosas en la cabeza que no me hacían bien. Cuando todo va tan rápido, hay veces que no tienes tiempo para pensar. Este proceso de frenar de golpe, por desgracia me permitió ver las cosas con otra perspectiva. Soy más maduro que hace un año porque también he vivido más, pero porque me tocó pasar por un proceso diferente.
-¿Qué le pide al presente?
-Estoy disfrutando de la continuidad y estoy haciendo todo lo posible para alargarla en el tiempo. Van siete jornadas, creo que a buen nivel, no al mejor que puedo dar, pero voy a luchar por aguantar las 42 y para que el equipo siga igual que está, compitiendo muy bien.
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-¿Qué o quién le ha inspirado?
-Me ayudó mucho el trabajo con mi psicólogo, Róber. No somos de frases motivadoras ni cosas de estas, sino de trabajar y analizar lo que pasa. Me ha venido fenomenal. También mis padres, mis hermanos. Soy un afortunado y ya lo sabía antes de romperme la rodilla, pero ahora más si cabe. También he podido demostrarme que puedo superar lo que venga con predisposición.
-¿Tanto le ha ayudado su psicólogo?
-Muchísimo. Creo que no soy del todo consciente. Empecé a trabajar con Róber hace dos años. El primer día le dije, y no me escondo, que siempre había sido muy escéptico con este tema. Como todo te llega, crees que eres inmune, que puedes con todo. No soy nadie para recomendar nada y, sobre todo, tal y como está la sociedad, no todo el mundo tiene la suerte de poder pagarse un psicólogo cada semana. Pero el que pueda... Te cambia mucho las cosas. A Róber lo veo después de cada partido, en el día libre. Esa reunión semanal es parte ya de la rutina del entrenamiento.
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-¿Y Ramírez?
-Estoy recuperando mi mejor versión. Puse mucho trabajo para ello, pero gran parte del mérito lo tiene el míster. Desde el primer día, mi relación con él ha sido buenísima. Me ha dado una confianza que llevaba mucho tiempo sin tener. Probablemente, desde José Alberto. Todo es más fácil cuando tienes esa confianza y esa comunicación sincera.
-¿Qué le pide a los próximos doce meses?
-Puestos a pedir, aquí somos de pedir a lo grande (risas). Mantener los pies en el suelo, empezar por ganar en Huesca, que necesitamos dar un paso más fuera, y, a la larga, el deseo de un sportinguista: jugar con el equipo en la máxima categoría.
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