El Sporting: golazo y subidón sobre la bocina

Ya estaba pidiendo la hora el Tenerife, abrasado por el empuje y el pundonor de un jabato Sporting, envalentonado con los cambios. El gol de Gaspar lo coronó de forma explosiva Pablo Insua. Un cabezazo estupendo de un jugador que hace poco ruido, pero cumplidor y regular como pocos. Un premio al Sporting y un castigo al conservador 'Tete'.

El Sporting se enfrentó a un rival duro de pelar con una formación algo llamativa. Ramírez descabalgó del once a Guille Rosas, de lo mejorcito en el Carlos Tartiere, y también liquidó a Varane y Fran Villalba. Para lo primero sigue condicionando su pensamiento el desborde de Hassan, priorizando un lateral más estático a la espalda del extremo. Pascanu, central de toda la vida, se atornilló al costado. Un once contorsionista, otra vez, frente a un oponente muy engrasado y áspero. Muy físico.

Salieron a toda pastilla los gijoneses, presionantes en ataque. Hassan subió el volumen al arranque con una excursión individual vertiginosa. Pero como en los anteriores partidos, se fue apagando cuando el choque aposentó. Y cuando bajó la burbuja del Sporting, en la primera oleada del 'Tete', la tropa forastera cantó bingo. Un enredo de Cote en la frontal terminó en una apertura a banda y se emponzoñó con un centro raso de Waldo y el emboque de Roberto López. Un bofetón doble. Róber Pier se fue a la ducha lesionado en el lance.

Del golpe se levantó el Sporting, remendado por Izquierdoz, con pundonor y un ritmo vertiginoso. Pero algo falto de tacto en los metros finales. Un gol anulado de forma rara por mano a Djuka, abrazado literalmente por Alexandre y sin poder moverse, tuvo la continuación legal en una estupenda maniobra de Gaspar. El '7' prendió la mecha, centró al área y, cuando el balón de Cote regresaba de vuelta, llegó como una centella para reventar la portería. Sin la necesidad del gambeteo de Hassan, muchas veces cosmético y 'neymariano', el '7' fue de lo mejor del primer acto. Levantando la mano todo el rato. Currante, talentoso y goleador. Cote, en su retrovisor, tenía el día torcido. Una anticipación de Roberto López al lateral se transformó en cianuro. Por fortuna, Waldo remató al lateral de la red. El balón silbó cerca de Yáñez.

El partido solo tenía dos marchas, ida y vuelta, con algún periodo de entreguerras que frenaba el desboque. En la banda izquierda del Sporting, la derecha del Tenerife, se cocinaba casi toda la acción. Hassan seguía abonado a la intermitencia, con Djuka bregando con Loïc y José León. Batalla sin cesar.

Tras el recreo, el partido permaneció abierto en canal, sin dueño claro. Mala noticia para el Sporting, con más vértigo que tacto en la trinchera y pocos ratos de balón. Otero y Hassan funcionaban a campo abierto, pero les costaba afinar en la ejecución. El partido empezaba a ponerse catatónico y Ramírez metió mano. Resultó extraña la elección de Gaspar, tras un buen partido, para los relevos. Entró Queipo. Las piernas de Varane refrescaron a las de Nacho Martín. El Sporting se encendió con los cambios y se hizo meritorio al gol. Incluso Hassan, que se volvió a conectar un rato, empezó a sobresalir. Un bonito centro suyo con el exterior no lo cazó Djuka por un meñique, deslizándose a ras de suelo a la caza del balón. Otero, mientras, protestaba un agarrón de Sergio González. Carne de VAR. Pero no hubo moviola.

El Tenerife, rey de las tarjetas y las faltas en Segunda, empezaba a ponerse duro. Loïc atropelló a Hassan en un eslalon del francés. De esa falta salió un zurriagazo de Cote que, entre la mano de Juan Soriano y el larguero, se fue al limbo. El Molinón se enganchó. Más leña: Villalba y el debutante Mesa, al ruedo. Más calidad, la traca final. Queipo tuvo un golpe con Sergio González que casi le deja K. O., terminando con protección. El Sporting sacó el genio. Y ya, sobre la bocina, llegó Insua. La locura.