Juanele: «Estoy en la mejor etapa de mi vida desde que me detectaron la enfermedad»
El futbolista rompe su silencio en una entrevista en EL COMERCIO | «Mi año en la cárcel fue complicado, pero pasó rápido. La culpa la tuve yo y tenía que asumir lo que hice»
JAVIER BARRIO
GIJÓN.
Domingo, 28 de octubre 2018, 06:29
«Leía mucho en Villabona», explica Juan Castaño Quirós, 'Juanele' (Gijón, 1971), sentado en un banco delante de El Molinón. Le acompaña 'Yuma', una preciosa Alaskan Malamute de siete años. Sentada a sus pies como una estatua, cariñosa, no le pierde de vista ni por un momento. 'El Pichón' de Roces, el genio que irrumpió con el Sporting en el inicio de los noventa, está en un momento feliz de su vida. Un volver a empezar tras el oscuro episodio que protagonizó en 2015, condenado por malos tratos a su expareja, y del que habla por primera vez públicamente, reconciliado consigo mismo y asumiendo lo que pasó. Lo pagó con un año de cárcel. Meses después de salir, abre su vida a EL COMERCIO.
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-¿Cómo está?
-Muy bien, muy tranquilo. Llevando una vida bastante tranquila.
-¿Sin fútbol?
-No estoy ligado a él. Me jubilaron con 38 años. Sí que veo mucho fútbol: al Sporting, por supuesto, Tenerife, Zaragoza... Al Madrid, al Barça.
-¿Por qué le jubilaron?
-Por una depresión que tuve en Zaragoza. Allí me detectaron que era bipolar. A los 38 años me jubilaron.
-¿Ya era consciente en el campo de lo que le sucedía?
-Pensándolo ahora, sí que lo notaba por cosas que hacía en el campo y fuera de él. Me di cuenta de que era bipolar. Necesitaba tratamiento y ayuda. Tuve mucha suerte. Conseguí esa ayuda en Gijón gracias a una psiquiatra. Ahora estoy fenomenal.
-En aquella época no sería tan visible el trastorno bipolar.
-No lo era. Al principio, yo no lo aceptaba, pero luego me di cuenta de lo que tenía. Me puse en las manos de los médicos y comencé con la medicación. Ahora mismo estoy en la mejor etapa de mi vida desde que me detectaron la enfermedad.
-¿Ve mucho fútbol?
-Todo el que puedo. Lo que le decía: al Sporting, Tenerife, Zaragoza, Madrid, Barça, Atlético... Sigo a los equipos en los que jugué y también veo los partidos de los grandes. A la selección, por supuesto. Desde que está Luis Enrique, mucho más (sonríe).
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-¿Ha hablado con él estos meses?
-Hace mucho que no le veo. Es muy buena persona. Fue un gran jugador y ahora es un gran entrenador. Nació para ello. Está demostrando quién es.
-Y con carácter...
-(Risas). Tiene su forma de ser, como todos, y no la va a cambiar. Con ese carácter jugó en los mejores equipos del mundo, llegó a seleccionador y a entrenar al Barcelona.
-Los tiene a todos colocados: Luis Enrique, Abelardo, Muñiz, Manjarín, como segundo en el Alcorcón...
-Muñiz, por ejemplo, no pensaba que fuera a ser entrenador, pero está haciendo las cosas muy bien. Se lo merece todo. Lo tuve como compañero en el Sporting y nos sentábamos al lado. Hablaba muy poco y yo me preguntaba: «¿cómo va a ser entrenador hablando tan poco?». Pero qué va. Cogió el ritmo y ahí está dando guerra. 'El Pitu' es un caso parecido al de Luis Enrique. Nació para esto.
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-¿Quién fue el mejor jugador con el que coincidió?
-Luis Enrique, sin duda. Es de Gijón, jugó en el Madrid, en el Barcelona y en la selección. Fue a tres mundiales. Tenía mucho carácter. En los entrenamientos nunca se relajaba.
-Es lo que se ve, ¿no?
-Eso es. No dejaba relajarse a ningún compañero porque tenía mucho hambre de éxito. Para mí fue un jugador de los que marcan época. El mejor.
-Le dio un buen 'estacazo' en aquella famosa jugada suya frente al Madrid, en El Molinón, regateando en el centro del campo.
-(Risas). ¡Y en algún que otro entrenamiento! Tenía mucho temperamento. En los entrenamientos nunca bajaba. Para él eran lo mismo que un partido. Había que tener cuidado. Pero es muy, muy buena persona.
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-¿Hierro nunca le dijo nada por aquella entrada con la que lo frenó?
-Nunca hablé de aquella jugada. No le di más importancia. Me sorprendió, de hecho, que tuviera tanta repercusión. En la calle, en redes sociales, la gente siempre se acuerda. Para mí hubo otras jugadas más bonitas, pero la gente se quedó con esa.
-¿Y qué buscaba en ese momento?
-Básicamente que mi equipo descansara. Aguantar el balón y que mis compañeros pudieran descansar un poco hasta otro ataque del Madrid.
-¿Esperaba la patada?
-No pensaba en nada, solo en aguantar el balón el mayor tiempo posible. Me vinieron patadas por todos los lados, pero no me importaba de quién vinieran. Mi trabajo era ese.
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-¿Quién ha sido su mejor amigo en el fútbol?
-He tenido muchos. Iván Iglesias, Tomás, Raúl, Tino... Todos los que empezamos aquí. Todavía nos vemos, quedamos para cenar. Nacho Conte, que lo tuve en Tenerife, Felipe Miñambres, Paco Jémez, José Ignacio, Jokanovic... Me llevaba muy bien con todos. Todos fueron muy importantes en mi carrera. Me ayudaron y aprendí mucho de ellos.
-¿Y el mejor entrenador?
-Jupp Heynckes, a nivel profesional, fue el que más me influyó. Estuve dos años con él en Tenerife y fue el que más rendimiento me sacó. Siempre hablaba conmigo. Me hacía sentirme importante. Me ganó.
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-¿Nunca tuvo la opción de regresar al Sporting?
-No me lo planteé. Terminé en el Zaragoza y me fui al Terrassa por Lillo. Ya no estaba para jugar y tenía la depresión. A los cinco meses lo dejé. No estaba preparado para jugar en ningún equipo y menos en el Sporting. Al Sporting hay que venir fuerte y darlo todo. Tenía 34 ó 35 años y, más que físicamente, a nivel psicológico ya no estaba preparado.
-¿Cómo ha sido su vida en la cárcel?
-Muy complicada, pero se me pasó rapidísimo. Estuve un año entero. Y se me pasó rápido porque la culpa de estar allí solo la tenía yo. No había más. En mi cabeza solo estaba eso. Fue culpa mía. Tenía que asumir lo que hice y cumplir el año. Tuve el apoyo de mi exmujer, de mi hija, con la que hablaba todos los días. Fueron muy importantes. Sabía que las cosas le iban bien (a su hija) y eso me daba mucha fuerza para estar allí y soportar lo que tenía que soportar.
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-¿Es lo más importante de su vida?
-Sí. Tiene 19 años, está estudiando una carrera (Enfermería) y estoy muy orgulloso de ella. Está en edad ya de querer estar con sus amigos, con su novio, pero lo único que tengo en la cabeza es que esté bien. Que estudie, haga las cosas que le gusten y que sea una hija ejemplar. Lo que es.
-¿Mantiene una buena relación con su exmujer?
-Viví con ella 18 años. Se casó ahora y me llevo muy bien con ella. Fueron muchos años de convivencia. Tuvimos una hija en común. Pasamos momentos felices y también otros muy malos. Pero ahora nos llevamos fenomenal. Nos vemos una vez a la semana. A veces quedamos para comer, hablamos de nuestra hija. Estoy encantado de que fuera mi mujer y de que me haya dado una hija.
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-¿Quedó atrás aquel incidente del coche en el Grupo?
-Fue una tontería. Ahí sí me costó más. Entré tres meses en Villabona, pero veía que no tenía la culpa. Fue un coche, sí, pero no pinché las ruedas y era mío. Está claro que fue una tontería, pero ahí sí que me pasó el tiempo más lento.
-¿Recuerda su primer día y el último en Villabona?
-En el primero llegué acompañado de mi hija y mi exmujer. Sabía que lo había hecho mal en la peluquería de mi exnovia. Lo tenía muy presente. ¿La salida? Con mucha alegría. También vinieron mi hija y mi exmujer.
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-¿Echó algo de menos? ¿El teléfono, el contacto?
-No. Podía hacer una llamada o dos como mucho al día. No lo eché de menos. Me adapté a lo que tenía que hacer. Fue todo más rápido. La otra vez sí que me costó. No entendía por qué estaba en la cárcel. Discutía con todo el mundo. «¿Por qué tenía que entrar si no había hecho nada?», «¿qué hacía allí?». Esta vez asumí que tenía que estar. Era mi culpa. Me dieron permisos para salir seis días y no quise.
-¿Por qué?
-No quería salir. Estaba centrado en cumplir el año. Solo hablaba por teléfono con mi hija. No dejaba a nadie que viniera a verme. Con mi hija hablaba por teléfono todos los días, pero nunca quise que viniera al locutorio. No me gustaba eso.
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