Minería, asignatura pendiente
Protagonistas de marchas y piquetes reconocen el «desgaste económico y psicológico» Tras 65 días de huelga, el sector amenaza con retomar las movilizaciones en septiembre
JAVIER FERNÁNDEZ
Domingo, 5 de agosto 2012, 16:55
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Fueron protagonistas de manifestaciones, piquetes, encierros, caminatas e incluso iluminaron las calles de Madrid con sus lámparas. Su protesta llenó páginas de periódicos y ocupó minutos en los informativos de los principales medios de comunicación nacionales y extranjeros. 65 días de huelga indefinida y movilizaciones, con las que el sector no ha conseguido que el Gobierno modifique el recorte de ayudas que allá por el mes de mayo le puso en pie de guerra. El desgaste de la protesta estaba siendo cada vez mayor para los trabajadores y los sindicatos optaron por desconvocar el paro. El viernes los mineros regresaron a los tajos. Será una vuelta al trabajo temporal, «para coger fuerzas», como asegura Rocío Antela, porque la minería ya ha anunciado que volverá a la primera línea de la batalla en septiembre.
Rocío es una de las 'mujeres del carbón' que en las últimas semanas han llevado su protesta a diferentes puntos de la geografía regional. Con el final del verano llegará el inicio del curso académico y deberá hacer frente al pago de la matrícula de la universidad. Compatibiliza su trabajo en el pozo Santiago con sus estudios de Ingeniería de Minas. «Es muy duro», reconoce tras asumir que ahora deberá sumar a su batalla diaria un nuevo reto: ajustar trabajo y estudio con el calendario de movilizaciones. La minería seguirá siendo su principal asignatura pendiente. Para Rocío han sido 65 días de «esfuerzo y altibajos», sobre todo cuando comprobó que la 'marcha del carbón' no sirvió para que el Gobierno modificara su postura. «La huelga fue muy dura tanto económica como psicológicamente, pero el futuro del sector sigue abierto y eso nos debe animar», analiza.
Durante la huelga, cada trabajador eligió la fórmula con la que más se identificaba para hacer oír su voz. Así, Rubén García Fernández optó por clavar su tienda de campaña frente a la Delegación del Gobierno junto a un grupo de compañeros. «Fue una acción reivindicativa más, complementaria al resto de movilizaciones», explica tras enfatizar que la acampada «no originó ninguna molestia a la sociedad». Durante los 24 años que lleva vinculado al sector, Rubén ha perdido casi 300 días de trabajo para secundar las distintas huelgas que se han ido sucediendo desde que comenzó a trabajar en Hunosa. Es hijo y nieto de mineros y asume la huelga como «un medio de lucha» esencial, una práctica que exige «perder mucho para poder conseguir algo». «Los mineros preferimos andar con la cabeza alta en lo laboral que tener los bolsillos llenos», asegura tras apostillar que sus sueldos no son tan altos como cree la gente. «En Hunosa muchos salarios rondan los 1.000 euros», aseguró.
La más mediática de todas las acciones que los mineros han desarrollado durante la huelga fue la 'marcha del carbón' hasta Madrid que culminó con una multitudinaria manifestación frente al Ministerio de Industria. «Iniciamos la marcha con la única intención de defender el carbón y las comarcas mineras, pero por el camino fuimos recabando apoyos de otros sectores. Cuando llegamos a Madrid, además de defender a nuestro sector estábamos luchando contra los recortes que abrasan a la clase trabajadora», explica Víctor Luis Pérez Rodríguez. Junto con otros compañeros, recorrió a pie más de 400 kilómetros en 20 días. Fueron largas jornadas de debate y reflexión en las que los mineros se ganaron el apoyo de buena parte de la opinión pública y el cariño de las localidades en que pernoctaron. Pero a Víctor la marcha le dejó «una sensación agridulce». Confiaba en que Industria modificase su postura, y no fue así.
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Y mientras la voz de los mineros retumbaba en Madrid, otro grupo de trabajadores mantenía una protesta a más de 600 metros de profundidad. Cecilio Antuña fue uno de los trabajadores que llevó su lucha a las entrañas de la tierra. Permaneció 50 días en el pozo Santiago, pero cuando volvió a ver la luz del sol quiso restar mérito a su gesta. «Cualquiera de mis compañeros se hubiera encerrado», declaró.
Durante la huelga, no todos los encierros se realizaron baja tierra. Cinco trabajadores hicieron del salón de plenos del Ayuntamiento de Cangas del Narcea su casa durante 39 días. «Físicamente estuvimos bien», asegura Andrés Linde Feito, trabajador de Carbonar. Para Andrés lo peor fue mantener la moral alta cuando tras quince días de protesta vieron que el conflicto no sólo no avanzaba sino que se enquistaba cada vez más. «Decidimos poner fin al encierro porque en lugar de hacer presión al Gobierno nos desgastábamos cada día más», confiesa. En su opinión, alguna de las acciones que se llevaron a cabo «estuvieron mal enfocada».
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Al igual que el resto de sus compañeros, Andrés es consciente de que «la lucha» debe continuar y tiene la mirada puesta en las movilizaciones de septiembre. Hasta entonces, como Rocío, Rubén, Cecilio y Víctor tratará de recuperar la normalidad perdida tras 65 días de huelga con el apoyo de su familia, de compañeros y de toda la sociedad. Será un punto y seguido en un conflicto que les ha convertido en protagonistas de su futuro y que quieren seguir liderando.
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