El astronauta estrella
Chris Hadfield termina sus cinco meses en la Estación Espacial Internacional convertido en el representante más popular de su oficio
CARLOS BENITO
Martes, 14 de mayo 2013, 06:10
Lo que hizo Neil Armstrong supuso un pequeño paso para un hombre, un gran salto para la humanidad y una auténtica revelación para un niño de 9 años que, en una granja canadiense rodeada de maizales, veía el alunizaje por la tele. Aquel día de julio de 1969, el pequeño Chris Hadfield decidió que quería ser astronauta, una vocación con escasas perspectivas en un país que carecía de un programa de vuelos tripulados al espacio. Con breves paréntesis, como los seis meses que pasó vagando por Europa y las temporadas que trabajó como instructor de esquí, Chris orientó toda su formación hacia esa meta incierta, más parecida a un sueño que a un proyecto sensato. Contra todo pronóstico, lo logró: en 1992, más de cinco mil canadienses presentaron su solicitud para cuatro plazas de astronauta, y nuestro protagonista fue uno de los elegidos.
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El camino hasta allí no había resultado fácil: Chris Hadfield es licenciado en Ingeniería Mecánica y coronel retirado de las Fuerzas Aéreas de Canadá, por resumir en un par de trazos un currículum atestado de títulos y méritos. En todos esos años fue acumulando destrezas y conocimientos, pero también supo preservar la esencia del niño ilusionado que miraba las estrellas. Lo dejó claro el pasado diciembre, cuando estaba a punto de emprender su tercer viaje, en el que asumiría el
mando de la Estación Espacial Internacional: «A mí, que solo soy un chaval canadiense, me dan ganas de gritar y reírme y hacer piruetas. Esperas que venga alguien y te diga: Espera un minuto, tú no eres un tío que pueda comandar una nave espacial. Es una cosa muy improbable en la vida y me emociona de una manera absoluta», declaró a la cadena CBC. Durante su estancia de cinco meses en esa especie de albergue orbital, Hadfield se ha convertido en el astronauta más popular desde los tiempos gloriosos del Apolo 11, gracias a sus preciosas fotografías de la superficie terrestre, sus vídeos sobre la vida cotidiana en la estación y su presencia en las redes sociales.
También ha llevado a cabo un centenar de experimentos, desde estudiar cómo afecta el espacio a las células madre embrionarias hasta escanearse la columna vertebral en busca de posibles alteraciones, pero su éxito masivo no ha tenido mucho que ver con esa faceta científica.
En sus ratos libres, Hadfield se ha puesto una y otra vez delante de la cámara para explicarnos el anecdotario de la gravedad cero, porque el acto más banal se vuelve fascinante cuando los objetos flotan: hemos presenciado cómo se cortaba las uñas encima de un aspirador de rejilla, para evitar desagradables proyectiles y cómo se afeitaba y se lavaba los dientes, ha aparecido con su pijama verde para mostrar cómo duermen los astronautas e incluso nos ha enseñado qué ocurre cuando se llora en el espacio y las lágrimas no caen. Además, se llevó su guitarra acústica Larrivée y ha aprovechado para grabar varias canciones y una sorpresa final: el domingo difundió el primer videoclip rodado en el espacio, en el que interpreta Space Oddity, la canción de David Bowie sobre un astronauta que se queda colgado allá arriba. Eso sí, cambió la letra y, en su versión, el comandante vuelve a la Tierra.
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Además, ha mantenido una asombrosa actividad en Twitter, donde supera los 800.000 seguidores, y se dedicó a responder preguntas en Reddit con un tono que combina ciencia, poesía, entusiasmo y buen humor. ¿Qué es lo que más le gusta hacer con gravedad cero? «Simplemente volar: despegar y deslizarme mágicamente hasta el otro extremo de la estación. Me hace sonreír siempre».
¿Cómo se ve el espacio desde ahí? «Parece una alfombra, con incontables lucecitas perfectas sobre un terciopelo interminable». ¿Qué le diría a una niña de 7 años sobre los requisitos para ser astronauta? «Tienes que estar sana (cómete las verduras y haz ejercicio) y ser inteligente (haz los deberes) y digna de confianza (haz bien tus trabajos). Después te dan el traje y el cohete». ¿Quién le gustaría que le interpretase en una película? «Alguien con un buen bigote».
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Chris Hadfield regresa hoy mismo a nuestro planeta a bordo de una nave Soyuz, junto a dos compañeros de misión. El aterrizaje en Kazajistán estaba programado para las cinco y media de la madrugada y el astronauta estrella podrá reencontrarse pronto con sus tres hijos y su esposa Helene, a la que mandó un mensaje desde el espacio: «Siete mil millones de corazones y yo solo veo uno».
Cuando le preguntaron qué añoraba de la Tierra, eligió otra cosa: «El olor a comida, el rico aroma del café o de algo que se está haciendo en en el horno».
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