«Perth es la ciudad con más horas de sol»
La gijonesa Ana Cuervo se fue en 2017 a vivir a Nueva Zelanda, pero desde 2022 vive en Australia, en la ciudad más remota del mundo
A Ana Cuervo González (Gijón, 1991), no le asusta nada la distancia y, por eso, tres años después de estudiar en Madrid Ingeniería de Obras Públicas e Ingeniería de Caminos, se lió la manta a la cabeza y se fue a vivir a las antípodas de España. No encontró un lugar más lejano para establecerse que Auckland (Nueva Zelanda) y también más distinto porque, según confiesa, «fue un cambio increíble». Eso le produjo un choque cultural «brutal», que se fue suavizando cuando descubrió que allí «la vida es mucho más fácil». La gijonesa piensa que por esos lares «la gente vive menos estresada» y además le parece que es «un país muy divertido porque tienen muchas cosas distintas para hacer».
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Eso sí: la manera de relacionarse de los neozelandeses no tiene nada que ver con la española. «Nosotros nos podemos pasar toda la vida de sobremesa y ellos, sin embargo, si quedan contigo para estar dos horas, a las dos horas se van», cuenta sorprendida. Además, Ana trabaja allí en Acciona y reconoce que dedicarse al sector de la construcción, al principio, fue duro. «Al ser mujer y extranjera, te tienes que hacer valer», dice y lo explica: «Suena fatal, pero es la realidad. Muchos obreros son maorís y ver a una mujer española dándoles órdenes no les gustaba mucho, hasta que me gané su respeto».
No todo fue un camino de rosas, pero sarna con gusto no pica porque Ana asume que lo de irse al extranjero fue «una elección personal». Así lo fue también poner rumbo a Australia en 2022 para cambiar de aires en Perth y reconoce que le gusta «bastante más que Nueva Zelanda».
Tiene muchas cosas buenas como, por ejemplo, el clima. «Perth es la ciudad australiana que tiene más horas de sol a lo largo del año. El verano –llamando verano a los meses en los que puedes ir a la playa– empezó en septiembre y ahora en abril continúa», celebra, con el termómetro marcando los treinta grados. A ese calor se suman unas playas «maravillosas, con arena blanca y surferos».
Hay tiempo para disfrutar de los arenales en un país, en el que «no hay tanta presión por perder el trabajo y eso hace que la gente sea más feliz». Además, Ana y su marido tienen «un grupo de españoles» con los que hacen los mismos planes que harían si estuvieran en Gijón. «Salimos a cenar, jugamos a golf y quedamos mucho», cuenta, al tiempo que reconoce que no van de excursión. «Disfrutábamos más de la naturaleza en Nueva Zelanda porque aquí hay serpientes y hay arañas, así que lo tenemos aparcado», se ríe.
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Lo que sin embargo sí que siguen haciendo es viajar, aprovechando la ubicación en la que están. «Nos movemos mucho tanto por Australia como por el extranjero», indica. Y juegan con ventaja porque Perth «es la ciudad más remota del mundo, es decir, es la ciudad que más kilómetros de distancia tiene con la siguiente ciudad de un millón de habitantes». Eso supone que tengan «muchos vuelos internacionales», que les permiten estar en menos tiempo en Bali que en Sidney.
Esa facilidad hace que hayan podido conocer muchos rincones del mundo, pero la morriña no acaba de fugarse de sus corazones y, por eso, Ana reconoce que sobre la decisión de regresar o no a España, «cada día piensa una cosa totalmente distinta». Ella reconoce que allí están «muy bien», pero también sabe que no tienen «a su familia ni a sus amigos» y eso es «lo más importante» para ellos. Es muy consciente de que se está perdiendo «muchas cosas que no tienen precio», así que ya empieza a hacerse a la idea de «que en cuestión de unos años» estará de vuelta en España.
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Da vértigo atreverse a regresar, después de tantos años lejos y con buenísimas condiciones laborales, pero en esta balanza –como en la de casi todo el mundo– pesa más el lujo de poder compartir el tiempo y la vida con los amigos y la familia. Echar tanto de menos acaba siendo agotador y esta pareja tiene ya ganas de abrazar a los suyos, aunque sea lejos de las playas de arena blanca.
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