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Entrada Oeste del falso túnel bajo la ría de Villaviciosa.

Una obra de récords en Asturias

El viaducto de la Concha de Artedo roza los 1.200 metros de longitud y supera los 100 de altura, mientras que el túnel de Niévares mide 2.387

MARCO MENÉNDEZ

Domingo, 28 de diciembre 2014, 00:44

Con los cuatro kilómetros de la autovía del Cantábrico (A-8) que inaugurará pasado mañana Mariano Rajoy, entre La Franca y Unquera, se culminará el paso de esta vía de alta capacidad por el Principado de Asturias desde que en 1987 se decidiera incluir en el Plan Nacional de Autopistas un 'corredor del Cantábrico' que uniría la frontera francesa y la portuguesa. En principio, la autovía se internaría hacia Oviedo desde Villaviciosa, para discurrir después hacia Avilés. Se evitaba así el paso por Gijón. Es por ello por lo que los dos primeros tramos licitados fueron los de Marcenado-San Miguel y San Miguel-Paredes, en Siero. Pero en 1996 se decidió cambiar el trazado y la A-8 conectó Villaviciosa con Gijón y Avilés, para continuar hacia Galicia.

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En 1989 comenzaron las obras de una autovía de 227,3 kilómetros de longitud, que fueron divididos en 28 tramos para su ejecución. Fueron necesarios, por tanto, 25 años para tener completa una infraestructura que tuvo que solventar problemas técnicos y sociales, ambos de igual envergadura. De los segundos destacan sobremanera la oposición vecinal a los trazados tanto en las inmediaciones de Luarca como en el paso de la autovía por Llanes, mientras que para superar los primeros fue necesario todo el saber de los ingenieros. La orografía asturiana prácticamente obligó a buscar un itinerario de la A-8 lo más cercano al litoral posible, pero eso no evitó la necesidad de construir largos túneles y complejos viaductos con los que superar los diferentes accidentes geográficos. Curiosamente, los túneles más largos se encuentran en la zona oriental de la autovía, mientras que la occidental se destaca por los impresionantes viaductos, algo similar a lo que ocurre con el viejo trazado del ferrocarril de vía estrecha en la región.

Retos tecnológicos

Los viaductos de la A-8 son fáciles de ubicar sobre el mapa, ya que generalmente tienen el mismo nombre que el del río sobre que el discurren. Así, se encuentran los del río España, el Sella, el Nalón, la Concha de Artedo, San Pedro de la Ribera, Canero, Navia o el puente de los Santos. Pero la construcción de estas espectaculares estructuras ha supuesto en más de una ocasión la superación de no pocos retos y la consecución de algún que otro récord en Asturias. Especialmente atractivo es el viaducto de la Concha de Artedo, puesto en servicio en marzo de 2013 y que, con sus casi 1.200 metros de longitud y sus más de 100 metros de altura, constituye el puente más largo y con mayor altura de pila de cuantos se han construido en el Principado de Asturias.

Pero hay otros ejemplos de puentes dignos de reseñar, como el que supera el río España, de 592 metros de longitud, el del Sella (535), de Ferrera (848), el Nalón (1.100), San Pedro de Ribera (750), Pintor Fierros (381), San Timoteo (540) o el puente de Los Santos, sobre la ría del Eo y final de la autovía del Cantábrico en Asturias, de 600 metros de longitud.

La gran mayoría de estos viaductos están ubicados en la zona occidental de la región. Y es debido a la orografía de la zona, con numerosos ríos y arroyos que a lo largo de la historia trazaron pronunciados valles que deberían ser superados gracias al ingenio humano. De todas formas, una de las principales premisas con las que las autoridades acometieron estas obras fue la de integrar lo máximo posible las estructuras que hubiera que construir en el entorno de la zona.

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También fue preciso acometer la construcción de numerosos túneles. Uno de ellos, el de Niévares, con sus 2.387 metros, es el más largo de autovía de los que se sitúan íntegramente en la región. Está claro que el túnel de El Negrón es más largo, con sus cuatro kilómetros, pero gran parte de la estructura discurre ya bajo terreno leonés. El de Niévares es completamente asturiano. Además, este túnel está separado por escasos metros por otro de 1.239 metros, como es el de Brañaviella, con lo que la sensación para el conductor es de un discurrir mucho más largo por el túnel.

En la zona oriental también destaca el túnel de El Fabar, en Caravia, que cuenta con 1.500 metros de longitud. Una de las peculiaridades de este túnel, que discurre bajo las faldas de montes del conjunto Sueve-Fito, es que proporcionó otros tesoros a la ciencia, como la aparición de fósiles muy raros en la Península Ibérica -caso de graptolites y trilobites-, no en vano las máquinas tuvieron que atravesar rocas de más de 450 millones de años de antigüedad.

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La autovía del Cantábrico cuenta con otra estructura singular, como el túnel que discurre bajo la ría de Villaviciosa. El caso es que se trata de un falso túnel de 960 metros de longitud, construido para salvar la Reserva Natural Parcial de la ría maliaya.

El origen

La autovía del Cantábrico a su paso por Asturias tuvo su origen en la autopista 'Y', pensada para unir Oviedo, Gijón y Avilés. Las obras de la primera vía de alta capacidad comenzaron en 1970 y fue el 13 de febrero de 1976 cuando el entonces ministro de Obras Públicas, el asturiano Antonio Valdés González Roldán, inauguró la que durante muchos años sería la única autopista de la región. De esta vía ya llamaban la atención dos viaductos tanto por su altura como por su longitud: los de Somonte y Villabona. El primero de ellos, ubicado en Gijón, ha quedado integrado en la autovía del Cantábrico.

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Pero la A-8 aún no está terminada. Restan por finalizar dos tramos en Cantabria. Se trata de 25,5 kilómetros que discurren entre Torrelavega, La Encina y San Vitores. Se espera que para octubre de 2015 se inauguren ambos tramos, aunque ya se puede transitar por la autovía que une Torrelavega y Santander.

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