La fototeca cumple 25 años
M. F. Antuña
Domingo, 12 de marzo 2017, 17:01
De 22 fotografías a más de un millón doscientas mil. En 1992, hace 25 años, nacía en el Museo del Pueblo de Asturias el proyecto de fototeca, un lugar de encuentro y acomodo del pasado fotografiado en distintos formatos y con ánimo tanto documental como familiar o festivo, que se ha multiplicado y crecido hasta convertirse en un gigante cada vez más apreciado por los investigadores y los ciudadanos de a pie. El pasado año incorporó a sus fondos casi 23.000 nuevas imágenes (22.945 exactamente) en forma de 29 lotes fotográficos y la mayoría (15) fueron por donación. Porque, como explica Juaco López, director del Museo del Pueblo de Asturias, la fototeca se ha consolidado, se ha convertido en una institución que merece confianza y eso hace que cada vez sean más las personas que optan por donar sus fotografías para que se conserven a buen recaudo. «La gente dona cuando ve que funciona», apunta López. Y no solo lo hacen quienes atesoran auténticas joyas, fotógrafos o familiares de quienes ejercieron el oficio y retrataron con mimo y tiento el pasado, sino también particulares, personas como usted que lee, que tienen en su casa un montón de álbumes antiguos plagados de recuerdos cada vez más lejanos. En los últimos meses, se han sumado donaciones tan importantes como las de Luis Argüelles Tamargo (que ha dado lugar a dos fondos fotográficos, el Luis Argüelles Sánchez y Mario Argüelles Rubiera), Ana Muller, Marcos Buelga, la familia Loredo o Delfín Heredia Blanco, entre otros.
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Hay más vías para que las imágenes lleguen al museo, como son las adquisiciones, que se hacen en función del interés que pueden tener para reconstruir y documentar el pasado. De esta forma se han incorporado en los últimos meses a la colección imágenes del fondo fotográfico de Manuel Gurdiel Sierra o la que ha permitido conseguir la documentación de la familia de fotógrafos de Gijón Lena-Ceñal. Hay otra tercera vía para contribuir al crecimiento de un archivo que recoge el ayer de todos, y es la cesión de imágenes, que consiste en que el museo procede a digitalizar las de mayor de interés, mientras los positivos, negativos, diapositivas o el soporte que sea menester se mantienen en manos de sus propietarios. Así han llegado al museo instantáneas tan destacadas como las 568 de otros tantos positivos de Valentín Vega, el fotógrafo que ha protagonizado la exposición que hoy mismo se clausura en el Museo de Antropología de Madrid con un más que notable éxito. Igualmente se ha incorporado un interesante conjunto de imágenes digitalizadas a partir de negativos de vidrio y positivos de la familia Fernández-Vega de Infiesto. Y se ha documentado con 67 imágenes un acto político de Gil Robles en Covadonga y de Hullera Española.
Son solo algunos ejemplos de cómo la fototeca se hace grande, en la misma medida que se va mostrando públicamente a través de exposiciones y publicaciones. Porque su objetivo es conservar, pero también difundir. Y así ha sucedido desde que se montó la primera exposición dedicada a Modesto Montoto en 1992 y desde que se adquirió el primer archivo, encontrado en un anticuario y que se antoja ante la mirada de hoy como una joya de un inmenso valor. La magnífica obra del fotógrafo gijonés Constantino Suárez, un Robert Capa local que documentó la guerra civil y muchísimo más, fue también en 1992 la primera en incorporarse a la fototeca, que cuenta ya con su guía digital que ha facilitado enormemente las consultas, igualmente al alza y, como marcan los tiempos, cada vez más virtuales que presenciales. A lo largo de 2016 se atendieron 211 consultas especializadas externas a la fototeca, la inmensa mayoría, noventa, vinculadas a diferentes investigaciones. También se reclaman imágenes para publicaciones, para exposiciones de diferente índole, para documentación, para realización de programas de televisión e incluso para montar una zarzuela. Claro que también particulares, en 2016 fueron 16, se sirven de este viaje al pasado que es la fototeca con el ánimo de recomponer el suyo propio. Se atienden consultas y se muestran las imágenes de exposiciones producidas por el museo que se ven más allá de él. La dura infancia. Fotografía y trabajo infantil en Asturias. 1885-1971 se encuentra rulando por diferentes salas; la citada de Valentín Vega viajó a Madrid; los paisajes de la Sociedad Hullera de Turón estarán hasta marzo en Gijón y luego tomarán rumbo a Mieres... Hay más muestras de producción propia y además están las colaboraciones con otras muchas exposiciones. Baste un ejemplo de esa cooperación la que llevó a Constantino Suárez y a Florentino López Floro a El Camino, California, para la exposición Three Photographers from the Different Contending Sides in the Spanish Civil War.
Hoy en día en Asturias si alguien busca fotos antiguas en sus múltiples variantes bélicas, antropológicas, deportivas... y para muy diferentes proyectos recurre a la fototeca, que hace unos años unió a sus fondos el archivo completo de La Voz de Asturias.
Pese a que son solo dos personas Carlos González Espina está al frente junto a María Jesús Sánchez Barral las que se ocupan de la fototeca, también hay tiempo para proceder a la digitalización y documentación de las imágenes que se conservan. El pasado año se completó ese proceso para 13.136 fotografías, pero aún queda muchísima faena por delante.
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Miguel Rojo Borbolla, José Ramón Lueje, Alfredo Truán, Fritz Krüger un fondo fundamental desde el punto de vista etnográfico, Eladio Begega son solo algunos de los nombres mayúsculos de una colección que también atesora daguerrotipos y ferrotipos y que transita por todas las épocas, desde que en 1850 llegó a Asturias aquel fascinante invento que primero fue privilegio exclusivo de ricos y gentes de abolengo y que con el tiempo se acabó popularizando y retratando a todos lasa capas sociales. Así lo cuentan las imágenes que reposan en los almacenes, en los que se custodian, asimismo, importantes colecciones de tarjetas postales. Todo ese pretérito presente continúa multiplicándose y haciéndose visible gracias al trabajo de múltiples colaboradores siempre dispuestos a echar un ojo y una mano para localizar y documentar fotografías. Estos son algunos de ellos: Javier Cantelil, Joaquín Aranda, Pepe Lobo, José Manuel y Juanfer Rodríguez Calleja, Enrique Alba, Monchu Calvo y Artemio Mortera.
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