«Un 36% de los adolescentes hacen 'sexting' y no se puede mirar a otro lado»
La Fiscalía pide más educación para frenar el tráfico de fotos que atentan contra la intimidad y los docentes el apoyo de las familias
R. MUÑIZ
GIJÓN.
Lunes, 22 de febrero 2021, 01:16
«Alarmante». Ese fue el término que utilizó la fiscal superior del Principado, Esther Fernández, para referirse en el parlamento regional al creciente número de casos que su departamento enfrenta sobre el tráfico de fotos subidas de tono. Las imágenes o vídeos en ocasiones son enviadas por la víctima, matizó, pero luego el destinatario las comparte con terceros y es ahí donde bordea el delito. «Una foto que te hace mucha risa en 20 años te desgracia la vida», advirtió.
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Fernández insistió en que el fenómeno no atiende a edades, y que la Fiscalía «puede perseguir el hecho delictivo, pero nada más; le corresponde a quien está haciendo una labor educativa» instruir en el respeto a la imagen ajena y las consecuencias de esos actos. ¿Lo están haciendo? ¿Se trabaja en las aulas estos problemas? ¿Son las clases el sitio para ello?
Soraya Calvo publicó en 2018 un trabajo tras entrevistar a 30 docentes de 12 centros educativos de Asturias. Su sensación es que «el alumnado no tiene capacidad crítica en el manejo de las nuevas tecnologías porque el profesorado no le instruye en él, pero es que él tampoco ha recibido formación para ello». La investigadora sostiene que «la sociedad ha ido más rápida que los planes de formación continua del profesorado».
Hay un problema de base, a su juicio: «La Organización Mundial de la Salud y la Unesco tiran de las orejas a España por incumplir sus directrices técnicas y no trabajar la educación sexual y afectiva como debería». La profesora Calvo entiende que en el país «se vincula la educación sexual a la ideología y eso genera conflictos, cuando en realidad puedes hacer educación sexual perfectamente desde una perspectiva católica o atea».
Según su diagnóstico, el profesor sale formado de la Universidad y el master arrastrando un déficit a la hora de abordar asuntos de índole sexual en el aula y ese retraso repercute luego en los conflictos que le esperan. «Lo que la Universidad no ha dado, luego la consejería lo tiene complicado para compensar», dice.
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La realidad que se encuentran maestros y profesores es que «según los estudios que se han hecho en varias universidades, tenemos del orden de un 36% de adolescentes que reconocen hacer 'sexting' o haberlo hecho cotidianamente, y esa es una realidad ante la que no se puede mirar a otro lado porque es nulo a efectos pedagógicos y tiene consecuencias negativas», insta. Por 'sexting' se entiende el intercambio de imágenes subidas de tono, una práctica erótica «que forma parte del proceso afectivo, como la masturbación, y que hay que distinguir de la 'sextorsión', que es ya el uso de esas fotos para hacerte daño».
En sus entrevistas a docentes se encontró un grupo que rechaza entrar en el mundo de las redes sociales y otros que hacen sus esfuerzos para no quedarse atrás. «La realidad, y más después de la pandemia, es que el móvil e internet forman ya parte del proceso de construcción de la identidad y de su manera de relacionarse con el mundo», por lo que, entiende, padres y educadores deben tratar de «estar ahí».
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Enseñanza por ley
El resultado sin embargo es asimétrico. Las leyes de educación (la Lomce y la Lomloe) establecen que en el aula hay que trabajar competencias digitales, pero luego el margen de cada centro y profesor por decidir qué entra ahí es amplio. La Consejería de Educación por su parte aporta recursos por varias vías. Desde 2007 está el Plan Director para la Convivencia y Mejora de la Seguridad, que lleva a agentes a dar charlas en las aulas sobre delitos a los que están más expuestos los jóvenes; en enero se contaban 343 de estas conferencias solicitadas. Además en la web de la consejería hay materiales para profesores sobre protección de datos y qué aplicaciones deben evitar en el aula.
«Los temas de convivencia y acoso son prioritarios», explican desde el departamento. De ahí surgen los planes de convivencia de cada centro, donde se tratan de evitar estas prácticas, sea con uso de tecnologías o no.
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«Hablamos de un problema social de primer orden», reconoce Gumersindo Rodríguez, presidente del sindicato educativo Anpe. La central se preocupó de completar la oferta con carteles y decálogos sobre el uso de 'whatsapp' y las redes sociales, en 2018 y 2020. «Vimos que era bueno dar unas pautas básicas», explica. «Lo que no se puede esperar es que la escuela sea el sombrero mágico que lo arregla todo, tiene un papel pero hay también otros organismos que deben ofrecer soluciones, empezando por las familias», considera.
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