«Aguantamos por nuestros clientes, hay que cuidarlos»

Comerciantes, hosteleros, taxistas, ciudadanos... Todos tratan de hacer frente a la pandemia, de salir adelante. Pero no es tarea fácil. Algunos se reinventan, otros se mantienen como pueden. Todos resisten porque, confían, «esto pasará».

«Aguantamos por nuestros clientes y no nos queda otra opción que cuidarlos, es lo justo», asegura José López, que regenta en Gijón el café-bar L'Arena y que sirve cafés en la terraza en un día gris de lluvia. «A la clientela de siempre, a los que fidelizan tu negocio, debes corresponderles, ellos te dan fuerza para seguir».

De pelear y de un cambio más que acertado puede vanagloriarse Luis Alfonso San Martín. Regentó durante un tiempo un bar en la calle de Pablo Iglesias, pero con casi 50 años y dos prótesis de cadera, buscó un cambio. «Me lancé y fue como hacer un pleno al 15».

Traspasó el negocio y comenzó a trabajar en la ONCE. «Fue justo antes de la pandemia. Me hubiese arruinado de continuar en la hostelería». Hoy su mujer también ha encontrado trabajo y ambos pueden ofrecer a sus tres hijos una vida mejor.

No es fácil. Los cierres perimetrales separan familias y parejas. Carmen Foubelo se toma un café con su amiga Silvia Fernández. Ella trabaja en Gijón pero procede de Ribadesella, donde vive su familia. Además, su pareja trabaja en Llanes. «No puedo ver a nadie y creo que estos cierres perimetrales no valen para nada porque estoy segura que muchas veces no se cumple». Ahora, espera «ansiosa» poder abrazar a todos.

Irene Menéndez está en el último curso de Terapia Ocupacional. En estos momentos, hace prácticas en el Hospital de Cabueñes e intenta contagiar su sonrisa a los residentes. «Echan de menos a las familias y se les nota tristes, hay que ayudarlos».

El sector del taxi ha modificado sus horarios desde que se inició la pandemia. Juan Manuel Llano se coordina con su hermano para prestar servicios en el tiempo estipulado tras las nuevas medidas. «Estamos al 50% pero el día que trabajamos lo hacemos mejor que antes», cuenta.

El miedo a subirse en autobuses urbanos, especialmente entre las personas mayores, le ha traído otro tipo de clientes. «Hago muchos servicios a ambulatorios, y si salgo fuera de Gijón, el destino no es como antes al aeropuerto, sino a Oviedo, al HUCA y al Centro Médico». «No me quejo, y creo que lo que hay que hacer es seguir peleando», afirma.

En la confitería Sebastián han cambiado los hábitos para adaptarse a sus clientes. «La bollería se consume menos porque es el dulce preferido para los desayunos y yo he quitado las mesas que tenía para dar más comodidad a los que entran en el local», dice su propietario, José Fidel Díaz. Por eso hay una mayor apuesta por otros pasteles. Ha bajado el consumo de las típicas pastas de té y princesitas ya que solían comprarse para regalar y, dice, ahora la gente se ve muy poco». «Es una locura planificar, pero hay que hacerlo, la pandemia pasará y hay que mantener tu identidad».

Alicia Guardiola esta acostumbrada a los cambios de vestimenta merced a las temporadas correspondientes. Desde hace dos décadas trabaja en Íñiguez, una tienda de moda que se nutría de las compras de leoneses, madrileños y franceses. Ahora duda de qué hacer de cara a la primavera, pero mientras sigue recomendando el atuendo más adecuado a una clientela que conoce de sobra un negocio creado en el año 1970.

El Pinar resiste, pese a que su terraza es pequeña en una acera estrecha. Pero su propietario, Raúl Belver, sigue mimando a sus asiduos que, pese a la lluvia, continúan acudiendo a disfrutar de su café. Mientras, Lorena Fernández, se afana en mantener impecables mesas y sillas para la llegada de nuevos clientes. «Es difícil pero hay que seguir».