Las colas para pedir comida, «la punta del iceberg»
La pandemia de la exclusión. Las entidades sociales ven aumentar las peticiones de ayuda, no solo de alimentos. Hay COVID, pero también viviendas inadecuadas, brecha digital y mucha soledad
OLGA ESTEBAN
Domingo, 31 de mayo 2020, 02:48
Hay muchos asturianos, miles, a los que les preocupa muy poco el horario de las terrazas o si las playas van a tener controles de aforo. Hay miles de asturianos cuya preocupación está lejos de si se podrá viajar fuera de la provincia el día 8 o el 22. Hay miles de asturianos cuya única preocupación es qué dar de comer a sus hijos, cómo pagar el alquiler, cuándo poder dejar la infravivienda en la que han pasado el confinamiento, si les cortarán la luz este mes o cómo ayudar a sus hijos a hacer sus deberes si no tienen tablet o conexión a internet. El Banco de Alimentos dice que la demanda ha aumentado un 14%. Mar de Niebla constata que, de las 4.000 personas aproximadamente que las entidades sociales han atendido en Gijón desde marzo, la mitad no habían requerido ayudas públicas hasta entonces. Identidad para Ellos admite que las llamadas de ayuda se han multiplicado, que han vuelto a requerirla chicos y chicas de las que hacía tiempo que no sabían nada. Ningún niño sin Cenar se confiesa «desbordada» y asegura que hace muchas semanas que dejaron de centrarse solo en los más pequeños para llevar la ayuda a todo tipo de hogares. Y Cáritas lo deja muy claro: «Los primeros signos que preocupan son las imágenes de las personas que acuden a las organizaciones sociales para solicitar ayuda en especie, principalmente alimentación, pero eso solo es la punta del iceberg». Porque admiten quienes más conocen la realidad de la calle, más allá de ruedas de prensa telemáticas y estadísticas, que aún estamos en el ojo del huracán, que es pronto para hacer el control de daños y que habrá que buscar nuevas soluciones para los nuevos problemas.
Publicidad
«El evidente origen sanitario de la crisis no debe cegarnos ante unas consecuencias sociales que sufrirán con mayor rigor las familias en situación de exclusión y las que han estado al borde de la misma estos últimos años, muchas de las cuales no se habían recuperado de la crisis anterior», admiten en Cáritas. Y ahí reside uno de los problemas: que la imagen de 'normalidad' que vivíamos antes de marzo no era cierta, que muchos no habían superado la última crisis y ésta no hace más que agravar la situación. A eso hay que sumar dos cuestiones. Por un lado, que había quien sobrevivía gracias a la economía sumergida, con 'chollos' que se acabaron aquel 14 de marzo. Y que hay 40.000 asturianos en ERTE, que muchos aún no han cobrado y que «no sabemos cuántos volverán a su trabajo».
«Alarmante»
Y si las colas para recoger alimentos, de las que sabe mucho Blanca Menéndez, de Ningún niño sin cenar, son solo la punta del icerberg, es complicado hacerse una idea de hasta dónde llega la realidad, teniendo en cuenta que el Banco de Alimentos admite que la situación es «alarmante», que «en los dos últimos meses se ha repartido la misma cantidad de alimentos que durante cinco meses del año pasado», explica su directora, María Velasco. Mari Luz Baeza, al frente de Cáritas en Asturias, lo tiene igual de claro. «Nos estamos dando cuenta de las realidades que existían y que quedaban fuera del sistema». Se plantea una cuestión: «Ahora se han levantado las restricciones para las ayudas. ¿Y después? Porque todas estas personas ya tienen nombre y apellido». Para ese 'después', todas las entidades consultadas ponen la mirada en el Ingreso Mínimo Vital, aprobado el viernes.
Noticia Relacionada
Preguntas y respuestas sobre el Ingreso Mínimo Vital en Asturias
Cáritas hace hincapié también en el problema de la vivienda, en «las familias que han pasado el confinamiento en una habitación, las personas que viven en un garaje o en un trastero. Eso existe». Pone la mirada Baeza en quienes pasaron una infancia marcada por la crisis de 2008 y ahora la vuelven a sufrir, pues ha quedado claro que «la pobreza se hereda». Y porque a los más pequeños, además de leche y galletas, hay que darles «apoyo psicológico y emocional», porque el colegio «no puede centrarse solo en los deberes» y porque «para que los niños estén bien, tienen que estar bien los padres». Y porque hay muchas otras circunstancias que no saben de confinamientos, como el alcoholismo del que tratan de recuperarse los usuarios de la comunidad terapéutica de La Santina, en Gijón, con 28 plazas. El centro de Cáritas se ha mantenido abierto todo este tiempo.
Daños colaterales
Los hogares monoparentales encabezados por mujeres, los migrantes, los niños... El coronavirus dejará muchos daños colaterales. También a muchos jóvenes que ya antes de la COVID jugaban con malas cartas, los que han vivido tutelados por la administración y que las trabajadoras sociales Laura Pinto y Ruth Rodíguez conocen muy bien por su labor en Identidad para Ellos. Algunos de 'sus' chicos y chicas se vieron en la calle por no poder pagar el alojamiento, o tuvieron que volver a familias de las que trataban de salir. Ellas, como el resto, temen que ahora llegue el «aluvión» de peticiones de ayuda. Tras una pandemia, puede venir otra. La de la exclusión.
1 año por solo 16€
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión