Medidas urgentes en la sanidad asturiana ante la «ferocidad» de la pandemia

Sigue sufriendo Asturias de forma contundente la segunda ola de la pandemia. El coronavirus costó el domingo la vida a otras diez personas, llevó al hospital a 74 y a la UCI a 15. Las diecinueve altas no compensan ni de lejos la virulencia con la que está atacando la covid. 925 personas están ingresadas en los hospitales de la región a causa del coronavirus, de las que 129 están en las unidades de críticos. Unas unidades al límite de su capacidad, lo que ha obligado a buscar sitio donde no lo había.

Hablaba ayer el presidente Adrián Barbón de cómo Asturias se preparó para este segunda ola, del refuerzo de su sistema sanitario y de la ampliación de la capacidad asistencial. Pero lo cierto es que la «ferocidad» del virus, no esperada, ha obligado a ir más allá. Por ejemplo, a convertir un gimnasio en una nueva UCI del Hospital Universitario Central de Asturias, el HUCA, ya operativa tras un fin de semana de trabajo intenso del Servicio de Ingeniería y Mantenimiento del centro sanitario. Más de 40 profesionales del hospital, entre electricistas, albañiles, carpinteros y otros profesionales, y 26 de empresas externas han «sumado su conocimiento, experiencia y esfuerzo», indica el Principado. La UCI 9, antes gimnasio de rehabilitación, dispone de 19 nuevas camas para críticos y, en una segunda fase, se podrá dotar con otras 15, es decir, 34 camas. En principio se destinará a pacientes covid.

No es el primer espacio que adecúan en este centro sanitario para disponer de más camas. La UCI 8 era anteriormente un vestuario de personal que pasó a ser una unidad de críticos para covid. En el Hospital de Cabueñes la zona administrativa de la quinta planta se ha convertido en área hospitalaria. Y mientras, se ultima la instalación del hospital de la Feria de Muestras de Gijón, trabajos que están coordinando dos médicos y dos enfermeras. «Ojalá no haya que utilizarlo», dice el consejero de Salud. Solo en lo que se refiere a las UCI, Asturias tiene ahora capacidad para 248 pacientes, mientras al principio de la primera ola había 93 camas. Así trata Asturias de hacer frente a un virus que, tal y como reconoció ayer el consejero de Salud, Pablo Fernández, supone «una amenaza para nuestra especie». Amenaza que aún genera demasiadas incertidumbres. Se sabía, por ejemplo, «que habría una segunda ola». Pero «no se sabía que iba a entrar con esta ferocidad, con esta capacidad de contagio y de crecimiento exponencial en tan poco tiempo de los positivos por coronavirus».

Adrián Barbón admitía la sorpresa. Los expertos tratan de responder al por qué. Pablo Fernández apuntó que en Asturias, en la primera fase, «había circulado muy poco virus» y que solo un 2% de la población había estado en contacto con él. En esa etapa, dijo, la Atención Primaria fue básica y atendió al 80% de los pacientes. Fernández lamentó que no hubiera habido desde entonces una mayor coordinación entre comunidades y países.

El presidente habló del cómo la región se había preparado e hizo referencia al plan de respuesta rápida elaborado en agosto, para «reforzar la capacidad de asistencia del Servicio de Salud ante un posible aumento de la incidencia». Habló de los 14 autocovids, el refuerzo de la plantilla sanitaria, la compra de material y equipos de protección, de camas UCI, de los 2.600 profesionales que están vigilando los contactos estrechos, la ampliación de las UCI...

Por su parte, el consejero de Salud recordó en varias ocasiones que se solicitó el confinamiento domiciliario, no aprobado desde Madrid. El Ejecutivo mantiene el toque de queda entre las diez de la noche y la seis de la mañana «hasta que el Principado decida su revocación», es decir, sin fecha, lo mismo que sucede con el cierre perimetral de Asturias, el límite a seis personas para reuniones y los aforos de los lugares de culto. El cierre de Gijón, Avilés y Oviedo se mantiene hasta el 18 de noviembre.