«Por desgracia, la xenofobia existe»

«Desgraciadamente, la xenofobia existe». Es una de las conclusiones a las que llegaron los alumnos de primero de Bachillerato del Instituto de Enseñanza Secundaria de La Quintana, en el distrito langreano de Ciaño, que desde el pasado mes de noviembre han trabajado junto a la Asociación Intervalo, distintas cuestiones sobre el racismo y la xenofobia. Ayer compartieron con ediles de la Corporación de Langreo las principales conclusiones de su trabajo y su forma particular de ver este problema.

Tratos diferentes, imposibilidad de votar para los inmigrantes, insultos, trabajos sin contrato en vigor, malas palabras... Son algunas de las situaciones que estos alumnos, en torno a unos setenta jóvenes de quince a diecisiete años, han visto en la vida cotidiana. Algo que les ha dejado perplejos ya que «no éramos tan conscientes de que se produjesen estas situaciones».

Algo con lo que se encuentran a menudo. De hecho, les ha hecho reflexionar «que cada vez es más intensa y fluida la relación entre deporte y racismo. No lo entendemos, pero hay compañeros que sí están dentro de esos grupos y nos preocupa», explicaba Paula Fernández, una de las alumnas que ha participado en el trabajo. De hecho, asegura que «es como una tendencia, por llamarla de cualquier forma, que se ha puesto inexplicablemente de moda. Da miedo que alguien de nuestra edad tenga esas ideas racistas».

Junto a esta problemática más arraigada en su entorno, los estudiantes analizaron las situaciones a su alrededor y como «las actitudes racistas se incrementando. Es una manera fácil de culpar a otros, caso de los inmigrantes, de todo lo que pasa, nos estamos radicalizando», apuntan.

«Sin diferencias»

Diana Minculeasa, de procedencia rumana, apunta que «somos más iguales de lo que pensamos, no hay diferencias tan insalvables entre los hombres. Algo estamos haciendo mal para que haya racismo». El trabajo se basó en una popular serie de dibujos animados.'Los Simpson', que los alumnos fueron analizando y en la que buscaron expresiones y gestos de racismo. Lamentablemente, aseguran, «encontramos demasiados», por lo que a su juicio es imprescindible «atacar el problema y no sólo con programas de concienciación sino cambiando nuestra cultura, invitando a pensar a la gente desde pequeños, hacerlos ver que todos somos seres humanos por encima de procedencias, color de piel o ideales», apostillaba Fernández.

Ayer quedó claro en Langreo que los jóvenes están dispuestos a luchar contra el racismo. Así jóvenes como Elena, Sara, María, Diana, Paula y Eloy, entre otros muchos, ya han iniciado este camino de la mano de su profesor de Filosofía Tomás Aramburu y de la Asociación Intervalo.