Las Cuencas, más allá del carbón
Los concejos del Nalón y del Caudal albergan el 43% de todo el patrimonio industrial de Asturias
María Gancedo
Jueves, 22 de diciembre 2016, 10:43
La fábrica de chocolate de Ujo, el barrio Urquijo de Langreo o las Casas Baratas de Mieres, la panadería de la familia Suárez Cuadrado de Rioseco o la central hidroeléctrica de Tanes, la estación del Vasco-Asturiano de Cabañaquinta, Nitrastur en Langreo o explotaciones mineras como los pozos San Luis, Santa Bárbara y Sotón, declarados de Bien de Interés Cultural. Todos ellos forman parte del extenso patrimonio industrial de las Cuencas Mineras, que suponen nada menos que el 43% de todos los bienes industriales del Principado. El dato ha sido recogido en un reciente estudio presentado por la Viceconsejería de Deporte y Cultura sobre la situación de protección actual de este patrimonio, en el que se recogen 1.718 elementos (muebles e inmuebles) o conjuntos patrimoniales.
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Para realizarlo es el primero que el Principado impulsa en este sentido se han analizado todos los registros de las figuras de protección reconocidas por la Ley de Patrimonio Cultural, como los catálogos urbanísticos (CU), el registro de Bienes de Interés Cultural (BIC) y el Inventario de Patrimonio Cultural de Asturias (IPCA). También otros dos archivos que no tienen carácter protector: el Inventario de Patrimonio Histórico Industrial (IPHI) y el Registro Industrial del Movimiento Moderno en Asturias 1925-65 (DOCOMOMO).
El resultado de toda esta recopilación y de su análisis es una base de datos única que aglutina toda la información sobre el número preciso de elementos del patrimonio industrial actualmente protegidos y su categoría de protección. Mieres reúne el mayor número de elementos inventariados, con 271, de los cuales solamente 96 están protegidos. Langreo, por su parte, cuenta con 196 inventariados y 131 protegidos, mientras que San Martín del Rey Aurelio posee 132 registrados y solo 13 protegidos. Otros, como Caso, no poseen ni un solo elemento inventariado.
De todo el material analizado, casi la cuarta parte de los elementos protegidos son equipamientos y viviendas con 241, y los sectores con mayor número de inmuebles con protección son las explotaciones mineras de carbón con 216, las edificaciones de sistemas ferroviarios 115 y las de sistemas portuarios 78.
Estos datos ponen de manifiesto que la minería de carbón ha sido la más estudiada y la que más interés ha despertado, pero no es la única. Este estudio supone el primer paso para actualizar los datos existentes, que datan de los años 80 del siglo pasado, y ampliar el registro con la industria ajena a la hulla o el sector agroalimentario. En éste último cabe destacar la chocolatería de La Agustina de Ujo, que estuvo en funcionamiento, en manos de la familia Fernández-Tresguerres, entre 1900 y 1968 y llegó a fabricar unas de 3.300 libras de chocolate al día. Una producción que no solo se vendía en los economatos de Asturias, en puntos de Sevilla y Bilbao, sino que se exportaba a Hispanoamérica. Y hoy es la única, de las varias fábricas de chocolate asturianas, que se mantiene en pie.
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Y es que, como asegura la historiadora María Fernanda Fernández, «no todo es la minería de carbón. También están la metalurgia, los espacios o sendas verdes. Este documento pone de manifiesto la disparidad que existe en Asturias a la hora de registrar y proteger ciertos elementos, por lo que supone un avance, ya que realiza una radiografía de la situación casi como si fuera un documento estadístico», indica esta experta en patrimonio industrial que valora muy positivamente este trabajo realizado por la arquitecta Clara Rey-Stolle y achaca parte de este desequilibrio a la novedad que supuso la introducción del patrimonio industrial dentro del patrimonio cultural.
De hecho, fue algo que un primer momento resultó extraño para gran parte de la sociedad, que concebía el patrimonio como algo relacionado exclusivamente con las obras de arte o los edificios singulares u obra de importantes arquitectos. Eso cambió cuando empezó a introducirse la conocida cultura del trabajo.
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«Protegidos por la sociedad»
«Hace unos años se debatía sobre la rentabilidad de este patrimonio y sobre si no pondría en riesgo el desarrollo del trabajo. Es evidente que la sociedad está cambiando», indica esta experta en patrimonio industrial, fundadora, junto con Roberto Álvarez, de Pozu Espinos-Consultoría y Gestión Cultural. Fernández considera que la falta de protección de un elemento no es sinónimo de estar desamparado y pone como ejemplo uno que conoce muy bien: el Pozo Espinos, emblema indiscutible del valle de Turón. «No está protegido, pero la sociedad ha asumido que es un elemento de gran valor. Está en muy buen estado y además, dinamizado», indica Fernández, haciendo referencia a las frecuentes visitas que recibe a lo largo del año.
Otro buen ejemplo ajeno a la minería es el cementerio protestante de la Rebollada. «No está protegido pero, gracias a la rehabilitación de la Asociación Santa Bárbara, está en perfecto estado», indica. Y es que esta experta está convencida que el principal motor para preservar los elementos industriales son los propios ciudadanos, más que los registros oficiales. Lo mismo ocurre con la preservación el barrio Urquijo, en Langreo, o las casa baratas de Fábrica de Mieres. Son los propios ciudadanos, habitándolas, los que las mantienen sin necesidad de ninguna protección especial.
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Por contra, se da la circunstancia de que hay elementos que sí han sido incluidos por las administraciones en los catálogos protegidos, pero reciben menos atención. Por ejemplo, los pozos de Santa Bárbara o San José. El primero de ellos es Bien de Interés Cultural pero no tiene ningún tipo de actividad, al igual que el segundo, cuyo castillete está incluido en el Inventario de Patrimonio Cultural de Asturias. De ahí que María Fernanda Fernández indique que es necesaria la prudencia y tener muy claro hacia dónde se camina y hacerlo con un proyecto bien definido «para evitar ir a trompicones». Algo que considera posible a partir de ahora con este documento como punto de partida.
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