El gimnasio gana la batalla y abrirá hasta final de año en el centro comercial del Nalón

El miedo era fundado; Eliseo Valles temía que a las nueve y media de la mañana de este martes no pudiera subir la persiana de su negocio. El aviso previo de la gerencia del centro comercial del Nalón -en El Entrego- era claro, que el día 1 de agosto iba a proceder a clausurar la galería en la que se ubica su gimnasio. «Al final, no hubo problema alguno y los abonados pudieron acudir sin impedimentos».

De hecho, había otras tiendas que seguían abiertas. A lo largo de la jornada le llegó una notificación de la empresa que gestiona el recinto en forma de burofax; «que vamos a permanecer en el local, al menos, hasta final de año».

La comunicación la daba su abogado, Damián Suárez, quien considera a Valles como «el último reducto de la resistencia a abandonar esta superficie comercial». Afirma de que se trata de la primera batalla ganada, pero que todavía queda una guerra por delante. ¿Y a partir de que acabe este año? «Ya veremos qué es lo que sucede, pero seguimos considerando que hay opción para la permanencia en el establecimiento». Pero las consecuencias del anuncio de cierre por parte de la gerencia de la superficie comercial ya han tenido sus efectos en el negocio. «Se conjuga todo, también que es verano. Pero ya hemos pasado de los poco más de doscientos abonados que teníamos el mes pasado al centenar. Y los gastos no se reducen, esos no merman», decía con resignación. Espera que haya un nuevo repunte de llegada de clientes tras superar este mes; «pero soy consciente de que voy a tener que recurrir a mis ahorros para mantener el gimnasio».

Antes de la crisis sanitaria, recordaba, el recinto deportivo -único en la comarca por la accesibilidad y la disponibilidad de un amplio aparcamiento- sumaba casi setecientos usuarios; tras la pandemia, la cifra se redujo a los 450. El empleo recorrió el mismo camino, de 17 trabajadores en los mejores momentos, a siete y, ahora, solo trabajan el propio Valles y su pareja «unas horas al día».

El malestar se centra también en el escaso apoyo de las administraciones públicas cuando se trata de una superficie comercial, apuntaba, «que nació con fondos mineros y el compromiso de creación de empleo».

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