Justicia

Demostrado. Si algo tenemos en esta querida ciudad de Gijón es la capacidad de sorprender a quienes nos visitan, sea por motivos lúdicos o profesionales, ... y ejemplos tenemos sobrados para encabezar este peculiar ranking. Ahí está, sin ir muy lejos, la Universidad Laboral, que se muestra a los visitantes llena de goteras y humedades sin el menor recato. Algo parecido le sucedió, no hace demasiado, a un máximo responsable de la empresa Adif (sí, la que debe de apostar por el nuevo plan de estaciones de Gijón y poner millones de euros sobre la mesa), cuando, acompañado por un preboste local (no del ámbito político), pasó por la plaza del Humedal. «Ahí estaba la estación de trenes», le comentó didácticamente el anfitrión gijonés al ilustre visitante a la vez que señalaba al inicio del solarón. «¿Y qué pasó con ella?», preguntó asombrado. «Pues nada, que se derribó», respondió su interlocutor. El jefe de Adif no daba crédito. La misma ciudad, bueno, sus responsables políticos, que habían decidido demoler una estación nueva sin alternativa, eran los que ahora reclaman una millonada para salir del automarrón. ¿Consecuencia? Básicamente, la que todos podemos suponer (20 años dan para ello) y que nuestros responsables políticos, municipales y autonómicos, conocen al detalle: no habrá un euro para el plan de vías hasta, como mínimo, 2025 y a partir de ese año ya se verá. Esa es la realidad. El resto, literatura. El megáfono del exministro Ábalos se oxidó y el Principado parece que ya recomendó hace tiempo a la alcaldesa Ana González, eso dicen, que tratase de enfocar sus tiros hacia el metrotrén y su puesta en marcha, algo mucho más factible que ver mover una piedra del plan de vías en lo que queda de este mandato o, incluso, en el siguiente ciclo de cuatro años. Al menos el metrotrén ya tiene el túnel. Algo es algo. Lástima que Adif no tenga pabellón propio en el recinto. Félix Baragaño debería planteárselo. El Día del Transporte, que por cierto, pese a ser un clásico, ha desaparecido del programa, lo merecería. Hay quien opina que daría un juego increíble, y buena labor para los funcionarios del Principado, los mismos a los que el consejero Cofiño quiere primar en sus nóminas si demuestran una eficacia fuera de lo normal. Para posible ejemplo, una jefa de servicio del entramado funcionarial ubicado en Oviedo que, no hace muchas fechas, alardeaba en un medio digital de que durante el confinamiento del pasado año había dedicado doce horas al día, de ocho de la mañana a ocho de la tarde, a escribir su último libro. No aclaraba, eso sí, si en los 'descansillos' de tanta creatividad dedicaba algún minutillo de 'teletrabajo' a su labor como funcionaria, por la que, se supone, percibía su nómina pública a finales de mes. El señor consejero debería tomar nota. Cuestión de justicia.