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Kiti Mánver, sonríe en el festival de Vitoria . :: jesús andrade

«Ahora que estoy 'mayorzona' los premios me dan subidón»

Kiti Mánver, actriz | Da vida a Juan, un personaje masculino, en la obra 'Las heridas de viento', a las ocho de esta tarde en el Valey de Castrillón

José Fernando Galán

Viernes, 17 de abril 2015, 00:42

Kiti Mánver (Málaga, 1953), protagoniza mano a mano con Daniel Muriel 'Las heridas del viento', la obra de teatro que se representa esta tarde (20 horas) en el Valey, una historia de amor escrita y dirigida por Juan Carlos Rubio muy aplaudida por crítica y público que le reportó los premios a la mejor actriz de teatro de 2014 otorgado por la Unión de actores y Ceres a la mejor actriz. Da vida a un personaje masculino, Juan.

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-¿Qué clase de heridas ocasiona el viento?

-El viento es algo que nos arrastra, que nos lleva de un lado a otro, y cuando es huracanado crea destrozos y profundas heridas. Heridas sentimentales, de vivencias, que a veces son más dolorosas que las físicas.

-¿Asusta meterse en la piel de un hombre?

- Al principio estaba un poco 'cagada', y perdón por la expresión. Sentía un tremendo respeto que fui superando gracias al excelente trabajo de Juan Carlos Rubio. Sabe muy bien lo que quiere contar y conoce los resortes para que afloren las emociones y los sentimientos, que son los que enganchan al público.

-La transformación se produce en el mismo escenario. ¿Da vértigo?

-Es una manera de desnudarse, de pasar de mujer a hombre, a un ser de mayor edad con un físico bastante disminuido, y eso siempre da vértigo. Lo importante es que, gracias a la belleza del texto, ves que el público va entrando en el mundo interior de dos personas muy diferentes que terminan comprendiéndose.

-¿Cómo es Juan?

-Es un ser que ha dado su vida por un amor muy difícil y siente amargura. Es un hombre refinado, culto y con ideas preconcebidas al que le gusta manipular a su compañero, irónico y con gran sentido del humor. Como en todos los dramas de grandes autores, el personaje da giros hacia la risa, para que el público pueda respirar un poco.

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-Últimamente también se le ve haciendo papeles de abuela. ¿Cómo lo lleva?

-Ya los hice de jovencita. Transformarse es una de las riquezas de nuestra profesión. Pasas de una cosa a la contraria, y ese ir y venir te mantiene joven. No, hacer de persona mayor no me genera nada negativo, todo lo contrario.

-¿Qué queda de aquella chica Almodóvar?

-Mucho, muchísimo. Fue una época muy creativa, divertida y arriesgada que me permitió estar cerca de personas que tenían mucho que contar.

-Tiene el Goya, el premio de la Unión de Actores y el Ceres. A estas alturas de su carrera, ¿qué importancia confiere a los premios?

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-Ahora que estoy un poco 'mayorzona' y puedo hacer muy bien de abuela me da gran 'subidón'. Los premios se agradecen muchísimo, pero siempre hay que cogerlos con pinzas, para no envanecerse demasiado. Además, te ayudan a sacar adelante el producto.

-¿Qué está cambiando en las artes escénicas españolas?

-Más que cambiar estamos pasando por un momento de mucha dificultad que nos ha llevado a inventar otras formas de producir que si bien a nivel creativo son muy buenas, no permiten mantener este mundo. Vivir de esto casi resulta imposible. Más que cambio, lo que hay es penuria.

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-Motivada por las circunstancias.

-Lo que nunca ha faltado en este país es talento, y lo que hace falta es una política cultural que lo apoye.

-¿La hubo alguna vez?

-Se avanzó bastante, pero se abusó. Como dicen los argentinos, se empezó a tirar manteca al techo, a gastar mucho dinero en sitios que están vacíos. Esos pedazo de centros culturales no son necesarios, y muchos ni siquiera están bien diseñados. Se ha abusado, se ha malgastado mucho dinero y se han hecho cosas de nuevos ricos, pero había un tejido y unas redes que funcionaban muy bien y ahora estamos bajo mínimos.

-¿Se vislumbra la salida?

-Todavía estamos abajo. Tiene que haber un cambio político que se supone va a haber, pero no hablo solo de la cultura, sino del país. Que las diferencias no sean tan exageradamente injustas, que las leyes no favorezcan de forma tan descarada al pudiente y perjudiquen tanto al trabajador, que se recupere la clase media, prácticamente desaparecida.

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-Un tópico. ¿Teatro, cine o televisión?

-Justo en ese orden. Mi base, como la de muchos actores, es el teatro. Es donde realmente encuentro el sentido más antiguo y profundo del rito del actor, actuar ante la gente. No tiene competencia. El cine es otra cosa, más inmediata, y la televisión es la imagen, el estar ahí. A pesar de la falta de dinero y de las dificultades se hacen productos bastante interesantes.

-Ya por último, ¿cómo animaría al público a presenciar la obra?

-Yo creo que una de las cosas que lleva al público a ver 'Las heridas del viento' es que es un espectáculo desnudo de aparataje. Solo dos actores más el público, que es un personaje más. Se cuenta con él, es partícipe directo, y esa sencillez, esa humildad de elementos, permite centrarse únicamente en las emociones.

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