El mastín asturiano, más cerca de ser reconocido como raza canina

El Comité de Dirección de la Real Sociedad Canina de España (RSCE) ha aprobado oficialmente la incorporación del pastor del oso – mastín asturiano como nuevo Grupo Étnico Canino, lo que acerca el reconocimiento oficial de estos perros como raza canina española. Para el comité, esta incorporación representa un «avance técnico y un reconocimiento a un can que encarna la historia y tradición de Asturias».

Esta decisión reconoce «la singularidad de una población arraigada en la historia, reforzando el compromiso de la RSCE con la conservación de los perros tradicionales españoles».

Su inclusión en el Registro de Grupos Étnicos Caninos (RGEC) tiene como objetivo «establecer un tipo morfológico definido, fomentar una cría responsable, preservar la diversidad genética y garantizar la salud del conjunto poblacional». Además, con esta incorporación se reconoce el «esfuerzo colectivo de los criadores que han contribuido a conservar la esencia de este perro de trabajo».

Originario de las altas cordilleras asturianas, el pastor del oso – mastín asturiano ha sido conocido a lo largo del tiempo por diversos nombres (mastín de puerto, perro carrancón, can lobero) que evidencian su estrecho vínculo con la vida de montaña y la cultura popular de la región. Su función como guardián de rebaños y su resistencia natural lo convierten en un compañero imprescindible para los pastores desde hace generaciones.

El RSCE define a estos perros como «fuertes, silenciosos y leales. Son mucho más que un perro de trabajo. Durante siglos, ha protegido a los pastores frente a depredadores, llegando a ser conocido como el 'perro del pueblo' en numerosas aldeas».

Pueden alcanzar entre 70 y 85 centímetros de altura y los 50 kilos de peso. Su cuerpo robusto y su morfología son prueba de su adaptación al terreno montañoso, lo que le confiere una «resistencia extraordinaria en cualquier época del año». Su pelaje se caracteriza por tener «colores y patrones tradicionales, lo protege de todo tipo de climas y refleja una herencia genética ancestral, profundamente ligada a su entorno natural».

La serenidad, el equilibrio y la nobleza componen su carácter. «Es un perro territorial y muy leal a las personas con las que convive. Aunque es reservado con los desconocidos, se enfrenta sin dudar a cualquier amenaza externa», algo que convierte al pastor del oso en un «aliado imprescindible en la ganadería y un excelente guardián para fincas y hogares rurales».

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