Aristébano vive su boda más movida

Buen tiempo y mucho gentío, más de lo que se recordaba desde hace años, acompañaron la 63 edición de la Vaqueirada de Aristébano, una fiesta que este año tuvo un triple protagonismo. El primero, el de la pareja formada por María Teresa Pérez Fernández, de Trevías, y el praviano Víctor Andrés Menéndez del Campo, los novios más veteranos que han unido sus destinos en lo alto de la braña valdesana, con sus respectivos 75 y 66 años. El foco principal estuvo en ellos desde el inicio del cortejo nupcial, abierto por el tradicional carro de bueyes con el ajuar, hasta la ceremonia religiosa que los declaró marido y mujer. Allí, en el altar al aire libre donde se celebró, acaparaba tanto o más atención que los contrayentes el párroco de Naraval, Alejandro Fuentevilla, que se despedía de sus fieles en su última boda vaqueira, tras ser promovido a un nuevo destino pastoral. Fiel a su estilo, directo y socarrón, su sermón no dejaría indiferente a nadie y el motivo en esta ocasión tenía que ver con la tercera gran protagonista de la romería: la capilla de la Divina Pastora, afectada gravemente por los incendios de la zona esta primavera y objeto de una enrevesada polémica sobre su reparación.

Los grupos de baile La Corte de Enverniego y Perendengue de Cangas de Narcea animaron el desfile de los novios, los vaqueiros de honor y quienes se sumaron a la comitiva en su trayecto desde el caserío de Aristébano al prau de la fiesta. Con sus danzas y coplas felicitaron a Víctor y Teresa por su 'casorio' poniendo las notas de alegría y buen humor previas a la ceremonia religiosa. Tras el altar improvisado, el párroco Fuentevilla asistía sonriente al rito laico de los conjuntos folklóricos. Esperó unos segundos a que concluyese el jolgorio e inició la misa, sumándose en las felicitaciones a los novios y concluida la lectura de los evangelios, avisó: «Ya sabéis los que me conocéis que me gusta hablar claro y sin adornos». La advertencia no amortiguó un sermón de despedida en el que tras elogiar a los vaqueiros, «gente humilde y trabajadora que por motivos propios de cada época sufrieron injustamente la exclusión», y recordar los orígenes de la romería en torno a «una fiesta en la que se reunían familias y amigos, aportando cada uno lo mejor y donde no faltaba música, comida, liturgia», lamentó que esa esencia se hubiese perdido cuando «de la mano a veces de instituciones aparecieron aquí los jetas, a los que les gusta comer de papu» y se preguntó: «¿Dónde están hoy los vaqueiros, los genuinos, no los que se visten para recordar? ¿dónde están los de la braña, los que tendrían que estar?». La crítica preparaba el terreno para la diatriba por lo sucedido en torno a la capilla de la Divina Pastora: «Días después de que las llamas devoraran su techumbre los ayuntamientos, el Consejo Rector de la Vaqueirada y otras entidades se lamentaban por la desgracia, pero todo se quedó en eso, un lamento. Unas declaraciones aquí otras allá, pero ninguna solución», señaló. Fuentevilla explicó que intentó obtener información del consistorio valdesano, «pero la respuesta no fue la esperada. El Consejo Rector no tiene fondos, el Ayuntamiento sí, pero como la capilla es de la Iglesia, una institución millonaria, pues no los hay y el Arzobispado tampoco se preocupó mucho más. Las tres grandes corporaciones y unos por otros, la casa sin barrer», denunció.   

El cura de Naraval recuperó el humor al final de la ceremonia para requerir a los recién casados: «La edad no os va a salvar. Tenéis que daros un beso de película». Una petición que Teresa y Víctor cumplieron a rajatabla, despertando los aplausos unánimes del público. El grupo Perendengue celebró el final feliz del 'casorio' con una ronda de 'careaos', coplas de pique entre mozas y mozos que tendría su correlato en la réplica con la que el presidente del Consejo Rector de la Vaqueirada y concejal de Ciudadanos en la anterior corporación de Valdés, José Luis Rodríguez Bueno, quiso matizar las críticas del párroco al Ayuntamiento y salir en defensa del alcalde, Óscar Pérez. El ex edil aseguró que este había ofrecido «veinticuatro horas después del incendio que el Ayuntamiento se hacía cargo de las obras de reparación presupuestadas en 12.000 euros», un compromiso que se vio frustrado al constatar que la ermita estaba registrada en el catastro por el Arzobispado. Rodríguez Bueno aseguró que la oferta municipal seguía en pie con una sola condición, que era la de la cesión de la capilla por la diócesis al Consejo Rector. Entretanto, pidió a los asistentes colaborar en la colecta para sufragar las obras que dos vecinas de Aristébano habían realizado por su cuenta para reparar el tejado de la capilla y por las que han sido denunciadas por el Arzobispado.

Ajena al enredo, la patrona de la braña valdesana recibía a sus devotos sobre el prau de la romería con la cubierta recuperada, mientras el resto del programa seguía fiel al protocolo habitual. María Cristina López Bueno y Manuel Bueno Parrondo, de Los Corros, recibían el título de 'Vaqueiros Mayores'. Luego les llegaría el turno a los 'Vaqueiros de Honor': la escritora Matilde García-Mauriño, el empresario Rafael Ovalle Garrido, creador del Jardín Fonte Baixa de Luarca, la también emprendedora somedana Sofía González Berdasco y la artista kurda Serveh Hozhabri, que hermanó a su pueblo con el vaqueiro tocando el pandero tradicional de su país.

Un momento de especial emoción lo pusieron César Arruñada, de Caneiro y José Luis Pérez, de Naraval, en representación de los ganaderos de Valdés y Tineo, también galardonados: «A los políticos se les llena la boca con afianzar población en el medio rural, pero para eso se necesita que estemos a gusto los que vivimos en él», sentenciaron al recoger el premio, ante la ovación general. Fue el colofón a una Vaqueirada reivindicativa y movida como pocas, en la que Aristébano volvió a llenarse de gente, alegría y tradición.

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