El ganadero Pablo José Fernández, en su nave, ubicada la localidad tinetense de Borres. B. G. H.

«Las vacas agradecen el buen trato y aquí tienen una vida tranquila»

El ganadero tinetense Pablo José Fernández, distinguido como Mejor Ganadero del Año por Danone por la calidad de la leche que produce

BELÉN G. HIDALGO

BORRES (TINEO).

Domingo, 9 de febrero 2020

El ganadero tinetense Pablo José Fernández Antomil se define como un ganadero por vocación. «Siempre me gustó. La ganadería es una forma de vida y te engancha», dice desde su nave, ubicada en la localidad tinetense de Borres. Quizás ese haya sido el secreto para otorgarle el premio a Mejor Ganadero del Año en la novena edición de los Premios Ganaderos de Danone. Unos galardones que «reconocen el buen trabajo de las más de 220 granjas familiares que proveen de leche fresca a la compañía».

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«Sientes orgullo. Siempre está bien que se reconozca tu trabajo», dice ataviado con el mono azul y las botas de goma que le acompañan desde hace catorce años. Su ganadería la forman ochenta vacas, 60 de ellas en ordeño y el resto las mantiene en Zaragoza para recría. Su día a día se centra en que sus animales vivan bajo los parámetros de bienestar que marca la legislación y, al mismo tiempo, garantizar la calidad de la leche que producen. Indica que esto se consigue con una buena alimentación, unas instalaciones adecuadas y un buen manejo de los animales. «Eso revierte en su salud. Las vacas agradecen el buen trato y aquí tienen una vida tranquila», subrayó Fernández.

Este ganadero tinetense de 39 años presume de aprender «cada día» y de no dejar de lado la formación para seguir sumando conocimientos en el manejo de los animales. Aunque no siempre resulta fácil, insiste en que la clave reside en «ponerse y hacerlo. Cuando se aplica la eficiencia, el negocio mejora. Los márgenes son los que son y es ahí dónde está la rentabilidad».

No duda en señalar que los beneficios del campo se pierden por el camino y sostiene que el origen de la cadena continúa siendo el eslabón más castigado. «El trabajo en el campo no está bien pagado. Se debería exigir producir con la misma calidad a lo largo de la cadena y con beneficios similares», defiende en aras de lograr un equilibrio. Una demanda a la que tampoco serían ajenas las grandes industrias del sector. «Podrían dar más al ganadero y trabajaríamos mejor».

Pese a todo, reconoce que «en este trabajo hubo tiempos peores». En su ganadería la última gran inversión fue el robot de ordeño. Un sistema que, asegura, le facilita el trabajo y hace más cómoda la vida de sus animales. «Se hacen más ordeños diarios, si bien dependen del momento en que se encuentre la vaca. Ellas se adaptan al tramo que quieren de ordeño y están más tranquilas», detalla. En cifras, esta mejora se tradujo en un aumento del 20% de la producción de la ganadería.

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En la actualidad, la ganadería de este tinetense produce 800.000 litros de leche al año. Su reto es llegar al millón. «Es posible con un buen manejo», apostilla.

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