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En abril el concejo de Llanes registró una oleada de incendios en pocos días que fueron sofocados por los bomberos.

Burros, cabras y ovejas para prevenir los incendios

En Galicia ya se están poniendo en práctica proyectos pioneros con asnos localizados con GPS para limpiar de maleza los montes

LAURA CASTRO

Lunes, 29 de mayo 2017, 00:44

Diciembre de 2015 y primeros días de enero de 2016. Uno de los periodos más negros que se recuerda en Asturias desde 1990 en lo que a incendios forestales se refiere, unos fuegos que calcinaron 12.540 hectáreas de monte aquel mes en la región, una parte importane de ellas -3.812- en la comarca oriental, con fuegos destacados como el que tuvo lugar en La Roza de Parres, en el que falleció el piloto de helicóptero, José Antonio Rodriguez, quien se estelló cuando participaba en las tareas para extinguir aquel incendio forestal.

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Hace apenas un mes los fuegos descontrolados se sucedieron en los montes de Llanes. Solo en la primera jornada de una fatídica semana se calcinaron más de 300 hectáreas de matorral y arbolado en la Cuesta de Purón. Pero los incendios se repitieron en San Roque, El Mazuco, Vidiago, La Pereda o La Galguera, entre otros lugares.

A esta preocupación por los incendios forestales se suma la modifiación de la Ley de Montes impulsada por el PP y aprobada en marzo por el parlamento asturiano y que permite, tras la variación de la norma, la presencia del ganado en los pastos afectados por incendios forestales. Esta modificación de la Junta está considerada anticonstitucional por el Ministerio de Agricultura y Pesca, Alimentación y Medio Ambiente, que pide al Principado que modifique de nuevo esta ley para ajustarla de nuevo a la ley estatal sobre la materia.

Con estos antecedentes varios expertos, políticos locales y ganaderos han analizado para EL COMERCIO cuáles deben ser las iniciativas a realizar para poner fin a un problema que se repite y que, además de una notable preocupación social, genera importantes daños al medio ambiente. Un ejemplo es el caso de La Roza, en Parres, donde el Ministerio invirtió medio millón de euros para regenerar las 428 hectáreas afectadas por aquel incendio, 148 de ellas de superficie arbolada Entre las numerosas propuestas que realizan está la utilización de ganado para eliminar matorral. Y no solo cabras y ovejas, también burros.

Las medidas de extinción, en casos como los de Asturias y Galicia donde un 80% de los incendios son intencionados no bastan. La «prevención proactiva» es la alternativa más defendida por expertos como Javier Jiménez, trabajador de las Brigadas de Investigación de Incendios Forestales. «Hay muy poca cultura del fuego», por eso es importante recurrir a quemas controladas con personal especializado, a estudiar los grandes incendios y a otras medidas preventivas. Una postura que apoya también Javier Martínez, concejal de Agroganadería y Obras del Medio Rural del Ayuntamiento de Llanes y ganaderos de profesión. «Las quemas no están organizadas y ese es el principal problema. Además hay mucha gente que no sabe que hay suelos que no se deben quemar», explica Martínez. Los terrenos arenosos e inclinados son una de esas superficies sensibles que sufren más daños que beneficios y que en muchos casos no vuelven a regenerarse tras el fuego. Es por eso que el concejal llanisco considera que «deberían acotarse». La idea, señala Martínez, consiste en encontrar un «equilibro entre pasto, matorral y bosque» porque Asturias es «muy heterogénea» y hay que «respetar» sus peculiaridades y «adaptar» las normativas.

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Animales brigadistas

Todos los sectores especializados en montes y en incendios forestales apuntan a la necesidad de llegar a un consenso con los ganaderos. Sin embargo, no todos están de acuerdo en el cómo. Hay todo un abanico de posibilidades, pero ninguna funciona de forma completa por separado. La asociación Proyecto Roble que dirige Iñaki Aranzeta apuesta por sistemas silvopastorales con plantaciones de roble, abedul y fresnos que mantienen limpios los montes de matorrales. También llevan a cabo trabajo con reciella, pastoreo de cabras y ovejas, que se alimentan de tojo y brezo y contribuyen a la limpieza de los pastos. El mayor reto a la hora de trabajar con animales es mantenerlos en la zona correcta. En Galicia, se ha puesto en marcha un proyecto pionero con burros gracias a la Asociación ANDREA y al Ayuntamiento de Allariz. Los líderes de la manada llevan un GPS que avisa a la asociación cuando se salen de los límites establecidos. «Han dado un paso más con esta tecnología, pero no soluciona el problema de costes», apunta Iñaki Aranzeta que señala que los costes de personal «serían elevados». Por eso, Proyecto Roble apuesta más por los vallados y cercos para «automatizar» más el proceso.

Por su parte, Javier Martínez apuesta por un trabajo en grupo de pequeñas cooperativas. «¿Qué mejor cortafuegos que un pastizal?», aporta el concejal llanisco. «Al otorgar parcelas grandes a varios ganaderos se consigue que mantengan la zona limpia con sus animales y también obtienen un aprovechamiento» de la misma. Las fincas estarían cercadas de forma que se garantizase la concentración de la limpieza en un área concreta.

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«Todas las soluciones están ya inventadas, resta ponerlas en común y llevarlas a cabo», apunta Aranzeta. Una teoría que comparten Jiménez y Martínez que aseguran que a estas medidas es importante sumarles«normativas adaptadas a las condiciones de Asturias» y «quemas controladas» para las zonas a las que no puedan llegar los burros, cabras y ovejas. En la región, según los expertos, hay una superficie estimada de 300.000 hectáreas de matorral. Una extensión demasiado amplia que «precisa un conjunto amplio de medidas preventivas» donde animales, tecnología y ganadería aúnen fuerzas.

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