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Los atletas rurales se lucen en Benia
Las fiestas del Segador reúnen en la capital oniense a cientos de personas | El local Pelayo Alonso se proclamó rey del levantamiento de sábanu, Francisco Noriega venció en siega y José Antonio Campillo, en cabruñu
G. FERNÁNDEZ / L. RAMOS
BENIA.
Jueves, 29 de agosto 2019, 00:11
Como viene sucediendo cada 28 de agosto desde el año 1951, la localidad de Benia, capital del concejo de Onís, celebró ayer la fiesta del Segador, una actividad promovida hace 68 años por Agustín Ugedo, médico del municipio en aquellas fechas, y Constante Sánchez, propietario de la gran finca de La Rasa. El festejo sirve para recordar una actividad campesina prácticamente desparecida. Y entre los visitantes se repartió la 'parva', en la actualidad un bocadillo de queso de Gamonéu macerado, que en épocas pretéritas se acompañaba de generosos tragos de aguardiente para los segadores.
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A mediodía, en la plaza del Ayuntamiento, se ponía en marcha un desfile folclórico encabezado por la banda de gaitas de Onís, dirigida por Eugenio Otero Vega y Fernando Vázquez Cárcaba, de la que formaban parte diez gaiteros y dos percusionistas. Por detrás aparecía un vetusto carro del país, arrastrado por las vacas ratinas 'Navarra' y 'Voluntaria', guiadas por el piloñés, de Lozana, Víctor Molina Lobo. En el interior del carro viajaban Ángel Sánchez Sánchez, propietario de la quesería Vega de Ario, y Patricia Fernández Couto, estudiante de Psicología en Oviedo, el zagal y la zagala de 2019, elegidos por votación popular. Los dos animosos pastores por un día repartieron 350 bocadillos de 'parva' a lo largo del recorrido por los barrios de Villoria, El Cotorollu, Beniaencima, San Roque y La Vega.
Por detrás circulaban otros dos carros del país, arrastrados por tractores y repletos de niños, algunos de apenas un par de años, como Lucía Romano y Eloy Rodríguez. Cerraba el cortejo una multitudinaria comitiva de vecinos, turistas y curiosos. Entre ellos iba el alcalde, José Manuel Abeledo (PSOE), quien explicó que la fiesta del Segador «permite recordar a gente de anteriores generaciones que trabajaban en el campo». Y valoró que, «en Onís, la juventud participa en mantener las tradiciones que sirven para evocar a los antepasados que nos faltan, especialmente a nuestros abuelos».
Dos horas más tarde se repartieron más de doscientos bollos preñaos y otras tantas botellas de vino a los socios de la fiesta. Al acabar el recorrido, la zagala comentó que se sentía «orgullosa y muy contenta porque se trata de mi fiesta favorita. Y el zagal desde hace más de una década matizó que «el nombramiento me hacía más ilusión en los primeros años, era más intenso». «No obstante, ahora lo disfruto más porque me encuentro como pez en el agua», agregó.
Ya por la tarde, con las fuerzas renovadas y tras los juegos infantiles, llegó uno de los momentos más esperados, el turno de las que muchos consideran las 'olimpiadas rurales'. Abrió los tradicionales juegos de la fiesta del Segador una divertida carrera de sacos en la que se impuso el joven Edier Viveros, de origen colombiano pero oniense de adopción. «Llevo unos catorce años participando y aunque ahora resido en Oviedo, no falto a la fiesta», aseveró. En segundo lugar quedó Arturo González y en tercero, Rubén Buría.
Acto seguido tuvo lugar la carrera de madreñas, una veloz prueba que comenzó sumamente reñida y se saldó con un par de caídas sin mayor relevancia. El cangués del barrio de Canzolaz David García Cimentada se impuso haciendo gala de un gran control del calzado asturiano, pese a que, según indicó, solo se lo calza en esta fiesta. Le siguieron Edier Viveros y Rubén Carriedo.
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Quien también demostró una enorme soltura fue la estadounidense Clellan Coe, procedente de Colorado y residente desde hace un tiempo en Gijón. «Me gusta mucho correr y ya participé en una carrera de madreñas en Lieres, aunque hasta que vine a España nunca había visto nada igual», reconoció la mujer. Ella y la almeriense Mariló Contreras fueron las dos únicas féminas que se animaron a participar en los juegos, dejando, eso sí, el listón bien alto.
Y es que la andaluza, ni corta ni perezosa, se apuntó a la prueba más dura de la tarde, el levantamiento de sábanu. Una práctica hoy relegada a los festejos onienses pero que, según recordaban los mayores, era la forma en la que, hasta hace poco, se transportaba la hierba en los montes de la zona. «Vale más maña que fuerza», recalcaron los veteranos. Si bien el entusiasmo de la organización a la hora de preparar las brazadas de hierba, superando a las cantidades de ediciones pasadas, hizo que esta vez la fuerza fuese igual de importante que la maña. Y es que solamente cuatro de los ocho participantes lograron completar el ejercicio y, pese a que varios lo intentaron, muy pocos de los presentes en el prao consiguieron levantar el sábanu sobre su espalda. Mariló fue una de las que lo lograron y, aunque no pudo completar la vuelta al circuito, recibió casi más gritos de ánimo y aplausos que el vencedor, el oniense Pelayo Alonso. La plata fue para Francisco Noriega y el bronce, para David García Cimentada.
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Tras esta prueba única en Asturias llegó la pareja estrella de numerosas romerías, la compuesta por los concursos de siega y cabruñu. En el segundo se valora «la uniformidad en el filo, que no esté pasado y que corte bien», según explicaron los miembros del jurado, Isidro del Cueto, Policarpo Fernández y Tomás Rojo. En el caso de la siega, lo importante, indicaron, son tanto la rapidez como la calidad del segado. Finalmente se impuso Francisco Noriega, de Alles, seguido por José Luis González (Infiesto) y Alfonso Díaz (Washington). En cabruñu, el podio lo ocuparon José Antonio Campillo, Ángel Sánchez y Ramón Sánchez, todos de Benia.
Para terminar se disputó el tiro de cuerda, en el que se impusieron los llaniscos Zancañeros, seguidos por los piloñeses y los Guajes de Pría.
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