El arranque de ocle finaliza con cupos agotados y preocupación por la laminaria

«La zona que vedaron es la élite, pero tenemos que arreglarnos todos», indica Manuel Buenaga, patrón mayor de la Cofradía Virgen de Guía de Ribadesella. «Si se acabó el cupo es que va bien. Llegando a acuerdos se entiende la gente», sostiene por su parte el patrón mayor de la Cofradía de Santa Ana de Llanes, Ángel Batalla. Esa normativa llegó tras las quejas de los ocleros de arribazón, quienes denuncian desde tiempo atrás la disminución de las algas que llegan a las playas. Esa situación la achacan a la recuperación del arranque en el litoral oriental en 2017, tras tres décadas de veda.

«Hubo bastante ocle y ya hay también por las playas. Hay algas de sobra», afirma Antonio Oves, que además de participar en la campaña es uno de los principales compradores. Sitúa en una media de cinco mil kilos el ocle extraído en las jornadas de faena, que no son todas las de la campaña, y considera incluso que hay cabida para «algún barco más». Este año, recuerda, dos de las embarcaciones no estuvieron plenamente operativas por percances, como el hundimiento de una de ellas frente a la playa de Barro a finales de julio.

Más preocupados que por las restricciones se muestran en Llanes y Ribadesella por la presencia de laminaria, un tipo de alga en el que detectan una amenaza para la extracción. «Decían que había desaparecido, pero ahora vuelve a haber mucha», apunta Batalla. «Está por todas partes, invadió más que otros años. Es como la cotoya en un prau», compara Buenaga.

En cuanto a precios, el sector coincide en que el kilo se ha pagado entre los 55 y 56 céntimos. Con la referencia de que en 2017 el arranque se retomó desembolsando 73 céntimos por kilo y que desde entonces ha sufrido un paulatino descenso, el patrón mayor de Llanes sostiene que se encuentran en un rango «bajo». «Cuando se abrió, la cosa empezó bien, pero fue a menos y sigue a la baja», lamenta.

No obstante, en las cofradías asumen que los del ocle son unos ingresos más que bienvenidos, especialmente en un año con «bajón grande» en costeras como la de la xarda. «La gente no sabe a qué va a andar. La xarda nos pegó un palo grande», lamenta Buenaga. «Hay que ir esparciendo la flota para sacar el jornal», añade Batalla.