El Vía Crucis más «monumental» revive en las calles de Infiesto

Lejos de acomodarse y limitarse a aguardar por el regreso, el Vía Crucis Viviente de Infiesto optó por renovarse en estos dos años de parón motivado por la pandemia. El resultado de ese trabajo pudo comprobarse este Jueves Santo en Infiesto, con una puesta en escena que gana en espectacularidad y tamaño, sin perder la esencia que ha hecho de la Semana Santa piloñesa una de las más destacadas de la región en tan solo ocho años. Nuevo vestuario y decoraciones se suman a las representaciones de los momentos clave de la Pasión de Jesucristo en una villa convertida para la ocasión en Jerusalén. De nuevo con más de doscientos figurantes y unos cuarenta intérpretes, en el papel de Jesús se estrena este año Daniel Samalea, quien sustituye al Cristo de las últimas ediciones, Manuel Castañedo. También fue jornada de estreno para el narrador, tarea que ahora recae en Luis González, hermano mayor de la cofradía del Santo Cristo de la Misericordia.

Finalizada la misa del Jueves Santo, en la iglesia parroquial fieles y curiosos se dieron cita para presenciar la primera de las escenas, la Última Cena y el lavatorio de pies de Jesús a sus discípulos. Del templo, la representación se trasladó a la plaza Mayor de la villa, reconvertida en el huerto de los olivos. Allí tuvo lugar la oración en soledad, seguida del prendimiento por parte de los soldados.

En ese punto, el Vía Crucis Viviente hizo un alto para dejar paso a la procesión del Nazareno. Ya al caer la noche, la plaza del Ayuntamiento albergó la tercera de las escenas del Jueves Santo, la comparecencia de Jesús ante el Sanedrín. Esa representación del interrogatorio de la corte judía, incorporada en 2019, culmina con la condena que la autoridad romana terminará transformando en una sentencia a muerte por crucifixión. El escenario de ese enjuiciamiento contó como novedad con columnas de cuatro metros traídas desde Valencia.

El Vía Crucis Viviente continuará este viernes, desde las 18 horas, con el recorrido de Jesús con la cruz a cuestas por las calles de Infiesto y la crucifixión en la plaza del Ganáu, uno de los momentos que más público atrae de todo el evento.

Para la cofradía del Vía Crucis Viviente, presidida por Patricia Miriam Martínez, estos últimos meses han sido de «mucho trabajo». Los ensayos arrancaron ya en enero, pues hasta entonces la celebración de la Semana Santa estaba «en el aire» por la crisis sanitaria. Ayer mismo, a las ocho de la mañana comenzaron a instalar los decorados en Infiesto, tarea en la que colaboraron operarios del Ayuntamiento. El sentir de los integrantes es que ese esfuerzo «merece la pena», pues el Vía Crucis piloñés es esta Semana Santa más «monumental».

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