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Rafael Arenas. Alex PIña

Rafael Arenas, catedrático de Derecho Internacional Público

«Lo que más pesa ahora en Cataluña es el silencio y eso es síntoma de una sociedad que no está bien»

«Se ha normalizado que las Administraciones Públicas no cumplan la legalidad. Y eso es inadmisible»

Olga Esteban

Gijón

Miércoles, 9 de julio 2025, 09:23

Dicen de Rafael Arenas García quienes le apoyan que es «el asturiano que planta cara al independentismo violento en Cataluña». Catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) y original de Castrillón, fue presidente de Sociedad Civil Catalana y hoy participa en el Colegio de Abogados de Oviedo en el debate 'La autodeterminación en los nuevos discursos nacionalistas: ¿Encaje o desguace de la Constitución?', organizada por la Real Academia Asturiana de Jurisprudencia. Junto a él intervienen Javier A. González Vega, catedrático de Derecho Internacional Público de la Universidad de Oviedo y Académico Correspondiente y Benito Aláez Corral, catedrático de Derecho Constitucional de la Universidad de Oviedo. Estarán presentados por Leopoldo Tolivar, catedrático de Derecho Administrativo de la Universidad de Oviedo y presidente de la Academia.

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-Debo empezar por la pregunta de la propia mesa redonda. ¿Encaje o desguace de la Constitución?

-Sería otra Constitución. Mi planteamiento es que en la actual no cabe la autodeterminación. Si queremos cambiarla y hacer una en la que las autonomías tengan ese derecho, será otra Constitución.

-Pero parece que llevamos años intentando encajar la idea...

-Lo que ha pasado es que a pesar de que está claro que la Constitución no tiene cabido para eso, lo que ha habido son actuaciones claramente ilegales, inconstitucionales y desleales de varias administraciones públicas, especialmente de la Generalitat de Cataluña, que desde mi perspectiva no han tenido una respuesta suficientemente clara ni desde el Gobierno, ni desde la opinión pública ni desde la sociedad española en general. No hay que hablar de encaje, hay que hablar de deslealtad. Y de la necesidad de pensar qué ha fallado en nuestro sistema para que hayamos llegado a una situación como la que vivimos en el año 2017 y la que seguimos viviendo de alguna manera.

-¿Hemos normalizado ciertas actuaciones?

-Se ha normalizado que las Administraciones Públicas incumplan la legalidad. En Cataluña el incumplimiento de la ley es continuo, pero parece que no se le quiere dar importancia. Yo a veces digo que la sociedad catalana se encuentra en fase de negación. Cuando hay un trauma a veces dices 'esto no me está pasando'. Y creo que la sociedad catalana y España en su conjunto está en esta fase de negación, no querer asumir la gravedad de lo que pasó en su momento, lo que está pasando y lo que puede pasar en un futuro.

-¿Qué está pasando? ¿Hemos dejado de mirar hacia Cataluña después de aquellos hechos?

-Desde siempre se puso el acento en el sitio equivocado. El problema no es tanto la secesión, que sin duda lo es, como que las Administraciones Públicas asuman con normalidad que van a actuar al margen de la ley. Eso es inadmisible en un Estado de Derecho. Otra cosa es que en ocasiones no lo cumplan, pero lo que es novedoso es que digan abiertamente que no lo quieren cumplir. Esa situación se mantiene en Cataluña, donde sigue siendo imposible estudiar en español, aunque sea constitucionalmente obligado. De los 900 ayuntamientos que hay en Cataluña, unos 700 incumplen la Ley de Banderas, que es una cuestión simbólica pero muy importante. Lo que es relevante es que una Administración que sabe que está obligada a colocar la bandera española no la coloca. La actitud de desafío a la legalidad continúa, es clarísimo.

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-¿En el día a día cambió algo después del procés?

-Muy poco. Por ejemplo, las asociaciones no nacionalistas siguen teniendo muchos problemas para tener presencia en la calle. Este mismo curso, los estudiantes de una asociación que se llama S'ha acabat...

-En algún acto de ellos usted ha sido amenazado.

-Sí, pero lo que quería decir es que esa asociación, para poder tener presencia en una feria de entidades tuvo que recurrir a los tribunales porque la Universidad le denegó el permiso. Es muy grave y llueve sobre mojado. Hace poco ha habido condenas por ataques a esta misma asociación, en la Universidad Pompeu Fabra. Y lo que es más grave, el presidente de Esquerra Republicana de Catalunya, Oriol Junqueras, publicó un tuit apoyando a los que habían ejercido la violencia contra S'ha acabat. No podemos darlo como normal. No cuando se ejerce la violencia y los políticos lo apoyan. Es inadmisible.

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-Le decía que usted ha sido amenazado... ¿Ese es el día a día?

-Afortunadamente las amenazas no son el día a día, pero cuando sucede algo así te recuerda que la situación no es normal. Lo más grave no fue el papel por debajo de la puerta, que desde luego no es agradable, pero lo que más desazón me produjo fue la reacción del equipo decanal, que ante mi decisión de no plegarme ante quienes me amenazaban decidió que el acto se suspendía. Fue lo más grave, porque supone que no todas las ideas están en igualdad de condiciones en la Universidad pública.

-¿Es la realidad de las universidades públicas catalanas?

-Como decía, no es el día a día. Pero en mi universidad, por ejemplo, hay otro contencioso por un mural en un edificio en la Universidad en la que se hace apología de ideas políticas concretas... Y se niegan a retirarlo y hay que ir a los tribunales. Es un signo claro de politización.

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-¿Aparecen las ganas de abandonar Cataluña? ¿Conoce gente que lo haya hecho?

-Hay gente que se ha ido, sí. Pero es algo que no contemplo ni de lejos. Es el sitio en el que muchos hemos decidido estar y estaremos y no vamos a permitir que alguien nos diga que tiene más derecho sobre Cataluña que nosotros.

-¿Cómo es la convivencia hoy en Catauña? Durante el procés se complicaron las relaciones sociales, laborales, familiares... ¿Y ahora?

-Lo que más pesa es el silencio. La situación que se produjo en aquel momento sigue extendiéndose. Tengo conocidos que no piensan como yo. Hace años, antes del proceso, discutíamos, comentábamos, y ahora hemos optado por el silencio. Porque si hablamos vamos a acabar enfadándonos y el día a día tiene que seguir. Hay muchos temas de los que no se hablan. Por ejemplo, cuando me sucedió el incidente de las amenazas, fueron contados los compañeros que me dijeron algo, y me consta que lo sabían. Pero la respuesta es el silencio y eso es síntoma de una sociedad que no está bien. Yo conocí la sociedad catalana antes del proceso y esto no pasaba. Para mí, es el signo más claro de que estamos ante una sociedad que debemos trabajar para revertirla.

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-Pero es un silencio solo para una parte...

-Me refiero al silencio entre compañeros de trabajo, en las familias, en las reuniones... Temas en los que no entras porque no va a conducir a nada. Luego, en el espacio público, sigue la lucha porque se mantiene el intento de parte de sectores nacionalistas de que en el espacio público queden excluidos determinados planteamientos. Me preocupa porque eso supone defender que hay ideas que no pueden estar en el espacio público. Una sociedad democrática es aquella en la que todos se pueden expresar y eso, en Cataluña, tiene dificultades. Hay ideas que se entiende que no pueden ser expresadas.

-¿Hay manera de reconducir la situación aún?

-Si pensara que no hay manera de reconducirlo no estaría implicado. Creo que podemos volver a tener una sociedad sana, en la que todos nos podamos reconocer sosteniendo opiniones diferentes. Los que queremos expresar algo tenemos que seguir haciéndolo y denunciar los casos en los que no nos dejan hacerlo y necesitamos el poyo de los españoles y los europeos, porque el problema ya supera las fronteras españolas, para defender el sistema que nos ha dado sentido desde el final de la segunda guerra mundial, una democracia en la que todos podemos expresar nuestra opiniones, en la que nadie tiene la verdad absoluta y todos estemos convencidos de que podemos cambiar de opinión si el que está delante nos convence. Con la polarización que hay, que no afecta solo a este tema, es difícil. Pero no hay alternativa a trabajar en esta dirección. La alternativa es una sociedad fracturada.

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-Pero es cada vez más evidente esa polarización de la que habla...

-Y no solo en España. Pero ya sabemos lo que es una sociedad polarizada. Y lo que hay después es mucho más agradable. Así que tenemos que comprometernos en la medida que podamos. Nadie está obligado a hacer más de lo que puede, pero todos estamos obligados a hacer lo que podemos. Es lo que intento. Soy optimista y creo que si todos lo hacemos acabaremos revertiendo la situación.

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