El riesgo de nuevos argayos marca las labores en Salas

La retirada del enorme argayo en las obras de la autovía del suroccidente (A-63) y que ha cortado la nacional 634 entre Cornellana y Casazorrina llevará meses de trabajo y exige enorme cuidado en estos primeros momentos. El material desgajado de la montaña, que se estima pasa de los 20.000 metros cúbicos, puede ser solo una primera señal tras la que lleguen nuevos corrimientos de tierra.

Ese es el riesgo con el que deben lidiar los técnicos del Ministerio de Transportes y de Dragados, la constructora que ejecutaba el tramo Cornellana-Salas. El desprendimiento comenzó pasadas las 9.30 horas del viernes y siguió activo en la tarde. Pese a ello, los primeros operarios alcanzaron esa misma tarde la zona de cabecera del desprendimiento, moviéndose con suma cautela. En esas primeras inspecciones no localizaron nuevas grietas que anticipen la caída de más material, pero mantienen bajo vigilancia la zona, pues aún es pronto para descartar nuevas reactivaciones del argayo.

Las alternativas que se manejan para estabilizar la zona y retirar el material desprendido son varias, y todas requieren de meses de trabajo y cuantiosa inversión. Esa es una de las razones por las que también se sopese la posibilidad de ejecutar una calzada provisional, que rodee el argayo, para retomar en precario la circulación en la N-634 en tanto se avanzan los trabajos.

Lo que se da por descontado es que el estreno del tramo de autovía no podrá hacerse antes del segundo semestre de 2022.