Meres se rinde ante la Virgen de la Cabeza
Doscientos feligreses participan en la misa y la procesión de la imagen que ponen el broche al día grande de las fiestas de la parroquia de Tiñana
Un sol de justicia animó ayer a los vecinos de Meres y alrededores a celebrar a su Virgen de La Cabeza. La talla, restaurada el año pasado por Paula Sánchez, procesionó rodeando la zona de los festejos y lo hizo arropada por el fervor de todo un pueblo. Pese a ser día laborable, varios cientos de personas se acercaron a la ermita donde se celebraron los oficios religiosos, que culminaron con la clásica misa. La ceremonia, a la que acudieron una veintena de sacerdotes de parroquias vecinas, fue oficiada por John Steven Betancourt, ordenado el domingo.
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En su sermón, muy aplaudido por los presentes, el que fuera diácono de El Berrón hizo un repaso de su periplo espiritual y animó a los fieles a «abandonarse a su madre la virgen María». Durante la eucaristía, Steven Betancourt no pudo contener las lágrimas, tales era su emoción al oficiar por primera vez como cura.
Tras la ceremonia, los fieles desplazados a Meres procedieron a la tradicional procesión por los aledaños del prau. El recorrido, secundado por multitud de feligreses al son de las gaitas, culminó con la colocación de la venerada imagen en el interior de la ermita. Una vez allí, recibió la Virgen una segunda procesión: la de cientos de fieles que quisieron pedir su amparo contra «los males de la cabeza».
Una de las feligresas que ayer aguardaba, entusiasmada y expectante, a poner una vela a «su virgen» era Emilia Camblor, que lleva más de seis décadas acudiendo sin falta a la cita del santuario. Incluso cuando trabajaba en Maternidad en el HUCA, «siempre pedía el día libre», recordaba ayer con la ilusión intacta esta vecina de Villamiana.
Fieles desde la cuna
Aunque natural de Oviedo, siempre fue muy devota de la patrona de Meres. Su madre sufría fuertes jaquecas que la postraban en la cama durante días. «Siempre poníamos ofrendas a la virgen, hasta que un día le dejó de doler». Desde entonces, su hija no falta a la cita. «Es nuestra humilde forma de dar las gracias», apuntaba. No fue la única. Muchos vecinos prendieron velas o dispusieron arreglos florales en los márgenes del santuario para honrar a su patrona. Aparte de los coloridos ramos, hubo quienes se acercaron a la Virgen con otros más sobrios de tejo para acariciarla y ser bendecidos por ella.
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Las fiestas de Meres continuarán hoy con juegos tradicionales, reparto del bollu y de la sidra, y un espectáculo de fuegos artificiales, a partir de las once de la noche.
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