Los otros vigilantes de las playas asturianas
Entre los cometidos del Laboratorio de Salud Pública del Principado está el de velar por la calidad de las aguas de 63 arenales. Un trabajo «bastante desconocido», pero muy importante para preservar la seguridad sanitaria de los bañistas
Asturias cuenta con 63 playas aptas para el baño en 19 concejos. Y de velar por la calidad de sus aguas se ocupan los ... profesionales del Laboratorio de Salud Pública del Principado. Un edificio situado a pocos metros del HUCA donde el mar Cantábrico se somete a rigurosos controles microbiológicos en busca de posibles Escherichias coli y Enterococos intestinales, bacterias indicativas de la existencia de contaminación fecal. A día de hoy, el 85% de los arenales analizados –casi nueve de cada diez– presentan una calidad del agua «excepcional» y en el 9,5% «es buena».
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Así se desprende de la monitorización que lleva a cabo el Laboratorio de Salud Pública, una labor «bastante desconocida, que, sin embargo, es muy importante para saber si nuestras playas son aptas o no para el baño». Quien habla es María Luisa Rodríguez, subdirectora general de Salud Pública y responsable de una instalación que resulta esencial para garantizar tanto la sanidad ambiental como la seguridad alimentaria en el Principado. «Aquí la gente –forman la plantilla 29 personas– hace un trabajo extraordinario, aunque no se vea», saca pecho esta farmacéutica con nueve años de trayectoria en el centro.
Rodríguez abre sus puertas a EL COMERCIO, precisamente, para dar visibilidad a ese trabajo, que, en temporada de baños –desde el 31 de mayo al 9 de septiembre–, se vuelca con el análisis de playas y piscinas. Con ella, Paula Renedo, jefa de la sección de Microbiología; Natalia Fraga, responsable técnico de la toma de muestras; Elena Landeras, responsable técnico de Microbiología; Eva Segovia, jefa de la sección de Química; y los analistas de laboratorio Laura Alonso, Miguel Arias, Delfina Puerta y María Fernández.
En la temporada de baños, se pueden llegar a analizar más de 400 muestras de mar Cantábrico en busca de E. coli y Enterococos, bacterias indicativas de contaminación fecal
Y fuera, recogiendo muestras, están María Jesús Naredo, Belén Naredo, Iván Granados y Miguel Conejero, los cuatro técnicos en salud ambiental. Lunes y martes los dedican en exclusiva a recorrer playas, siguiendo una ruta previamente establecida. Esta próxima semana, por ejemplo, está previsto hacer controles en playa España, Serantes, Navia, Verdicio, Xagó, Luanco, San Antolín, Arnao, Borizo, Barro, La Franca o Poo, entre otras. En total, existen 73 puntos de muestreo, donde se recoge agua en función de la calificación que tenga cada arenal: un mínimo de cuatro veces por temporada si está catalogado como excepcional y ocho si no lo está. Una diferenciación que depende del resultado de las mediciones realizadas en los tres veranos anteriores.
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Aparte, «se hace un muestreo inicial», precisa María Luisa Rodríguez, «para comprobar que efectivamente esa calificación se cumple». El año pasado se llegaron a analizar 404 muestras de zonas de baño. Sobre el terreno, se recoge agua de mar en frascos esterilizados y también mucha información: «Los técnicos en salud ambiental anotan la hora de recogida, si llueve, la temperatura del agua, su color, su transparencia, el estado del mar, la presencia de sustancias tensioactivas, si hay medusas o algas...». Y una vez en el Laboratorio de Salud Pública, las muestras se registran convenientemente y pasan a la sección de microbiología para su análisis.
Paula Renedo y Laura Alonso explican el procedimiento: «La muestra se divide en dos botes, uno para E. coli y otro para Enterococos; le hacemos una dilución para rebajarle la salinidad; y añadimos un reactivo específico para cada uno de los microorganismos que estamos buscando». A continuación, «volcamos el agua en unas bandejas con pocillos, las sellamos y las ponemos a incubar; para el E.coli, entre 18 y 22 horas, y para los Enterococos, 24 horas», prosiguen.
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«En el 85% de las playas la calidad del agua es excepcional y en el 9,5% es buena. Por lo general, los problemas que se detectan son episodios puntuales»
Transcurrido ese tiempo, se comprueban los cambios de color y fluorescencias que generan estas bacterias cuando metabolizan el medio de cultivo añadido al agua para favorecer su desarrollo. La aplicación de tablas y fórmulas difíciles de entender para los profanos determina el recuento final de microorganismos. Una concentración superior a 500 de Escherichias coli y de 200 en el caso de los Enterococos indica que el agua de la playa en cuestión no cumple los estándares sanitarios reglamentarios para el baño.
Generalmente, los problemas que se detectan en Asturias «son episodios puntuales», afirma María Luisa Rodríguez. En lo que va de temporada, sólo se ha decretado el cierre –temporal– de las playas de Poo y de Bañugues. En el caso de la primera, es algo excepcional que se prohiba el baño por la insuficiente calidad de sus aguas. En el caso de la segunda, ya ha ocurrido en otras ocasiones. La última palabra la tiene el Servicio de Seguridad Alimentaria y Sanidad Ambiental –vinculado a la Consejería de Salud–, a donde se derivan los resultados de los controles.
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«El Servicio se pone en contacto con el ayuntamiento afectado para que prohíba el baño o anunciar que no es recomendable. Por nuestra parte, tenemos que hacer un nuevo análisis antes de 72 horas», señalan los profesionales del Laboratorio de Salud Pública. Y así, hasta que el resultado sea positivo. Que los problemas persistan durante tres temporadas consecutivas implica la retirada del censo de arenales autorizados para el baño. «La última vez que ocurrió esto fue hace cinco años en El Franco», recuerdan quienes velan por la salud de los bañistas. Ellos son los otros vigilantes de las playas asturianas.
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