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María (nombre ficticio) recibió protección policial tras ser agredida por su pareja. Paloma Ucha
25-N Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres

«Me alejó de mi familia y amigas y controlaba mis redes sociales»

María (nombre ficticio), nacida con el milenio, recibió una brutal paliza de su pareja, trece años mayor. Tardó en romper esa relación y teme lo que haga él al salir de la cárcel

Chelo Tuya

Gijón

Martes, 21 de noviembre 2023

Nació en las puertas del nuevo milenio. Hija de la Generación Z, trata de tú a tú a las nuevas tecnologías y se maneja sin problemas en términos como 'stalkear stories' (fisgar los vídeos de alguien en la red social Instagram), 'bichear' (fisgar en las redes sociales), 'random' (aleatorio) y tener 'crush' (amor platónico). De hecho, lo suyo con él empezó así, como crush. «Le conocía porque paraba en un bar cerca de mi casa».

A María (nombre ficticio) no le importó nada la diferencia de edad (él le saca 13 años) y se mostró feliz cuando él 'le habló' por una red social. Es decir, que comentó sus fotos y, después, le envió mensajes privados. Pasó de crush a novio en menos que dura un Tiktok. A los dos meses ya vivían juntos. A los tres años, él está en la cárcel y ella tiene miedo a su reacción cuando salga. Razones hay. Sabe lo que es acabar en el hospital tras una brutal paliza. La que él le dio.

Haber crecido paralelamente a la Ley Integral contra la Violencia de Género (aprobada en 2004) no le ha servido de nada a María. «Porque nunca pensé que me fuera a pasar a mí». De hecho, ahora, cuando mira atrás, es expresivamente sincera: «La cagué». Lo dice porque no hizo caso a su familia «cuando me decían que no me convenía estar con él, que no iba bien, que lo dejara», ni a sus amigas «de las que me fui alejando, porque yo solo quería estar con él».

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Un alejamiento iniciado por ella, «me fui de casa para vivir con él», pero explotado y aumentado por él. «Me alejó de mi familia. Decía que hablaban mal de él, que solo querían separarnos, que él me quería más». Y también de las amigas «yo solo quería estar con él y a él le vino muy bien». Incluso la alejó del trabajo. «Desde los 18 años siempre trabajé. Pero cuando me fui a vivir con él empezó a decir que no hacía falta que yo trabajara, que él ganaba para los dos, que...» Una cantinela envolvente que limitó a «menos de un mes» el tiempo que ella trabajó siendo su pareja.

El control llegó, claro, a las redes sociales. «Al principio yo tenía mi teléfono, pero luego compartíamos uno». Él no solo leía los mensajes que ella recibía o enviaba, sino que llegó a utilizar sus redes sociales. «Empezó diciendo que por qué subía tal o cual foto. Que subiera fotos con él. Luego, directamente las subía él». En el Instagram de ella.

«Me pegó durante cinco horas. Una vecina llamó a la Policía que me salvó. Estaba tan hinchada que parecía un monstruo»

Todo en pleno siglo XXI, en un país con la mejor Ley Integral de Violencia de Europa, donde se presupone una educación en igualdad y donde cada 25N el país sale a la calle para rechazar la violencia machista. «Pero yo no me veía como una víctima».

Ni siquiera se vio como tal cuando el disfraz de novio que ya no era crush se cayó para mostrar al eterno violento. «Todavía no sé qué pasó». Aquel día empezó como todos, pero acabó con ella en el hospital. «Durante cinco horas me estuvo pegando». Su vecina oyó los ruidos «también destrozó el piso», pero pensó que no era nada grave. Hasta que, cinco horas después, al volver a casa y seguir escuchando los mismos ruidos decidió llamar a la Policía. Los agentes la salvaron de una muerte segura. En el hospital la trataron de contusiones por todo el cuerpo «parecía un monstruo, estaba toda hinchada», pero no hubo ninguna fractura. Ni siquiera la de su corazón.

«Cuando estaba en el hospital mis padres fueron a verme. Ahí dije que nunca volvería con él, pero un día después ya estaba hablándole», dice en relación a que le envió un mensaje por una red social. «La cagué», repite.

Porque creyó que todo había sido fruto del consumo de drogas por parte de él. «Yo nunca he consumido», precisa. Y creyó también que todo cambiaría. Tanto lo creyó que, pese a que el juzgado le condenó a él y le impuso una orden de alejamiento, así como el pago de una indemnización, ella incumplió la primera y no cobró la segunda. «Ahora me arrepiento mucho. Tenía un agente para protegerme y le mentí. Lo siento mucho, muchísimo, ya digo que la cagué».

«Crees que no te pasará a ti»

Quien no 'la cagó' fue la Justicia. Cuando ella parecía metida en un bucle de destrucción, a él le detuvieron por otro delito e ingresó en prisión. «Al principio, seguí hablando con él, pero pronto me di cuenta de que todo lo que me habían dicho era verdad».

«Le tengo bloqueado, pero no sé lo que hará cuando salga. Es muy vengativo y un familiar suyo me ha amenazado»

Recuperó su relación familiar y con sus amigas de siempre. «Mi mejor amiga flipó cuando se enteró de todo, pensaba que yo estaba bien». Volvió a trabajar y encontró pareja. Y es feliz.

Ahora sabe qué le diría a su yo de hace tres años. «Que no sea tonta, que no esté con esa persona, porque cuando todo el mundo que la quiere le dice que es malo para ella, por algo será». No obstante, lo tiene claro, «no creo que me hiciera caso a mí misma, porque cuando estás enamorada no ves esos defectos de los que te hablan. Tú solo ves que contigo no es igual. Y crees que a ti no te pasará lo que a las otras».

Porque ahora ya conoce que hubo otras. Que pasaron por el mismo calvario que ella. Y ya no quiere saber nada de él. «Le tengo bloqueado», pero es consciente de que el muro que la protege en la red social no está en la vida real. «Es de mi mismo barrio, así que cuando salga será fácil que le vea». Y le teme. «Es muy vengativo», algo que se agrava porque «un familiar suyo me ha amenazado por haber roto con él». Un mensaje que le llegó por una red social. Porque la violencia cavernaria también tiene whatsapp.

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