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Imagen de uno de los ejemplares de la exposición durante la jornada inaugural.

«Las vacas ya no dan para vivir», afirman los ganaderos presentes en La Magdalena

El Concurso de Ganado San Agustín reúne en el pabellón de exposiciones a 499 reses y a 40 asturcones

J. F. GALÁN

Miércoles, 26 de agosto 2015, 00:09

«Las vacas ya no dan para vivir», lamenta José Ramón Corujedo, uno de los 101 ganaderos presentes en el 133 Concurso de Ganado de San Agustín, el más antiguo de España. Instalado en el pabellón de exposiciones de La Magdalena, recinto en el que antaño se celebraba el mercado semanal de ganado más importante de Asturias, abrió ayer y se prolongará hasta el próximo viernes. Con acceso gratuito, abre de diez a diez y además de ganado bovino, 499 cabezas, casi todas de carne, no de leche, también hay 38 asturcones. De forma paralela se celebran las exposiciones 'La granja de animales domésticos', en la que se pueden observar desde cabras a conejos, gallinas o emús, con un espacio dedicado a animales exóticos -iguanas, boa, tarántulas o escorpiones- y 'La colmena y su mundo', dedicado a la apicultura.

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Corujedo acude al concurso con un semental y tres novillas de la raza asturiana de los valles de la ganadería de su mujer, Isabel Rino, de Gozón, formada por treinta vacas, todas de carne. Es un testigo de excepción de la evolución que ha experimentado el concurso avilesino a lo largo de más de medio siglo. «Tengo 68 años y llevo sesenta viniendo aquí». Durante este largo tiempo «todo ha cambiado mucho. Ya no es lo mismo. Antes se podía vivir del ganado, pero ahora no sacas ni para cubrir los gastos. Si sigo en esto es por tradición y por afición, no por dinero», añadió.

Sus palabras resumen el sentir general de los ganaderos presentes en el certamen, que reclaman a las administraciones que establezcan un precio mínimo para el litro de leche. «A día de hoy no llega ni a 36 céntimos de euro, no cubrimos ni costes», aseguran al unísono Ángel García Iglesias y su hijo Adrián, ingeniero de caminos, canales y puertos y ganadero de profesión.

Acuden al mercado con una docena de vacas y novillos de la raza asturiana de los valles de las 160 que forman su cuadra, una de las más fuertes del concejo de Llanera. De ellas, noventa son lecheras y setenta de carne. Estas últimas «son las que nos dan el sustento. Son las únicas que tienen salida, pero tampoco mucha», asegura el padre.

La medida anunciada recientemente por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente de subvencionar con 300 euros por vaca a las explotaciones lecheras que sufran pérdidas «es pan para hoy y hambre para mañana. En el año 2000 mi padre la cobraba a 80 pesetas -unos 52 céntimos de euro- y ahora no llega ni a 36. Y desde entonces los costes no han parado de crecer, sobre todos los del pienso. Lo que hace falta es establecer un precio mínimo, no una subvención», sentencia Ángel García.

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Flor Fernández, de Manzaneda (Gozón), también se expresa en pesetas. «El litro se paga ahora a 54, por debajo del coste. Su cabaña, a nombre de su marido, Fernando Prendes, cuenta con cuarenta y un reses, cinco de las cuales, todas de la raza asturiana de los valles, están expuestas en el certamen. De una edad ya respetable, Fernández mira hacia el futuro. «Los jóvenes van a tener que abandonar. La ganadería requiere inversión, y de esto ya no se puede vivir. Cuando era joven en Manzaneda todo el mundo tenía ganadería, y ahora solo quedamos tres, y pequeñas. Tal y como están las cosas lo único que puede resultar rentable es la carne, pero requiere organización y mucho sacrificio. Y el beneficio tampoco es muy grande», asegura.

Sacrificio prematuro

Flor Fernández también alude a la temprana, a su juicio, edad a la que se sacrifica el ganado en Asturias. «A los catorce meses se envía al matadero, y eso es una barbaridad. Antes se mataban a los dos años y más, cuando ya pesaban hasta 400 kilos, y ahora apenas llegan a los 250. No da tiempo ni a que se haga la carne, y además cuando es tan joven estará muy tierna, sí, pero no tiene sabor».

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A sus veinte años, Esther Riesgo es posiblemente la ganadera más joven del certamen de San Agustín. De Vegacedrón, concejo de Salas, trabaja en la ganadería familiar, ochenta y seis vacas asturiana de los valles a nombre de su madre, María Eloína Parrondo, y tiene claro que su futuro está en el campo. «Para saber lo que es una vaca tienes que nacer entre ellas», como afirma es su caso. «Trabajo da mucho, desde que te levantas hasta que te acuestas, y se alguna pare de noche pues también, pero a mí me encanta. Llevo toda mi vida en esto y quiero seguir».

Ademas de las ya referidas asturiana de los valles, de tipo normal y de doble grupa, en el 133 Concurso de Ganado San Agustín también participan reses de las razas asturiana de la montaña y parda alpina. De esta última de carne y de leche, hay 54. El resto son únicamente de carne.

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