«Sólo pido una casa en condiciones de habitabilidad»

«Te enseñan unas fotos, te dan una llave en un maletín y luego te encuentras con esto», lamenta Ricardo Suárez. Hace mes y medio que le entregaron las llaves de un piso de protección de Vipasa en El Nodo a través de la Fundación San Martín. Entonces pensaba que estaría alquilado allí durante mucho tiempo, pero nada más entrar descubrió que todo sería más complicado de lo que parecía.

Una de las primeras cosas de las que se dio cuenta cuando entró en su casa era que había agujeros en los techos, y también algunos problemas de humedad. Al principio parecía que todo se circunscribía al cuarto de baño del apartamento, pero «era porque acababan de pintar». Poco después las humedades comenzaron a aparecer también en otras estancias como la cocina y el salón.

El problema es común a todos los vecinos del tercer piso del bloque número 6 de la calle Ría de Avilés. Sobre ellos sólo hay un tejado en malas condiciones que no es capaz de aislar adecuadamente las viviendas. «El vecino de al lado está igual que yo, y las humedades le están pasando del techo a las paredes», asegura.

De las seis puertas que hay en el rellano sólo hay tres habitadas. El resto de las familias han desistido precisamente a causa de las goteras, y eso está causando incluso más problemas, ya que «en una de las casas, por no recogerla, el agua cae ya hasta el segundo». Ricardo, no obstante, se resiste a marcharse, porque «si renuncias, tienes que esperar cinco años para que te den otro piso».

Sus quejas ya han llegado a Vipasa. «Ha mandado un fax y de todo, y están enterados de sobra», asegura Ricardo. Nadie le ha dado ninguna solución. Ni se arregla el tejado, que parece ser la causa de los problemas, ni le dan otra vivienda. «Yo pido una en condiciones de habitabilidad», reclama. Lo único que quiere es que sus paredes y techos estén en buenas condiciones y que no necesite colocar cubos para retener el agua que cae.

La humedad es tal que ha sido incluso necesario retirar algunos de los tablones de tarima del suelo del vestíbulo porque se había recrecido hasta el punto de impedir la apertura de la puerta de la entrada. «Tuvo que venir un técnico y aún estoy esperando a que vengan a colocarlo bien otra vez», cuenta. Así lleva dos meses, en los que apenas ha podido disfrutar de su casa, una casa por la que está pagando un alquiler, pero que resulta inhabitable.