«Hay más conciencia, pero el medio ambiente está peor ahora que hace quince años»

En una ocasión, el escritor vallisoletano, Miguel Delibes, se definió a sí mismo con las siguientes palabras: «No soy un escritor que caza, sino un cazador que escribe. Soy un ecologista que escribe y caza». El paisaje y el paisanaje siempre fueron fundamentales en su obra y en los últimos años de su vida reflexionó especialmente sobre como el ser humano perjudica a su entorno. Lo hizo en un libro junto a su hijo mayor, Miguel Delibes de Castro, prestigioso experto en ciencias biológicas. Ayer, el hijo del escritor ofreció una ponencia en el 40 Nudos invitado por el grupo ornitológico Mavea la asociación cultural La Serrana, dentro del ciclo que conmemora el primer centenario del nacimiento de su padre.

-Siempre que le preguntan por su padre suele destacar el apego que tenía a los lugares donde vivió.

-Prácticamente todas sus novelas se pueden ubicar en algún lugar donde hemos vivido o donde él iba de caza. En estas ponencias me gusta revisar esos paisajes, desde la Cantabria que inspiró la novela 'El camino', el pueblo burgalés de Sedano que era su lugar de adopción, o o Valladolid, que inspira las novelas más urbanas como 'Cinco horas con Mario' o 'El hereje'.

-Hace quince años publicaban juntos un libro en el que se cuestionaban cuál era la herencia que le dejaremos a las próximas generaciones. ¿Ha cambiado algo?

-Recientemente he vuelto a reflexionar sobre la huella del ser humano en el medio ambiental y la conclusión que saco es que la herencia que dejaremos esta peor que hace quince años. Lo único que ha mejorado es que la sociedad ya está más concienciada, la gente se moviliza y los gobiernos aceptan que hay un problema ambiental serio. Ha pasado el tiempo y las cosas han empeorado desde que falleció mi padre, pero yo soy de los que defiendo que nunca es tarde, aún estamos a tiempo para actuar.

-Entonces, ¿su padre también vivía preocupado por cuestiones ecologistas?

-Mi padre sí que reflexionaba sobre estas cuestiones, pero considero que lo hacía desde un punto de vista mucho más personal y emocional que científico. Él apreciaba pequeños detalles que le afectaban, como que cada vez había menos pájaros, que los ríos se secaban o que ya no había tantas truchas que pescar. Notaba que el mundo que percibía, el mas inmediato, estaba desapareciendo poco a poco.

-¿Recuerda que hablase o escribiese al respecto?

-Más que escribir, él comentaba detalles. Por ejemplo, notaba el cambio climático porque era muy quejoso del calor. Tenia muchos termómetros por la casa y los comprobaba constantemente para que la temperatura no fuera muy alta. Empezó a notar que las temperaturas eran mucho más extremas en Valladolid y la verdad es que era un poco irritantes porque abría la ventana en pleno invierno. Recuerdo que nos solía decir: «Yo sabia que el fin del mundo estaba cerca, pero no tanto, igual sí que llego a vivirlo». Lo que pretendía cuando hablaba conmigo era que yo, en mi papel de experto en materia de ciencia biológica, le confirmara que tenia razón y después nos echaba en cara que desde la comunidad científica no avisásemos antes al mundo de este problema global.

-Su visita a Avilés ha tenido lugar en el marco del centenario del nacimiento de su padre. ¿Qué tienen preparado para un año tan especial?

-Efectivamente se trata de un año muy especial y se ha elaborado un programa oficial del centenario. El 20 de marzo empezaremos inaugurando una exposición sobre su vida y obra en la Biblioteca Nacional de Madrid. También se está planteando la creación de una ópera. Serán muchos eventos pero, sin duda, considero importantes las invitaciones a actos pequeños y familiares como la que me ha traído a Avilés. Aquí me han demostrado su cariño y eso es un motor que no para de animarnos a hacer cosas en su memoria.

-¿Qué libros de Miguel Delibes le recomendaría a los jóvenes para descubrir su obra?

-Que aprovechen dos nuevas ediciones de 'El camino' y 'Los santos inocentes' que se han publicado por el centenario. Sus prólogos ofrecen una visión mucho más contemporánea de mi padre.