«Si no fuera por los nuevos puestos gastronómicos el Mercado se moriría»
El futuro de la Plaza podría ser incierto ante la falta de relevo, así que se busca ideas para que los puestos sean rentables
Rosa Fuentes
AVILÉS.
Domingo, 4 de agosto 2024, 02:00
Estudió Gestión de Administración Pública y tiene un master en Logística y Transporte. Se formó en Gijón donde vivió un tiempo por motivos laborales. Hace ... 18 años que asumió el cargo de gerente del Mercado de Abastos. Desde entonces, Hugo Martínez Romero (Avilés, 1981) se sienta en el despacho que hay en su interior, en el que no cesa de llamar, por teléfono o con los nudillos en la puerta, gente a la que atiende. Desde ahí no para de buscar ideas para que el futuro en este céntrico enclave de la ciudad esté asegurado.
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–¿Cuánto ha cambiado la plaza desde que la dirige?
–Me tocó la reforma completa del mercado. El que había aquí no era competente ni rentable para puestos ni para los comerciantes porque eran muy pequeños. Había muchos puestos y el ochenta por ciento estaba cerrado.
–¿Cómo recuerda esa reforma?
–Fueron los propios comerciantes lo que solicitaron un cambio porque sabían que si no el mercado se iba a terminar. El Ayuntamiento pidió un informa a Mercasa, que se encarga de reformar todos los mercados por España, y otro a una asesoría de Oviedo que fue la encargada de modernizar y gestionar el del Fontán. Al final se hizo más o menos una réplica del ovetense.
–¿Igual no fue muy divertido?
–Nos tocó toda la parte de documentación para sacar adelante el proyecto para la concesión, y después toda la parte de obra. Tirar esto, construir el de Las Meanas, llevar a todos allí y volver aquí con el mercado nuevo.
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–¿La plaza de entonces era más productiva, había más venta, ganaban más dinero?
–Como estaba diseñada no era productiva. No se vendía más porque la mayoría de los puestos estaban cerrados. Ahora hay veinte más la cafetería.
–¿Qué es lo más complicado de gestionar este mercado?
–En el día a día, cada comerciante es independiente, aunque estén todos unidos en una sociedad, y cada uno intenta tirar por lo suyo, por su beneficio, aunque siempre mirando en el conjunto. Por tanto, no dejan de ser veinte comercios dentro del mismo edificio, como si fuese una comunidad de vecinos a lo bestia porque comparten espacio, pero también negocio.
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–¿Qué es lo que más le gusta?
–Poder gestionar el edificio entero. También tener contacto y gestionar a los ambulantes, es muy interesante. Además, intentar dinamizar para que el mercado siga desarrollándose y no muera.
–¿Por eso las obras en algún puesto y la introducción de algunos nuevos gastronómicos?
–Si no se estuvieran introduciendo los nuevos puestos gastronómicos la plaza se moriría porque no hay una continuidad en la gente que se jubila ya que los empleados no continúan con el negocio, y no hay gente joven interesada en este tipo de sectores. Es verdad que tenemos comerciantes muy potentes que van a durar mucho tiempo, pero llevamos cuatro o cinco años con cuatro puestos cerrados y por mucho que lo intentamos no hubo ningún interés en reabrir como puestos de venta de alimentación.
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–¿Estos puestos vienen con cierta estabilidad o por estar de moda será algo pasajero?
–Creo que no, porque han existido y existen en diferentes ciudades de España y siguen abiertos, y tienen mucha importancia porque atraen mucho turismo. Los mercados de abastos con estos puestos tienen mucha vida. Creo que no vale con que haya uno dos sino que exigen una dinámica y creo que van a atraer un público que de lo contrario no vendría aquí a nada, porque hay gente que no está acostumbrada a hacer la compra aquí, sobre todo los jóvenes.
–¿Cuántos habrá en los próximos cinco años?
–Ahora son cuatro y, como mucho, podrá haber uno más. Hasta dentro de diez años el resto van a seguir siendo lo que hay.
–¿Es nostálgica la idea de comprar en un mercado de abastos?
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–Aquí los que se mantienen son los que más venden y los que tienen mejor producto. Los que han cerrado lo han hecho por jubilación, lo que implica que la plaza tiene muy buena salud. No tiene que haber ningún miedo a que desaparezca y la primera opción será los puestos de alimentación.
–¿Qué tipo de clientes acuden?
–Han variado y ahora la media de edad está entre 35 y 65 años. La peatonalización no favorece a este sector porque quien viene a comprar manzanas o pescado no se va de paseo por la ciudad.
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–¿De ahí la posibilidad de colocar taquillas refrigeradas?
–Se van a instalar con fondos europeos a través del Ayuntamiento. Espero que esté listo antes de final de año. Es buena idea, la veo muy positiva.
–¿Cómo van las máquinas de reciclaje?
–Pues la verdad es que no he tenido más noticias. Iban de la mano de las taquillas, pero aún no nos han informado.
–¿Qué tal su relación con el Ayuntamiento?
–Siempre la he tenido muy buena, desde el principio.
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–¿Y con los vecinos, cómo está el asunto de los ruidos?
–Bastante bien. El Ayuntamiento se reunió con ellos y parece que se apreciaban las medidas, que se habían tomado y que las quejas no van a ir a más.
–¿Los precios aquí son más baratos o más caros?
–Están algo más elevados que en un supermercado porque la calidad es mayor y hay un trato directo, eso es lo que vende.
–¿Hay algo que ya tenga pensado para el futuro?
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–Ahora quiero esperar a ver cómo funciona lo de la gastronomía. Creo que va a ser un gran impulso para el mercado y el entorno, que también es gastronómico. Con el tiempo me gustaría hacer algo en común con la gente de afuera, compartir actividades. Estamos igual, cuatro entradas para un recinto cerrado.
–¿Una casa con cuatro puertas es difícil de guardar?
–No. Aquí cada uno va a lo suyo, vienen a trabajar y comparten zonas comunes, pero cada puesto es una pequeña familia, aunque siempre hay algún econtronazo.
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