«Las plantillas en los centros de salud son escasas, y lo peor está por llegar»

Tal como publicó ayer este periódico conforme a los datos oficiales facilitados por la Consejería de Salud, en los centros de salud del área sanitaria III (que engloba los concejos de Avilés, Castrillón, Corvera, Illas, Gozón, Pravia, Soto del Barco, Muros de Nalón y Cudillero) se atendieron 421.831 consultas el pasado mes de junio, justo antes de los meses de vacaciones por excelencia. Esa cifra supuso que la presión asistencial media, es decir, el número total de consultas que por término medio atiende cada día un profesional, fue en Avilés muy superior a la media de Asturias, con 41,31 pacientes frente a 36,66 del Principado. Por centros, el más saturado es el de La Magdalena, al que acude la población de los barrios de Versalles y La Magdalena, aparte de la de Illas y La Carriona.

Ahora, una vez pasado lo peor de la covid-19, la mayor presión asistencial la soporta la atención primaria. «Antes, con la población sin vacunar, se trataba a las personas contagiadas. Pero ahora los contagios se están produciendo principalmente entre gente joven, con cuadros mucho menos severos que en olas anteriores, que acuden a primaria. Si a esta circunstancia le añadimos que estamos en verano y que las plantillas están como están, pues el resultado es una carga asistencial muy elevada», resumen David Menéndez.

El principal problema, que no es nuevo, es la falta de enfermeras en los centros de salud. «A ellas, al contrario que a los médicos, no se las sustituye cuando quedan de vacaciones y están siendo la primera línea de batalla contra la covid-19», indica el Satse. Trinidad Caminero lo detalla para que no quede ninguna duda: «Estamos llevando todo el tema del covid (PCR, circuitos, vacunación...), aparte tienes que atender la consulta programada, los 'sintrones', las curas a domicilio...» y, como recuerda su compañero, en breve llegará de nuevo la campaña de la gripe y la atención a las residencias geriátricas. «No tenemos mucha idea de lo que va a hacer el Sespa. No saben aún si habrá una tercera dosis de la vacuna, cuándo, qué referencia se va a tomar en caso de que se ponga, si la población de riesgo o el tiempo con respecto a la segunda dosis, y todo esto coincidirá con la campaña antigripal», señala.

En principio, para entonces, prácticamente todo el personal estará reincorporado tras el descanso estival, pero los sindicatos temen que la tensión y el esfuerzo acumulado durante tanto tiempo acabe pasando factura. «Llevamos más de año y medio dando más de sí de lo que parecía que se podía dar y no hay visos de que esto vaya a mejor. Ni que se nos reconozca nada. Están tardando entre cuatro y seis meses en pagar las horas extras a la gente que, aparte de su jornada, está vacunando. En el hospital, hay profesionales doblando y no se les está retribuyendo. Solo escuchan que 'ya te lo devolveremos'», asegura David Menéndez.

Acabarán haciéndolo, pero la duda es cómo porque, según indica, no hay ni dinero ni personal. «Los políticos que digan lo que quieran, pero el presupuesto de Sanidad este año es inferior al año pasado. No han aprendido nada» y, respecto al personal, se pregunta dónde lo van a encontrar. «Llevamos años de muy mala política: ni formar ni contratar. Los profesionales se cansan. Las enfermeras han salido al extranjero o a otras comunidades con mejores condiciones». Y añade que el área III es «especialmente maltratada por el Sespa, con un presupuesto sanitario totalmente desfasado».

José Antonio Vidal, representante de Atención Especializada del sindicato médico Simpa, concede que la atención primaria «se ha 'comido' las dos últimas olas» porque han requerido menos ingresos y el seguimiento de esos pacientes. El resultado es que los profesionales, en este caso los médicos, «están desbordados». Por no mencionar, la actualización tardía de la organización, que el Sespa tiene previsto implantar en octubre.

Vidal también puso el acento en la presión psicológica sobre los profesionales, pero añadió un nuevo punto de vista. Al final, los médicos y las enfermeras son quienes soportan las críticas del paciente frustrado porque no le cogen el teléfono o no le atienden presencialmente. «Los médicos siempre defendemos la atención presencial para todo aquello que no sea un trámite burocrático, pero claro, somos médicos, no gestores. De nosotros no depende ni la apertura ni cierre de los centros ni un sistema de centralita que está obsoleto y se sobrecarga», manifestó. Resumió que «queda mucho por hacer» y también por invertir y no solo en recursos humanos sino también en renovación tecnológica.